Si pasa por allí, por esa zona del paseo marítimo, no puede evitar recordarlo. Cuando se acuerda de aquellos días, de aquella tragedia, todavía se conmueve, se le quiebran las palabras. Han pasado diez años y aún duele. El tiempo no cura todo el dolor. A Coruña se ahogó en un dramático suceso el 27 de enero de 2012, una página negra en la historia de la ciudad, pero también un capítulo brillante y aleccionador de la entrega y resiliencia de cientos de trabajadores, voluntarios y vecinos que durante más de una semana participaron en las tareas de rescate de las cuatro personas que aquella madrugada perdieron la vida en las frías aguas de la ensenada del Orzán.

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Se cumplen 10 años de la tragedia del Orzán Víctor Echave

Había alerta naranja en la costa. Las olas superaban los cuatro metros y batían contra el muro del paseo, casi antes de la pleamar. El viento helaba. Un grupo de estudiantes de Erasmus de distintas nacionalidades regresaba a casa de una noche de fiesta en el Orzán y bajó a la playa. Pasaban pocos minutos de las 5.00 cuando a Tomas Velicky, eslovaco de 24 años, le arrastraba una ola en la orilla. Una docena de personas encadenadas por los brazos trataba de sacarlo del agua, pero el mar violento se empeñaba en tragárselo. Desapareció entre las olas, al igual que Javier López López, un policía nacional de 38 años que patrullaba de paisano. Su compañero Rodrigo Maseda, de 35, también. Y otro agente, José Antonio Villamor, de 34, que se unía a ellos para tratar de salvar al estudiante. Cuatro vidas que llegaban a su final en una noche para olvidar.

Pero aquella fecha no se olvida, y una década más tarde revive en la memoria de quienes estuvieron aquellos días en la primera línea de fuego de una dramática batalla por recuperar los cuerpos. El de López apareció en la zona del Millennium cuatro horas después; los de Maseda y Villamor los devolvió el mar el 2 de febrero en la playa del Orzán y junto a Las Esclavas; el de Velicky se encontró el día 19 frente a la playa de As Amorosas. Policías, guardias civiles, bomberos, voluntarios de Protección Civil, sanitarios y psicólogos de Cruz Roja, buceadores, personal de Salvamento Marítimo, ciudadanos anónimos que aquella madrugada fatal bajaron a la arena o que los días siguientes se ofrecieron a ayudar: también fueron, y son, héroes del Orzán.

Germán Lago VICTOR ECHAVE

Germán Lago. Ex jefe de Seguridad Ciudadana: “Con el oleaje y el frío sabíamos que no se salvarían”

“Hay una imagen que se me quedará siempre grabada en el cerebro: el foco del Helimer iluminando las olas que llegaban al muro, más de una docena de personas en el agua, chaquetones flotando... Buf”. Esta escena dramática, “un desastre”, se la encontró Germán Lago al llegar al paseo marítimo en la madrugada del 27 de enero de 2012. El teléfono lo había despertado unos minutos antes: “Tenemos problemas en el Orzán, hay gente en el agua”, le informó el inspector del turno de noche. El que entonces era jefe de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento no tardó en temer que “con aquel oleaje y aquel frío y de madrugada” habría muy pocas esperanzas de rescatar a alguien con vida. “Sabíamos que no se salvarían”.

“En las dos primeras horas no sabíamos cuántas personas habían desaparecido. A primera hora de la mañana hablé con el alcalde, Carlos Negreira, y con el concejal Julio Flores y montamos el operativo. Teníamos el centro de mando móvil de los bomberos en pruebas como órgano de coordinación; medios aéreos del Sasemar, la Xunta, el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil; embarcaciones con buceadores de Vigilancia Aduanera, la Guardia Civil, los GEO, el Club del Mar; dos carpas de Protección Civil: una para atender la logística del sistema de búsqueda y otra para atender a las familias de los agentes”, repasa Lago.

Sobre las nueve de la mañana apareció el cuerpo de Javier López, natural de O Castrillón, “buen nadador”. Desde el paseo, la playa, el aire y el fondo de mar se rastreó toda la zona. “Los otros dos agentes aparecieron días después, uno de ellos delante del hotel Melià María Pita, en el que se alojaba su familia. El otro entre unas rocas en la zona de Las Esclavas”, recuerda el veterano policía. El de Velicky salió a flote más tarde y ese día Lago estaba con el padre del joven, que había viajado desde su país. “Me tocó explicarle dónde había muerto su hijo. Por la mañana, en un día despejado y sin olas, no se creía que una playa como la del Orzán fuera peligrosa. Pero el mar aquí, con una rampa en la orilla, resaca y oleaje, es imprevisible”, asegura. Un año después, añade Lago, la documentación de Tomas Velicky, que habría regresado a Bratislava unos días después de la tragedia, apareció enterrada en la arena del Orzán.

Luis García Mañá INAKI OSORIO

Luis García Mañá. Ex jefe superior de Policía: “Acabamos todos agotados emocionalmente”

Un día antes de la tragedia se hacía oficial el relevo como jefe superior de la Policía en Galicia de Luis García Mañá, que sería sustituido tras casi ocho años por Jaime Iglesias. Pero Mañá se puso al frente del cuerpo en el operativo conjunto de rescate hasta el último día, “hasta que llegó la orden” de marcharse del Orzán. Ante los medios se expresaba profundamente emocionado; aún hoy: “El impacto fue impresionante y la pena, enorme. El temporal era fuerte y el mar movía mucho la arena, por lo que era un riesgo bajar a la playa. Enseguida nos dimos cuenta de que era trágico luchar contra el mar”.

“Lo menos que podíamos hacer por las familias era recuperar los cuerpos de los ahogados”, recalca diez años después. “Pateamos todo durante días”, recuerda Mañá. Helicópteros, embarcaciones, buceadores, voluntarios. El operativo fue “agotador, física y emocionalmente”. El expolicía enfatiza la valentía de los tres agentes fallecidos “en el intento de salvar a un ser humano” y la de todas las personas que se esforzaron por encontrar sus cuerpos.

Agustín Barreiro VICTOR ECHAVE

Agustín Barreiro, 'Hache'. Bombero: “Llegaba la hora de descansar y queríamos seguir”

Además de bombero, Hache es socorrista. “En la zona de la tragedia rescaté a varias personas. Es un lugar muy peligroso. Cuando el agua llega a la pared arrastra con mucha fuerza al retirarse, arrastra con todo y se desconoce esa fuerza y lo mucho que remueve la arena”, alerta. Conoce bien la ensenada del Orzán, por eso, nada más ponerse a las órdenes de sus jefes la mañana del 27 de enero se ofreció a embarcarse en lanchas de otros cuerpos de seguridad y salvamento parar aprovechar su formación subacuática y bucear.

“Hicimos muchas horas allí buscando por todas partes. Cuando nos llegaba la hora de descansar aún nos pasábamos más tiempo en la zona porque queríamos que aparecieran ya. Familiares de los desaparecidos nos animaban y daban las gracias, se acercaban a nosotros para preguntar y también los animábamos”, destaca Agustín Barreiro, que era amigo de Javier López, “del barrio”, y lleva 18 años en el cuerpo de Bomberos.

A Hache, como le conocen los más allegados, le gusta hoy contar que desde la tragedia del Orzán el Concello incorporó en su servicio de extinción de incendios y salvamento el Grupo de Rescate Acuático. Aún le corre un escalofrío por el cuerpo, no solo cuando recuerda aquellos días intensos, también cuando la gente, en días de temporal y alertas, hace caso omiso de las advertencias oficiales y se acerca al litoral, a pocos metros de la orilla, para hacer fotografías y exponerse a la furia impredecible de las olas. “Es que si te vas al mar, yo tengo que lanzarme a por ti”.

María José Rodríguez Sanjurjo VICTOR ECHAVE

María José Rodríguez Sanjurjo. Ex responsable de Protección Civil: “La colaboración entre todos fue algo increíble”

El ser humano se prueba a sí mismo en los momentos más dramáticos de la vida, se descubre en su fuerza o en su vulnerabilidad. A María José Rodríguez Sanjurjo, que en 2012 era responsable de Protección Civil Coruña, le sorprende todavía hoy “la generosidad tan grande” de los padres de una de las víctimas del Orzán, el policía Javier López. Nunca se olvidará, dice, del encuentro que ese padre y esa madre tuvieron con Peter Velicky, que también lloraba la muerte de su hijo.

“Fue un momento inolvidable. Tres padres en la tragedia hablando de lo que había ocurrido”, se emociona la también inspectora en excedencia de la Policía Local. Rodríguez organizó el trabajo de los voluntarios de Protección Civil, una parte importante en las carpas para atender a los profesionales y a las familias; estaba junto a la esposa de Javier López cuando apareció su cuerpo y participó en la recuperación del cadáver de Rodrigo Maseda, natural de Burela, en la playa del Orzán el 2 de febrero. “Vieron algo flotando en la orilla y nos movimos rápidamente para retirar el cuerpo de la zona lo antes posible. Los padres del policía pasaban por allí todos los días y tratábamos de que el daño emocional fuera el menor posible”, recuerda.

Diez años después de una experiencia “que nunca se olvida”, Rodríguez Sanjurjo resalta “el ejemplar comportamiento de los ciudadanos”. “Nadie ahorró esfuerzo, se entregaron muchos voluntarios, había todas las noches gente en el puesto de mando y la colaboración entre todos fue algo increíble”. Cuando hoy pasea por la playa, admite, no puede dejar de pensar en las familias de las víctimas.

Carmen Reigía VICTOR ECHAVE

Carmen Reigía. Coordinadora de Emergencias de Cruz Roja: “Nuestra prioridad era atender en todo a las familias”

“Un suceso como el del Orzán te deja marcado en tu trayectoria profesional”, reconoce Carmen Reigía, la trabajadora de Cruz Roja que coordinó su dispositivo de Emergencias. “Colaboramos mucho con Protección Civil para atender a las familias en todo lo que necesitaban, esa era nuestra prioridad”.

Rugía el mar aún y congelaba el frío aquella mañana. “Desde el primer momento procuras darle a los familiares de los desaparecidos el bienestar posible dentro de la durísima situación. Se trata de minimizar el impacto inicial, de conocer sus necesidades básicas (comida, medicación, contactos) y organizar el dispositivo en función de ellas”, explica Reigía.

Desde el presente, guarda dos sensaciones duraderas: la “liberación” que deja el final de un operativo “tan complicado” por el periodo de días que comprendió y por la “involucración con las familias”; y la unión entre todos los protagonistas de un rescate que desde el primer momento fue trágico: “La del Orzán fue una de las emergencias más duras que hemos tenido en la ciudad y nos enseñó a todos los operativos las ventajas que supone trabajar coordinados en el día a día: entidades, administraciones, ciudadanos”.

Juan Redondo VICTOR ECHAVE

Juan Redondo. Psicólogo de Cruz Roja: “A las víctimas se las escucha, se les da un lugar seguro”

Un año antes de los ahogamientos en el Orzán, Juan Redondo, hoy con más de 25 años de experiencia en Cruz Roja, había formado parte del equipo de psicólogos que atendió a los afectados por el terremoto de Lorca, donde murieron nueve personas y hubo más de trescientos heridos. La desgracia de A Coruña en enero de 2012 fue para él una emergencia “grande, por su impacto mediático, por la movilización de muchos recursos y porque se trabajó día y noche hasta que aparecieron los cuerpos”.

Redondo, que era el jefe de equipo del área psicosocial de Cruz Roja, se desplazó al lugar de los hechos muy pronto. Enseguida se encontró con los familiares de Javier López. ¿Qué se les dice en circunstancias tan dramáticas? “Se trabaja en contención emocional. Depende de cada persona y familia. Llegan muy afectadas: más que decirles algo, hay que escucharles, facilitar que expresen sus sentimientos, que se comuniquen, darles un espacio seguro e íntimo, como las carpas, para sentirse a gusto en una situación difícil”, explica.

También acompañó al padre de Tomas Velicky el día que llegó a la ciudad y conoció el lugar en el que su hijo se había ahogado. “Venía tranquilo, tenía asumida la tragedia. Quería que se le comprendiera y tuvo un encuentro con los padres de uno de los agentes fallecidos en las dependencias policiales. Facilitamos la comunicación, que fue abierta, sin problemas”, recuerda.

Tensión, angustia, fe, compasión, dolor. Con muchas emociones se convive en los momentos trágicos “que no se olvidan”. A Juan Redondo aún le asombra cómo el ser humano se adapta a los límites: “Me quedan recuerdos normalmente positivos, sobre todo la capacidad de encaje, resistencia y resiliencia que tiene la gente, víctimas y voluntarios, para salir adelante”.