Patrimonio estudia si la restauración de una estatua de la Iglesia de San Andrés dañó la pieza

El arquitecto Alberto Fuentes-Valcárcel denuncia que la talla, obra de Isidoro Brocos, ha sido objeto de un “repinte arbitrario”, que ha puesto en peligro la integridad de la obra

El antes y el después de la talla de la Virgen del Carmen

El antes y el después de la talla de la Virgen del Carmen / Cedida

RAC

Los técnicos de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta se encuentran estudiando las condiciones en las que se desarrolló la restauración de la escultura de la Virgen del Carmen que forma parte de un grupo de tallas que decora el interior de la Iglesia de San Andrés. El arquitecto y divulgador Alberto Fuentes-Valcárcel remitió a la Consellería un informe en el que señala que sobre la obra se llevó a cabo un “repinte arbitrario”, que nada tiene que ver con una restauración profesional acorde al valor de la figura, que, asegura el arquitecto, se encontraba “en perfecto estado” de conservación. 

La obra, elaborada por el escultor Isidoro Brocos y datada en 1882, pertenece a una colección escultórica elaborada por el artista, uno de los más valorados del siglo XIX en la ciudad, para decorar la Iglesia Castrense, financiadas y encargadas, apunta el arquitecto, por Eusebio da Guarda y Modesta Goicouiría. La estatua, de 1,60 de alto, conservaba la policromía original y los barnices aplicados por su autor. “La escultura aparece cambiada y modificada, se ha perdido la policromía original de Isidoro Brocos”, lamenta el divulgador. 

Desde la Capitanía General, ente responsable de la Iglesia Castrense, niegan que haya existido una restauración, y ciñen a una “pequeña limpieza” los trabajos realizados sobre la talla, dirigida a “intentar mejorar” su estado. Desde Capitanía aseguran que se “actuará en consecuencia” conforme a lo dictaminado desde la Dirección Xeral de Patrimonio cuando concluya su evaluación sobre la pieza. 

La escultura regresó a su ubicación habitual en el interior del templo la semana pasada tras una prologada ausencia. El estado en el que volvió llamó la atención del arquitecto, que no dudó en señalar el cambio que había sufrido, y se muestra escéptico ante el argumento de la limpieza. “Uno de los principales medios de desgaste de las tallas de este estilo es el humo de las velas, pero existen profesionales especializados y acreditados que saben qué hacer en estos casos”, comenta Fuentes-Valcárcel ante la justificación de la limpieza como fin de las actuaciones. 

El arquitecto asegura que “no se han seguido ninguno de los procedimientos”, y manifiesta serias dudas de que el ejecutor de los trabajos haya sido “una persona especializada”. La actuación, lamenta, “pone en peligro” la originalidad de la talla y la integridad de la policromía original. Fuentes-Valcárcel apoya su informe en las imágenes que muestran el antes y después de la talla, tomadas, asegura, con pocos meses de diferencia, y detalla que las propias imágenes arrojan la certeza de que la escultura no precisaba una restauración como la que se ha acometido. “La estatua tenía suciedad, pero estaba en perfecto estado. No era necesario pintarla por encima. Además, se le han retirado elementos decorativos, como la corona”, apunta.