La Opinión de A Coruña

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Los comedores escolares contienen las tarifas a pesar de la subida de la cesta de la compra

Los proveedores y las empresas ajustan márgenes de ganancia para poder mantener la calidad del servicio | Los centros públicos aplican un incremento aproximado de un 3%

Dos trabajadoras del comedor y la cocina del Liceo La Paz, ayer, tras el servicio. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Llega el nuevo curso y, con él, los nuevos precios. Las asociaciones de madres y padres se enfrentan un año más a la gestión de los comedores escolares y también a las tarifas, que si bien no han podido congelar, sí que han contenido. La presidenta de la Federación Provincial de Nais e Pais de centros públicos, María José Ferreño, explica que, aunque la cesta de la compra se ha encarecido hasta un 10%, las tarifas de los comedores escolares no han sufrido tanto, sino que, de media, el impacto ha sido de aproximadamente un 3%.

Fuentes de Jardanay, que es una empresa que presta servicio de catering a centros escolares, explican que, para afrontar este curso, tenían claro que no podían bajar la calidad de la comida que sirven, así que, optaron por incrementar un poco los precios.

“En nuestro caso, a raíz de la pandemia ya hicimos un plan de eficiencia por si nos teníamos que enfrentar a una situación similar en el futuro”, explica una portavoz de la empresa Jardanay, que, explica que el hecho de haber aumentado el número de usuarios les ha permitido seguir prestando el servicio a pesar del incremento de los precios. Otra de las razones por las que la empresa ha conseguido “salvar el año” es porque, como otras empresas, se ha afanado en reducir los márgenes de ganancia.

“Durante el primer año de pandemia congelamos los precios, pero ahora tuvimos que incrementarlos un poco, de modo que todas las partes asumimos un poco del impacto de la inflación”, comentan fuentes de Jardanay, que aseguran que la calidad no se ha visto afectada.

En el centro Manuel Murguía, por ejemplo, se aplicó un incremento del 3% a todas las tarifas, de modo que, si el curso pasado un estudiante de los que acudía todos los días al comedor pagaba 79,44 euros al mes, ahora hará frente a 82,34 euros. El precio del servicio esporádico pasa de 5,80 euros a 5,95 euros.

En el colegio Sal Lence los precios son iguales a los del Manuel Murguía, de modo que el uso puntual del comedor no llega a los seis euros por día y la mensualidad supera por poco los 80 euros.

En el colegio concertado Liceo La Paz, la situación es diferente a la de los centros públicos, ya que tienen cocina y comedor propios y no ofertan el servicio a través de una empresa de catering. Según explica el adjunto a la dirección general del centro, Juan Manuel López, ellos también han tenido que incrementar los precios este curso, pero no hasta el punto de que repercuta en las familias toda la inflación. “Nosotros tenemos el principio de dar el mejor servicio posible y la mejor dieta, así que, reducimos los márgenes de beneficio y apuramos también a nuestros proveedores para que asuman ellos también una parte de pérdida de beneficios”, comenta López, que hace hincapié en que, a diferencia de las asociaciones de madres y padres, que gestionan los comedores de manera voluntaria, en el Liceo han de sacarle rendimiento económico al servicio porque es una empresa.

En su caso, hacen la planificación de los menús cada mes y ya con treinta días llaman a los proveedores para que puedan surtirles, por ejemplo, pollo o carne para guisar e, incluso, pescado fresco. Eso hace también que puedan organizar mejor las compras y que los precios no se disparen al tener una necesidad de última hora. “En nuestro caso, al ser un colegio concertado, tampoco podemos subir el precio todo lo que queramos porque tenemos unos límites. Tenemos un precio más elevado que la media, pero hemos crecido todos los años en usuarios. Ahora estamos casi al tope de nuestra capacidad, en unos 1.100 niños cada día. Alguna vez el año pasado rompimos el stock de algún proveedor, pero fue durante la crisis de suministros, no fue por los precios”, comenta López, que explica también que la entrada del pescado fresco en su menú, en ocasiones, desbarata los precios que tienen fijados, pero que lo dan igual para que los estudiantes puedan tener una dieta sana y equilibrada.

En el caso del Liceo, los estudiantes que hacen un uso esporádico del comedor tienen que hacer frente a un gasto de 11 euros al día mientras que los que comen a diario en el colegio tienen pagan 6,50 euros al día, de modo que el precio del mes completo pasó de 135 euros el año pasado a 138. A diferencia de centros privados, ofrece cada uno de sus servicios por separado, de modo que las familias pueden decidir qué contratan. “En otros centros ofrecen paquetes de actividades, transporte y comedor y cuestan 500 o 600 euros al mes”, relata López.

Para las familias, el incremento del precio del comedor —aunque no sea tan agresivo como el que se ha registrado en la cesta de la compra— es un gasto más añadido a la subida de los combustibles, de la luz y a la compra de nuevos libros. Sobre si el personal de cocina ha tenido que renunciar a ciertos productos, como, por ejemplo los plátanos de Canarias o la pechuga de pollo, que han sufrido un incremento notable en su precio, tanto en Jardanay como en el Liceo dicen que no, que la calidad del servicio se mantiene, a pesar de las dificultades para cuadrar los números.

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