SI NO LO LEO NO LO CREO
Un buzón que no quiere ser papelera
Antón Peruleiro
Hay objetos que nacen con una función y acaban adquiriendo otra, ya sea por costumbre, por casualidad o por estar en el lugar equivocado. Una papelera que se convierte en paragüero o una bolsa de la compra que se usa como gorro cuando la lluvia coge a uno sin otro recurso. Eso son solo algunos ejemplos. Pero hay en otros casos en los que estos objetos se revelan y avisan cuál es el objetivo por el que fueron creados. Es el caso de un buzón que hay en un edificio en la avenida de Oza, en el que apareció una notita para avisar de que no es una papelera. En vez de cartas, muchas veces se encuentra servilletas usadas, tickets u otros restos de los clientes de un local cercano. Casi prefiere los folletos publicitarios a estos residuos nada agradables.
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