Las escuelas infantiles de titularidad privada de la ciudad arrancan el curso con sus plazas cubiertas en su totalidad y una larga lista de espera en todas ellas. Una situación que sus responsables describen como inusual, y que ha venido motivada, deducen, por el nuevo escenario de gratuidad que deja el convenio que los centros mantienen con la Xunta desde este año.

El programa subvenciona los gastos de matrícula de los niños y niñas entre 0 y 3 años, pero las familias siguen teniendo que sufragar los gastos de servicios complementarios, como comedor y transporte. “Había mucha gente que, si estaba sin trabajo, optaba por no matricular a los niños. Ahora, como es gratis, prefieren traerlos y tener algo más de tiempo para organizar la casa, buscar trabajo, o hacer lo que sea. Todo el mundo se apuntó”, confirma Rodrigo Lameiro, de la escuela infantil Golfiño.

El panorama es similar en todos los centros infantiles privados de la ciudad. Las tres escuelas Parrulos de la ciudad, emplazadas en Vioño, O Ventorrillo y Cuatro Caminos, cuentan con una de las listas de espera más largas: de más de 30 niños en la primera, sobre 20 en la segunda y 14 en la tercera. En el centro Golfiño cerraron lista ya en marzo, y se mantienen a la espera un total de 19 niños. En la guardería Dana, la lista de espera más larga se concentra en las aulas destinadas a niños de 1 a 2 años, un curso muy solicitado. En la escuela infantil Enredos, mismas sensaciones. “Nunca nos vimos así. En enero ya no teníamos plazas para niños del 2020. Los que nacen ahora lo tendrán difícil para encontrar plaza hasta el curso que viene”, reflexionan desde el centro. En todas las guarderías consultadas admiten que no es lo habitual. “Hubo muchos años que no tuvimos lista de espera por el tema de la bajada de la natalidad, pero ahora volvemos a tenerla”, confirman desde la escuela Kid’s Garden. “Si había lista de espera, bajaba rápido porque había otros niños que se iban porque les daban plaza en A Galiña Azul. Ahora no creo que nadie deje su plaza, es prácticamente imposible que se mueva”, sopesa Lameiro, que asegura que el tener la certeza de que no quedarán plazas vacantes supone una situación de “tranquilidad” para los propietarios de los centros, pues tienen garantizado el pago de la subvención al menos hasta el mes de diciembre.

Los gerentes de las guarderías de titularidad privada reconocen su satisfacción por la medida tras dos años de reducción de ingresos debido a las restricciones derivadas del COVID. “Al final teníamos más gastos y te dolía repercutir la subida en el cliente. Ahora, al menos, podemos estar algo más tranquilos. Esperemos que continúe”, afirma el responsable de la guardería.