“La música es el arte más universal: la literatura necesita un traductor, Beethoven no”

“El libro arranca con esa curiosidad del periodista que siempre se hace preguntas y es el escritor el que las contesta”

Antonio Iturbe, ayer en la Fundación Luis Seoane

Antonio Iturbe, ayer en la Fundación Luis Seoane / Carlos Pardellas

Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) es de los que se fija en esas “personas pequeñas que hacen cosas minúsculas pero que son las que terminan moviendo el engranaje del mundo”. Una de ellas la mostró en La bibliotecaria de Auschwitz y ahora publica otra en Música en la oscuridad. Presentó ayer este libro junto a Javier Pintor en la Fundación Luís Seoane.

En este libro vuelve a rescatar un episodio real prácticamente desconocido. ¿Qué le llama de estas historias?

Al final, tropiezo con él de forma azarosa. Yo iba buscando respuestas a esas preguntas que yo nunca le hice a mi abuelo, como la de cómo es posible que tocara el saxofón un hombre de campo, un agricultor sin apenas estudios, que fue a la escuela apenas dos años y que, sin embargo, se explicaba en las historias de casa que él había tocado el saxofón. Yo nunca lo vi tocar porque dejó de hacerlo después de la guerra. Buscando la respuesta a esa pregunta que ya no le podía hacer, apareció en mi pequeña indagación ese sastre clarinetista que llega al pueblo, a Casetas, en el año 1930 y organiza la banda de música y convierte a un puñado de agricultores, como mi abuelo, en músicos. Esa es la base de todo.

Muestra lo difícil que es llegar a un sitio nuevo, ya sea en los años 30 o hoy en día.

Efectivamente, el forastero es el forastero. Y ya sabemos lo que pasaba antes en los lugares pequeños. Además, la gente que venía de fuera, venían a recaudar impuestos o, muchas veces, a traer malas noticias. Mariano es un hombre al que, cuando llega, se le mira de forma esquinada, pero tiene la capacidad tan asombrosa de meterse a la gente en el bolsillo, que llega incluso a ser alcalde de la localidad, lo cual es muy difícil.

Presenta al protagonista como un sastre republicano con ideas socialistas pero, ¿cómo lo define usted?

Sí que es cierto que es un prototipo de republicano de la época, es una persona muy concienciada que cree mucho en la importancia de llevar, en este caso, la música, la cultura, a la gente humilde, como una forma de transformar, de cambiar ese país, esa España atrasada, caciquil, de mucha tierra en pocas manos. Él cree en la educación por delante de todo, aunque también tiene ese gramo de locura de músico.

Y choca mucho con la curandera del pueblo.

Efectivamente. De entrada, choca. La curandera representa la superstición, lo que él aborrece. Pero la música abre espacios que no existen, abre mundos nuevos solamente con un golpe de sonido. Al final, la curandera le dirá algo que aunque a él le parece increíble será más verdad de lo que piensa, que es que no son tan diferentes.

Una vez más, ¿la música nos salvará?

Sí, porque es el arte más universal. Lo decía Borges. La literatura necesita un traductor, Beethoven no, emociona igual a alguien en Vigo, en Tokio o en Manila.

¿Qué banda sonora debería acompañar a este libro?

Este libro es un tapiz de muchas cosas: música popular, música de banda, las marchas, las zarzuelas y la música clásica que toca él. Yo creo que Claro de luna de Debussy porque es una música que te altera la conciencia. La música no tiene materia, no tiene color, es algo invisible. Solo son ondas sonoras que se mueven, pero transforman a la gente. Me asombra mucho ir a un concierto y ver a los músicos con los ojos cerrados. Siempre me pregunto “¿qué estarán viendo?”. Están viendo la propia música.

Aunque Música en la oscuridad no sea un libro sobre la guerra civil, ¿es inevitable que aparezca?

Por desgracia, cuando sigues el hilo de los años 30, se pasa de la euforia y de la llegada de la República que iba a cambiar el mundo a todos los tropezones hasta llegar a 1936. Muchas historias terminan abruptamente en ese año.

¿Quién le ayudó en la labor de documentación?

Es cierto que siempre encuentras cómplices y, en este caso, encontré a un historiador de Casetas, donde transcurre la acción. Él es Roberto Polo, que ha recopilado datos, fotografías y materiales. Me ayudó mucho. Otra persona clave ha sido la bibliotecaria, que es un conector entre la cultura de los libros y la calle. Me puso en contacto con muchos libros y personas.En sus páginas combina su faceta de escritor con la de periodista. ¿Es consciente de ello?Sí, tengo ese doble motor. Si fuera un coche, sería un híbrido. La historia arranca con esa curiosidad del periodista que siempre se hace preguntas y es el escritor el que las contesta. Se necesita ese trampolín de la imaginación para completar la historia.

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