La Opinión de A Coruña

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Propietario de un bajo reconvertido en vivienda turística

Roberto Lameiro: “Tuvimos que trabajar mucho en el piso, pero mereció la pena”

Robeto Lameiro posa en su piso de la calle Sinagoga Casteleiro/Roller Agencia

Los bajos también pueden ser viviendas. En este caso, no para uso propio sino para turistas. Los viajeros pueden disfrutar de este lugar especial situado en la calle Sinagoga, en plena Ciudad Vieja. Los artífices son Roberto Lameiro y Luzvi Ponce, que vieron la oportunidad y no dudaron en lanzarse. “Lo abrimos hace un mes y estuvo casi todo agosto llena”, cuenta el propietario. 

En el pasado, este bajo fue negocio y también vivienda, pero los nuevos dueños le han dado una nueva vida. “Esto no fue comprarlo y abrirlo. Tuvimos que trabajar mucho en el bajo, y nos dio tiempo a ir cambiando de idea. Todo lo que tuvimos que esperar mereció la pena”, resume Lameiro.

Hace un año apareció la oportunidad. Un piso turístico en el corazón de la Ciudad Vieja. Roberto Lameiro tenía otros planes en mente, asegura que estaba a punto de “invertir en Vilagarcía”, pero todo podía esperar. No quería dejar pasar el tren. Una forma, también, de cumplir un sueño. “Siempre me atrajo vivir en la Ciudad Vieja. Como no puedo, pues me animé a tener mi vivienda de uso turístico”, relata el propietario, feliz de haber dado el paso.

Aunque el bajo ya era una vivienda, había que reformarlo. “Estaba de aquella manera y queríamos darle otro toque”, apunta. Lo consiguieron. El bajo, que conserva la piedra en las paredes, tiene un toque diferente. La Torre de Hércules y la Marina, además, están muy presentes. “Me gusta mucho la Torre. Tengo una colección desde hace más de 20 años de figuritas. Pensé que era una ocasión buenísima para enseñarla. Incluso la he ido aumentando. Creo que queda muy bonito”, comenta Lameiro, que tiene un expositor lleno de faros de todos los tamaños. Es también coleccionista de postales y fotos de la ciudad, así que eso también forma parte de este bajo que hace apenas 30 días empezó su nueva vida, la de acoger las aventuras de los viajeros. 

“Me gusta mucho cómo quedo el bajo. Se lo tengo que agradecer al arquitecto y al decorador porque me ayudaron mucho”, reconoce. En el número 13 de la calle Sinagoga, esta vivienda mantiene su puerta antigua, aunque Lameiro le añadió “una cristalera”. El dueño es consciente de que está “a pie de calle” y no es como un piso, por lo que “entra más ruido que en una vivienda normal”, pero cuenta con todos los elementos posibles para hacer que la estancia sea perfecta: “lavavajillas, nevera, lavadora, aire acondicionado... de todo”. Tiene claro que "si fuese más sencillo tener bajos con viviendas turísticas”, él “abriría otro”. Cuestión de tiempo.

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