Caminar para no caerse, pasear para socializar

Usuarios de la residencia Torrente Ballester activan un proyecto único de marcha nórdica

“Se despiertan con otra cara, con ilusión por salir a la calle”. Hoy toca caminar, marcha nórdica, ejercicio al aire libre por el paseo marítimo. Es la segunda caminata del año, la segunda del programa, una terapia innovadora que acaba de poner en práctica el centro residencial Torrente Ballester de A Coruña para que sus usuarios mejoren su movilidad y ello disminuya el riesgo de caídas. Sus usuarios, mayores de entre 75 y 95 años, agarran dos bastones de carbono o aluminio y se echan a la calle para andar en grupo durante algo más de una hora y regresar a la residencia.

La marcha nórdica de la Torrente Ballester es urbana, recorre un pequeño tramo del litoral de la ciudad, por Durmideiras, hasta la Torre de Hércules o por el paseo hasta la Casa de los Peces. Por ahora. “El primer día llegamos hasta la rotonda de la Torre, alguno más atrevido subió hasta la base”, cuenta el director del centro, Constantino Piñeiro. Va junto al pelotón de caminantes, entre otras cosas para comprobar que funciona bien este programa de entrenamiento activo diseñado por el equipo técnico, el único en Galicia, y “casi seguro”, de España.

Amadeo Varela Campos, nacido en Carballo, cumplirá 80 años en abril y vive desde hace seis años y medio en la residencia coruñesa. “Cuando no tengo nada que hacer aquí, me gusta caminar y salgo por las tardes, por eso me apunté a estas caminatas”, cuenta. Asegura que no se cansa, que trayectos más largos los hace “desde hace tiempo, por el paseo, hasta el Abente y Lago o la plaza de Pontevedra… un recorrido bonito”. Confiesa que ir “muy acompañado” no le gusta, “porque somos de distintas ideas”, pero con sus compañeros del centro, donde ha hecho amistades (y tenido algún “tropiezo”, admite), “no hay discusiones”.

Mayor que él es Jaime Hermida Vázquez, de 90 años. “Me apuntó la asistenta social, aún ando bastante bien”, dice con ciertas dudas desde el sofá antes de arrancar la marcha. “Si me canso un poco, descanso. Me gusta, voy para socializar, y otras veces me viene a ver la familia y paseo con ellos”. No le falta ayuda ni a Jaime ni a sus compañeros, porque a lo largo de la caminata, controlando su transcurso, atendiendo a los rezagados u orientando en la manera de avanzar, están Piñeiro, la médica Teresa Miranda, la fisioterapeuta Alba Fernández y la jefa de enfermería Cuqui Franqueira.

Miranda, atenta a cómo los usuarios se afanan en usar bien los bastones, analizará “los cambios físicos y psicológicos” de la actividad con mediciones cada tres meses. Fernández asegura que transmite a los mayores “la necesidad de aumentar pasos al día” y de “coger el gusto a caminar para socializar”. De los 96 residentes, unos 30 se han apuntado a los paseos de marcha nórdica.

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