La Opinión de A Coruña

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La última travesía del ‘Mar Egeo’

El artista francés afincado en A Coruña Emile Gireau rescata de los fondos marinos piezas que formaron parte del petrolero naufragado en la Torre y las convierte en obras de arte

Emile Gireau, en su taller de Monte Alto CARLOS PARDELLAS

Tres décadas después del accidente marítimo que tiñó de negro durante dos días las costas coruñesas e hizo arder el mar, el naufragio del petrolero Mar Egeo, los restos del buque permanecen desperdigados o destruidos, como si nada hubiese sucedido. Parte del petrolero fue desguazado para fundir sus chapas, algunos de sus efectos como las anclas son hoy objetos de museo en enclaves como el Aquarium Finisterrae y algunas de sus partes, como el enorme bloque motor de la estructura, permanecen sumergidos en el lugar del siniestro sirviendo de hogar a los peces.

Pocas piezas pasaron a formar parte del patrimonio de la ciudad como huella imborrable de su historia, pero algunas de ellas se salvaron de la fundición y del olvido. Son las que rescata, de los fondos, el artista Emile Gireau, que les da cobijo en su taller de Monte Alto, donde las provee, además, de una nueva vida y una función mucho más digna que ejercer de piezas de construcción: la de transformarse en obras de arte que cuenten, a su manera, la historia de aquel naufragio. Gireau, un “enamorado de la naturaleza salvaje” descubrió un auténtico tesoro mientras escalaba las zonas rocosas de la costa coruñesa, en un receso de su actividad artística en sus instalaciones de Monte Alto.

La cuna del capitán, una de las piezas que Gireau moldeó con chapas del Mar Egeo Emile Gireau

“Me fui a escalar por los acantilados, porque suelo hacer escalada y sé lo que hay que hacer. Un día llevé el equipo de buceo, y, al sumergirme en la zona, me di cuenta de que estaba todo lleno de chapas”, recuerda este artista francés afincado en A Coruña.

Al principio, no tenía idea de la procedencia o naturaleza de aquellas piezas que perlaban los acantilados, pero, guiado por su ojo de artista, no dudó en llevarse algunas a su taller para experimentar con ellas. Allí las convirtió en esculturas y otros elementos artísticos, que pasaron a formar parte de la colección artística que sale, desde hace años, de las manos del escultor. A medida que fue acumulando más de aquellas chapas emergidas del océano, más eran las miradas de los curiosos que se acercaban a su taller a preguntar. Uno de ellos llamó especialmente su atención, pues fue capaz de resolver sus dudas sobre el origen de aquellas chapas. “Era un marinero que había trabajado en el desguace del Mar Egeo, y reconoció las piezas. Me dijo que habían sobrado tantas partes de la chapa que no era rentable seguir sacándolas, porque costaba más dinero el material y la mano de obra que lo que pagaban por la chatarra”, relata el artista.

Tras conocer lo que se ocultaba detrás de los materiales que había rescatado de los fondos, el artista decidió dar un sentido a sus composiciones que remitiese a aquella catástrofe ambiental que se desencadenó un diciembre de 1992 frente a la bahía coruñesa. De ese pensamiento nacieron una serie de piezas. Una de ellas es La cuna del capitán, inspirada en el arrullo de las olas del mar que “acuna” a los marineros a bordo en sus camarotes. Otra evoca, cómo no, a la figura de un barco atrapado en las rocas. “Estas piezas cuentan una historia. Es lo más importante de todo esto”, explica Gireau, que busca con su labor que esa historia que cuentan las chapas perdidas del Mar Egeo no quede engullida por el mismo océano que se tragó aquel petrolero griego. Un objetivo que persigue con todas las creaciones que salen de sus manos, con las que busca, afirma, "conectar con el sentido más primitivo del ser humano".

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