• Crónica musical del concierto de la Sinfónica de Galicia el viernes 28 de octubre de 2022 en el Palacio de la Ópera
  • Noches en los jardines de España, M. de Falla; Preludio a la siesta de un fauno, C. Debussy; Y Sinfonía sevillana, J. Turina.
  • Pablo Amorós, piano. José Trigueros, director.

En estos días París parece estar de moda en nuestra ciudad. Allí, nuestro magnífico gerente de Turismo, Moisés Jorge Naranjo, promociona los viajes directos desde A Coruña; y nuestra alcaldesa, Inés Rey, presenta el año Picasso 2023; y el pasado viernes se reinauguró el viejo Cine París. París también sirvió de hilo argumental y conexión de estos tres compositores que atentos nos tenían esta noche en un repleto Palacio de la Ópera. Auguraban momentos mágicos con el inicio de ese inconfundible Falla, en ese deje español con violas sul ponticello y arpa, pero esa magia nunca logró cautivar, y el motivo fue que no gustó la propuesta musical del pianista Amorós, solvente, pero sobrio, sin empatía con orquesta, director y, lo peor, con el público. Carente de pasión sin lograr encandilar, ni con las competencias para extraer jugo de los momentos absolutamente sublimes que tiene la obra de Falla y que llevadas a ese punto de clímax siempre logran hacer estallar de júbilo al público, que más por escuchar una propina (creo yo) aplaudió tímidamente, esperando el despertar de un pianista que solamente logró aseverar que lo ocurrido en verdad era su propuesta musical, al menos esta noche.

Uno se encuentra ya en el descanso “desmotivado”, pensando que la “siesta de un fauno” va a ser difícil que pueda remontar el vuelo del concierto, y touché, a pesar de los buenos momentos de Walker a la flauta, el ritmo del concierto no lograba subir. Mejoró en Turina, más masa orquestal para esta obra, con un Trigueros entregado, con el oficio que da conocer como nadie a esta orquesta y como funciona esto de la música, dirigiendo de manera acertada y de memoria, lo cual evidencia su conocimiento de la misma. Toda la segunda parte intentando convencer y motivar con sus acostumbrados gestos a la batuta a sus compañeros de orquesta logrando el objetivo, para conseguir una plácida versión de la sinfonía sevillana, lo mejor sin duda de esta noche. Esta partitura, con mimbres españoles, nos da una muestra de los diferentes lenguajes y concepciones para recoger y plasmar “lo nuestro”, en contraposición con Falla.

Grandes solos de nuestro concertino Spadano durante toda la velada, que nunca se duerme en los laureles a pesar de los años liderando esta orquesta, de Pardeiro a la trompa, y de Rodríguez, que como es habitual en ella, logra tocar nuestra alma con su corno inglés.

El concierto no cumplió con las expectativas y, volviendo al hilo argumental, siempre nos quedará París, como en algún momento podrían haber dicho a finales de la primera década del siglo XX en la capital francesa, en la que coincidieron Falla, Debussy y Turina.