Cada vez es menos habitual, pero selló, durante muchos años, la postal de las plazas de todo barrio: niños jugando al fútbol en cualquier rincón, utilizando chaquetas o mochilas apostadas a ambos extremos a modo de portería. Una costumbre que ha sido desplazada paulatinamente con el paso de los años y el cambio en los hábitos de juego, pero que hoy en día algunos conservan. Dos camareros de un local de hostelería de la calle Galera hicieron la pasada noche honor a su niño interior. Los hosteleros jugaron una improvisada pachanga al cierre del negocio, valiéndose de los cierres de madera de la terraza a modo de portería. Nunca es demasiado tarde para las viejas costumbres.