Entrevista | Quinito López Mourelle Músico, compositor y autor del disco ‘Suite Letea’

“Me pareció bonito hermanar gallego y alemán en la letra, no sé si se había hecho”

“La gente intenta olvidar lo malo, pero creo que hay que hacerlo con lo bueno para crear”

El escritor, músico y compositor Quinito López Mourelle.   | // CARLOS PARDELLAS

El escritor, músico y compositor Quinito López Mourelle. | // CARLOS PARDELLAS / Enrique Carballo

Periodista cultural, poeta, novelista, pianista, compositor y autor del blog Marquide en LA OPINIÓN, Quinito López Mourelle acaba de publicar su octavo disco, Suite Letea, cuyo título hace referencia al Leteo, el río mítico que hacía olvidar sus vidas pasadas a los que lo cruzaban. Con arreglos de su colaborador habitual, Roberto Somoza, en esta obra participa la orquesta y coro Gaos, el primer conjunto vocal para el que compone. La obra está en Spotify y puede comprarse en la librería Xiada y en grupoberoly.com.

¿Qué motiva este disco?

Arrancó en 2017, cuando acabé la grabación de Suite de las ocho, mi anterior disco con orquesta. Compuse con bastante celeridad una serie de temas en línea con una orquesta de cámara y desarrollos largos. Murió mi padre, un acontecimiento que me marcó mucho. El tema con la que arranca el disco lo empecé a componer cuando él estaba todavía vivo, y estaba trabajando en él cuando falleció. Empezó a crecer y es el tema central, pero no hay un único tema que inspire todo el disco, son situaciones que he vivido, personas que me han marcado...

¿Por qué el Leteo?

Reflexionando, escribí el texto que da unidad al disco, sobre el olvido como medicina propia. Olvidar los buenos momentos, no se van a volver a repetir. La gente siempre intenta olvidar lo malo y creo que hay que olvidar lo bueno también.

Lo interpreta de forma creativa, para centrarse en el futuro.

Sí, hay que dejar cosas atrás para reverdecer, seguir adelante y crear. Si uno lleva demasiado equipaje en la mochila no avanza, da vueltas sobre el mismo sitio, y eso creativamente no me parece bueno.

¿Cómo es componer para orquesta y para grupos pequeños?

Hay una diferencia bastante grande. El origen de las composiciones es igual, son ideas. Pero a veces, cuando tienes tiempo, conectas esas ideas con otras: es como si vas escribiendo y la historia que va surgiendo no es un cuento, sino una novela. Cuando empecé a componer las primeras piezas ya las pensé con una estructura larga, y fui jugando, haciendo crecer cada pequeña idea.

Como compositor, ha trabajado sobre todo instrumentación. ¿Fusiona esto con la literatura que escribe cuando, como en Suite Letea, incluye una canción con letra?

Como letrista he grabado tres o cuatro canciones propias, pero esta era la primera vez que me enfrentaba un coro. Cuando murió mi padre escribí unos versos, y quería que estuviesen ahí. Y mi padre, en la última parte de su vida, me decía que el instrumento que más cercano le resultaba era la voz humana. Yo en un principio pensé que las voces cantaran la melodía, sin letra. Tenía el poema y Roberto me dijo métele una letra, y me metió en el lío de un coro. Nunca tuve oposición a que hubiese un coro, pero lo veía como un gasto mayor, una preocupación mayor, cuanta más gente en una grabación peor. Pero quedé muy contento.

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¿Qué aporta el coro?

Está solo en un tema, el largo con el que arranca el disco, y con el paso del tiempo digo, si hubiésemos tenido más tiempo, por qué no haberlo utilizado más. El trabajo fue muy sencillo, y tengo que agradecer al director Fernando Briones, que tiene mucha experiencia. El coro también, y se adaptaron perfectamente a esto.

La letra une gallego y alemán.

El alemán es un idioma que me gusta y le he dedicado bastantes horas. Había unos versos que la musicalidad del gallego encajaba perfectamente y me pareció bonito hermanar ambos idiomas, que no sé yo si lo ha hecho alguien.

En el texto del disco explica que cada vez ve más la música de manera “hedonista” como disfrute.

Mi primera aproximación a la música fue escuchar los discos que ponían mis padres en casa, hice cuatro años de solfeo, un par de años de piano... Y ahí descubrí que no me relacionaba bien con las partituras y con la métrica, y lo abandoné un poco. Pero a los doce años empecé a componer cosas. Y a partir de entonces fue un encuentro feliz con diferentes personas, escuelas... Roberto Somoza me ha ayudado muchísimo, porque me ha dado confianza. Roberto ya era un músico hecho o derecho cuando le empecé a presentar mi música, y desde el primer momento estuvo ahí. Es fundamental, y en los arreglos de este disco lo ha hecho muy bien.

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