El presidente coruñés olvidado en su ciudad

Madrid recuerda con una placa al coruñés Juan Bautista Aznar, jefe del Gobierno en 1931

El almirante coruñés Juan Bautista Aznar.   | // LA OPINIÓN

El almirante coruñés Juan Bautista Aznar. | // LA OPINIÓN / José Manuel Gutiérrez

Un error atribuye el nacimiento del almirante Juan Bautista Aznar en Cádiz en casi todas las fuentes documentales, aunque el historiador e investigador coruñés Jesús Reiriz comprobó que lo hizo A Coruña (en su libro de 2016, Coruñeses en el Gobierno), donde su padre, de origen aragonés, se instaló a mediados del XIX. Su carrera profesional se desarrolló casi por completo en la Armada, pero una situación inesperada hizo que se convirtiese en 1931 en uno de los pocos coruñeses que se han puesto al frente del Gobierno de España.

Aunque tan solo fue durante unos pocos meses, en la transición entre la dictadura de Primo de Rivera y la II República, Luis Aznar Fernández, sobrino nieto del militar, solicitó en octubre de 2021 al Concello coruñés que se le dedicase una calle de la ciudad como homenaje, aunque hasta el momento esta iniciativa ni siquiera ha sido debatida en la comisión municipal de honores y distinciones, encargada de proponer al pleno este tipo de reconocimientos.

Más suerte ha tenido el descendiente del almirante con el Ayuntamiento de Madrid, que aprobó por unanimidad —aunque tras dos años de trámites— la colocación de una placa en su recuerdo en el número 28 de la calle Serrano, el edificio en el que este efímero presidente del Gobierno residió hasta su fallecimiento. El pasado lunes se llevó a cabo este homenaje, que Luis Aznar sigue esperando que también se realice en A Coruña.

Juan Bautista Aznar y Cabanas nació en la calle de los Olmos en 1860 e ingresó en la Armada catorce años más tarde. Formó parte de la tripulación de la fragata Numancia, la primera española que estuvo acorazada, y en 1887 se casó en Madrid con Rafaela Barrantes, con quien tuvo una hija. En su hoja de servicios figura su participación en la batalla de Cavite, en la que la flota española de Filipinas fue masacrada por la de Estados Unidos. También se enfrentó a una escuadra de ese país en Santiago de Cuba, donde fue oficial del crucero Infanta María Teresa, del cual fue la última persona en ser evacuado antes de su hundimiento.

Participó además en la Guerra de África tras haber obtenido la graduación de vicealmirante y en 1923 fue nombrado ministro de Marina, cargo que solo ocupó diez meses, hasta el golpe de estado de Primo de Rivera, durante cuyo gobierno se mantuvo al margen de la política. En ese periodo, en 1925, ascendió a almirante y luego fue capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena.

Tras la marcha de Primo de Rivera en 1930, le sucedió al frente del Gobierno el general Dámaso Berenguer, quien dimitió en febrero de 1931. Para sorpresa de todos, el elegido para ponerse al frente de un Ejecutivo que se marcó el objetivo de mantener el régimen monárquico fue el almirante Aznar, que carecía de experiencia política en un momento sumamente complejo. En un intento de restablecer el sistema democrático, optó por convocar para el mes de abril las elecciones municipales que darían lugar a un triunfo tan rotundo de los republicanos que Alfonso XIII acabó por exiliarse.

Fue el propio Aznar quien ordenó al ministro de Marina que preparase el crucero Príncipe Alfonso para que el rey zarpase de Cartagena con rumbo a Marsella, tras lo que el presidente del Gobierno dejó su cargo. Tan solo dos años después falleció en su domicilio de Madrid con 72 años. La brevedad de su mandato hizo que su figura cayese en el olvido para casi todos, incluso en la ciudad que le había visto nacer.

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