La abogada y experta en conciliación Marcela Parga ha visto, en el ejercicio de su profesión, muchas familias rotas por la mala gestión de sus procesos de divorcio. Sobre la forma de facilitar el camino en estos trances ilustró ayer en su ponencia Taller sobre técnicas de comunicación: Comunicarse para mejorar las relaciones, que ofreció marco de las jornadas de Derecho de Familia organizadas en Afundación por el Consello da Avogacía Galega y el Colegio de Abogados de A Coruña.

Ha venido a hablar, fundamentalmente, de comunicación. ¿Es esta o su falta el germen de la mayoría de problemas de las familias que acaban en los tribunales?

Sin duda. Muchas veces no nos enfrentamos a problemas jurídicos, nos enfrentamos a faltas de entendimiento entre las partes. Como abogados, deberíamos tener herramientas y utilizar otra serie de habilidades para ayudar a que las personas que están en esos procesos tan delicados se comuniquen mejor; tanto con ellas mismas, porque a veces falla mucho la comunicación interna, como en la comunicación con los demás. Como profesionales, tenemos que dar apoyo jurídico y asesoramiento, pero a veces los clientes acuden a nosotros para que les acompañemos en todo el proceso, no solamente cuando acaban de divorciarse, sino también después.

¿Cuáles son los fallos más habituales de las familias a la hora de comunicarse para solucionar los problemas?

Lo más frecuente es la comunicación interna, el qué piensas sobre la persona o sobre la relación, y cómo te hablas a ti misma sobre esa persona: pensamientos como “se burla de mí, se aprovecha, me está ninguneando...” Ese tipo de mensajes que nos damos a nosotras mismas son un claro elemento para dificultar la relación y la comunicación. ¿Cómo me voy a comunicar bien con una persona cuando en mi pensamiento interno tengo todavía esa carga emocional tan grande? Cuando no te afecta tanto a nivel emocional es mucho más sencillo tener una mejor comunicación. Siempre procuramos que las personas que están pasando por problemas de familia tengan profesionales en su entorno, como psicólogos y terapeutas, que le puedan ayudar a esa comunicación interna. Para mí ese es uno de los puntos más complicados de vencer: el cómo se hablan a sí mismos, para después poder comunicarse mejor.

La mayor parte de los procesos en el ámbito de la familia son divorcios, pero existen también los conflictos entre padres e hijos. ¿Cómo se abordan?

Efectivamente. Los temas de familia son, en su mayor parte, divorcios, o incluso lo que pasa cuando ya se han divorciado y se ha resuelto el tema. El divorcio es el último paso para una relación de pareja, pero es el primer paso para una nueva relación de familia si hay hijos, porque hay una nueva forma de relacionarse, y eso casi nunca se trabaja en las familias. ¿Y cómo me voy a comunicar a partir de ahora con el padre o la madre de mis hijos? ¿Y cómo me voy a comunicar a partir de ahora con mis hijos si no convivo con ellos? Es muy importante trabajarlo bien y con profesionales. Los indicados ahí son los psicólogos y los terapeutas, pero nosotros como abogados tenemos un papel fundamental, porque los clientes acuden a nosotros para que les ayudemos.

Sin ánimo de tirar piedras contra su propio tejado, ¿cumplen los abogados la hora de ser constructivos, o fomentan estas tensiones?

Yo, personalmente, he tenido mucha suerte en el camino. Me he encontrado compañeros que han favorecido mucho los procesos de divorcio, pero no siempre es así. Hay compañeros que entienden que ayudan más al cliente favoreciendo el litigio. Yo no comparto esa idea. Cada vez son más los compañeros que abogan por la mediación, que es una técnica que hay que poner encima de la mesa como una alternativa, y que debería ser obligatoria en temas de familia. Cada vez más compañeros encuentran en estas técnicas de resolución del conflicto la mejor forma de ayudar al cliente.

¿Cuáles son estas técnicas o herramientas?

Yo lo que uso, tanto para la mediación como en el asesoramiento jurídico, son herramientas de distintas disciplinas: una es la programación neurolingüística, que me acompaña desde hace 12 años, otra es el coaching, que ayuda a la hora de hacer preguntas, y otra de la que estoy enamorada es la comunicación no violenta. Yo, combinando esas tres, he encontrado muchas herramientas con las que estoy ayudando a las partes a comunicarse mejor, e incluso me ha ayudado a mí misma.