El arte puede estar en cualquier lado. También en desechos tan simples como unas bombillas fundidas. El escaparate de Suministros Álamo, en la calle de la Torre junto a la parada de bus del parque de Marte, lleva cuatro meses atrayendo las miradas de los viandantes con sus particulares muñecos con cabezas de bombilla.

Detrás de estas ingeniosas figuras está el gerente de la tienda, Daniel Colatruglio. Su establecimiento funciona como punto de recogida de materiales reciclados como bombillas o cables. Por ese motivo, se las ingenió para darle un nuevo uso a todos los desechos que recibía. “Nuestra tienda vende principalmente bombillas, y como se parecen a una cabeza, se me ocurrió hacer un muñeco y ponerlo en la vitrina”, comenta Daniel Colatruglio.

El primer proyecto fue una representación de Bender, el robot de Futurama. “Al ser el primero, me llevó más de una semana hacerlo”, explica el gerente de la tienda. Tras Bender llegaron a su mente decenas de ideas a las que ha dado forma en sus ratos libres. A medida que elaboraba estos muñecos, cada vez le surgían más ideas propias. “Estos muñecos han despertado una creatividad en mí que nunca había tenido”, reconoce.

Su entorno familiar y los clientes de la tienda también le han ofrecido ideas. De un coletero roto de su hija decidió hacer una figura de Scrat, la ardilla de Ice Age. El ganchito del coletero es el hocico, utilicé una bombilla fundida para la parte de abajo y el resto para la cola usé cables sin plástico”, explica. Su hija también le pidió que hiciese una bailarina con una bombilla, que haría la forma del tutú. “Hice un par más que vendí, pero la primera se queda aquí porque es nuestra”, señala.

Los muñecos han traspasado fronteras. Su hermana vive en Inglaterra, y en su última visita, le regaló a su sobrina una de sus nuevas figuras. “Ella se la enseñó a sus amigas y me pidieron que les envíe un muñeco de un futbolista”, relata. Lo dice, precisamente, mientras trabaja para terminar una figura de un portero deteniendo un balón. Por el momento está valorando la posibilidad de vender sus trabajos. Hasta ahora solo ha vendido figuras pequeñas que no tienen electricidad. La única con corriente que se puede comprar es la lámpara de surfista. Asegura que es “porque viene de una fábrica homologada”. A sus clientes les deja claro que no es un artículo adecuado para que un niño juegue con él. “Siempre les digo a los padres que no son juguetes, sino piezas de artesanía”, recalca

Los niños son los más atraídos por sus diseños. “Cuando vienen del colegio tienen la costumbre de pararse a mirar el escaparate”, cuenta Daniel Colatruglio. Relata que “se vuelven locos” cuando ven un muñeco nuevo. “Los padres se los tienen que llevar obligados porque se quieren quedar todo el tiempo mirándolos”, añade. Sus figuras iluminan las mentes curiosas en la calle. Quizá pronto las disfrutarán también en sus salones.