Difundiendo ciencia: del análisis a la vivencia

Tres profesores e investigadores de la Universidade da Coruña, en diversas áreas de conocimiento, firman este artículo con motivo de la celebración, este sábado, 6 de mayo,, del Día de la Ciencia en la Calle en A Coruña

Experimentosen la últimaedición del Díade la Ciencia enla Calle.  // | VÍCTOR ECHAVE

Experimentosen la últimaedición del Díade la Ciencia enla Calle. // | VÍCTOR ECHAVE / María Carreiro, Cándido López, Ana Jesús López y Alicia Arias

María Carreiro, Cándido López, Ana Jesús López y Alicia Arias

Primera observación. Llegada la adolescencia, Z tuvo que decidir si escoger entre ciencias o letras, o bien tomar por la calle de en medio, incorporando materias de ambas áreas. Además del profesorado de las materias cursadas, tenía referencias de oficios en la agricultura, la carnicería, la construcción, la fontanería o la librería y de carreras como Arquitectura, Economía, Historia del Arte, Medicina, Sociología e incluso de profesiones como periodista o profesora… No tenía cerca a nadie del ámbito de la ingeniería ni tampoco del sector de los cuidados.

Se educó en igualdad y con una alta valoración de sus capacidades. La dificultad estaba en elegir los estudios universitarios: “¿cómo puedo escoger si desconozco todo lo que hay?”. Visto con una cierta perspectiva, la pregunta de Z era oportuna: no se trataba de conocer tooodo lo que había, sino de saber qué posibilidades de desarrollo personal encontraría en las distintas titulaciones ofertadas en la educación superior, más allá de los abundantes clichés y estereotipos. En un rápido repaso por las carreras “clásicas” —anteriores a la, muchas veces, absurda variedad de grados y posgrados actuales— se asocia exclusivamente la arquitectura con la construcción; la farmacia con el despacho de medicamentos; la física y las matemáticas con la docencia y el manejo de fórmulas abstractas, inútiles para la vida diaria; la química con las “pócimas”; la informática con la programación y los videojuegos. Por supuesto, la ingeniería con las máquinas y artilugios o con las carreteras pero, sobre todo, con la falta de creatividad e incluso, de humanidad. Y es que para humanitaria ya está la veterinaria que se ocupa del cuidado de mascotas, olvidando, por supuesto, esa parte tan desagradable del control sanitario de mataderos o granjas. Otras, como la Biología, la Filología, la Geografía, la Historia o la Sociología, semejan corresponderse unívocamente con la docencia, y en algunos casos, con la creación literaria. El derecho parece conducir inevitablemente al ejercicio de la abogacía o al funcionariado; y la economía al trabajo en banca o en una asesoría fiscal. Para finalizar, los estudios de Medicina —los que necesitan mayor calificación académica— indefectiblemente, se enfocan en pasar consulta y salvar vidas, con ayuda de la enfermera que hará las curas y administrará las vacunas.

Segunda observación. No debemos extrañarnos de lo anterior. En los medios de comunicación y en las jornadas de orientación para estudiantes de Bachillerato, los oficios y las titulaciones universitarias se presentan de una manera simplificada, descontextualizadas respecto de sus amplias aplicaciones en el campo laboral o investigador. Se obvia el imprescindible trabajo en equipo, en red o en colaboración multidisciplinar, y se omite la repercusión de cualquier desempeño laboral en la vida diaria y en la salud y bienestar de las personas y del medio ambiente.

Tercera observación. En una conversación con compañeras de estudios Z cuestionaba la moda de ir a los centros escolares a explicar qué hace una arquitecta una ingeniera o una científica: “Nosotras escogimos una carrera técnica sin necesidad de que nadie viniera a empujarnos. Qué las chicas escojan lo que quieran”. Leímos este mismo comentario en palabras de una recién premiada historiadora, quien interpretaba que las actividades para difundir la tecnología y la ciencia como una forma de reclutamiento entre las chicas para que cursen ingenierías, u otras carreras de ciencias.

Apostilla. No nos cabe duda que las jóvenes, y los jóvenes, han de elegir libremente los estudios y/u oficios que van a marcar su futuro. Pero ¿qué referentes tienen para ello? Más allá de las recomendaciones familiares están los personajes de los libros de texto, de las series y películas, de los deportes, de las redes sociales… Entonces, ¿escogen lo que quieren? No, escogen lo que conocen y lo que se les sugiere como la mejor opción en un contexto social y cultural dado, dentro de sus posibilidades económicas.

No nos engañemos. Mientras no se vean mujeres ingenieras, informáticas o científicas tomando el protagonismo en series y películas, en cuentos e historias, y mientras se continúe percibiendo la enfermería y la educación como una faceta maternal…, las elecciones de chicas y chicos continuarán mediatizadas por los clichés y estereotipos convencionales. Lo que no se ve o no se conoce, igual que lo que no se nombra, no existe y por tanto es una falacia hablar de libertad de elección…

Uno de los objetivos de la Asociación de Mulleres Investigadoras e Tecnólogas en Galicia (AMIT-GAL) y la Rede para a Docencia e Investigación con Perspectiva de Xénero (Redix), es la de contribuir a esa libertad de elección en chicas y chicos a través del conocimiento, aportando referentes femeninos en ámbitos fuertemente masculinizados como la física o la ingeniería, o referentes masculinos en ámbitos feminizados como la enfermería o la enseñanza infantil. Romper estereotipos trasnochados, que fundamentalmente afectan a las chicas. Por ello venimos colaborando con los centros escolares y otras instituciones para visibilizar entre niñas y niños la presencia de las mujeres en todos los ámbitos del conocimiento: las humanidades, las ciencias sociales, las ciencias, la tecnología, la ingeniería y la arquitectura. Es una actividad en la que se implican académicas, tanto docentes como investigadoras, así como profesionales, sin distinción de sexos y en la que participa activamente el profesorado de los centros.

No se busca reclutar, sino dar a conocer aquello que en múltiples ocasiones se relega ante la vorágine del día a día en colegios e institutos. Contribuir a que en la etapa juvenil se amplíen los referentes. Convencionalmente, la actividad se denomina Una científica en cada cole, o Una ingeniera en cada cole, inspira-steam, charlas con ingenieras y científicas, o se liga a las conferencias y actividades ligadas del día de la mujer y la niña en la ciencia o el 8 de marzo. La difusión, la visibilización, es una herramienta que no podemos, ni debemos, olvidar para alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres.