Entrevista | Sílvia Abril Cómica. Presentará su libro ‘Pérdidas de risa’ en el Encuentro Mundial de Humorismo de A Coruña, en el que también actuará en el espectáculo ‘Humoris Causa’

“Este libro es ideal para irse a la cama reída”

“Cuando hago un ‘sketch’ como el de la Niña de Shrek, lo vivo con tanta intensidad y me sumerjo tanto que pierdo un poco la noción de la realidad”

Sílvia Abril posa con su libro ‘Pérdidas de risa’.   | // CARLOS VILLAREJO

Sílvia Abril posa con su libro ‘Pérdidas de risa’. | // CARLOS VILLAREJO / Ana Carro

Madre, actriz, cómica y lo que le echen. Esa es Sílvia Abril. O así la definen en su libro Pérdidas de risa. Historias de una mujer imperfecta. La terapia perfecta para olvidarse del mundo y centrarse solo en las carcajadas. Estará en la librería Santos Ochoa el 3 de mayo para presentarlo junto a Luis Piedrahita. Una cita que forma parte de la programación del Encuentro Mundial de Humorismo (EMHU) en A Coruña en el que el 4 de mayo se subirá al escenario del Palacio de la Ópera con el espectáculo Humoris Causa. Mientras habla de las historias de su libro, de que está en una etapa metacíclica que no menopáusica y de que el deporte le ayuda mucho para quitarse el estrés de encima. Todo, por supuesto, bajo el paraguas de la comedia.

¿Alguien la convenció para escribir Pérdidas de risa?

Sí, fueron Isabel y Olga de HarperCollins. Hicieron muy bien su trabajo y me convencieron para hacer un libro. Me dieron la libertad para escribir de lo que quisiera y yo les dije que solo puedo hablar de todo lo que me pasa porque me pasan muchas cosas. Y ahí está Pérdidas de risa, repleto de historias reales, pero con un poco de autoficción para provocar la risa de los lectores.

Se define como una mujer imperfecta que se dedica a lo que le gusta. Parece fácil, pero entiendo que no lo es.

No, claro, haberlo conseguido me ha costado mis años y mi curro. Yo soy una curranta. Siempre digo que he tenido mucha suerte, pero ahora he aprendido a darme cuenta de que me lo he currado mucho y entonces el curro se ha visto compensado.

¿Hay momentos, personajes o programas que le han cambiado la vida?

Homo Zapping, sin duda. También Buenafuente o mi paso por Comediants, donde estuve 12 años y fue como una escuela de teatro para mí. Ha habido cosas muy importantes que me han ayudado muchísimo y que han marcado un punto de inflexión en mi carrera.

¿El libro le ha servido para contar que mearse de la risa puede ser la terapia perfecta?

Sí, de hecho es el único objetivo del libro. El otro día una amiga me decía: “yo lo tengo en la mesita de noche y me lo dosifico porque me viene genial para irme a la cama reída”. Tal y como está el mundo, me decía, tuvo que dejar de ver las noticias por la noche porque se iba a la cama rayada y ha cambiado las noticias por mi libro. Me encantó el comentario. Claro que sí, es ideal para irse reída a la cama, para reírse durante el día o en un momento de ocio, descanso o desconexión. La intención del libro es que nos riamos de alguien al que le pasan cosas como a ti. Muchas mujeres se ven identificadas, eso también me lo comentan mucho.

Y no solo madres, aunque habla de su hija, también mujeres que van a bodas o que sacan lo peor de ellas en un avión.

Exacto, momento ex, momento bodas... Cosas que nos pasan a todos y todas. La vida misma.

Antes de conocer sus historias, aparece el prólogo de Eva Merseguer. ¿Quién es y por qué ella?

Eva es mi disco duro. Yo tengo un serio problema para acordarme de anécdotas de mi vida. Voy a tal velocidad que paso página. Soy muy activa. Por eso recurro mucho a Eva, que es muy buena amiga y me acompaña desde hace ya un montón de años. Cuando voy a algún problema en el que me piden que cuente cosas divertidas que me hayan pasado, llamo a Eva. Como he tirado mucho de ella, la tenía que compensar de alguna manera. Además, es guionista. Así que le dije que tenía que escribir el prólogo.

También habla de esa parte de ser famosa: las redes, las fotografías, los fans. ¿Cómo encuentra el equilibrio?

Como puedo. A veces mejor, a veces peor. Siempre cuento que el deporte me ayuda un montón a gestionar el estrés al que vivo sometida. Hago tantas cosas y quiero lidiar con tantas cosas que el deporte me salva de todo.

Pero le gusta el contacto con el público. ¿Qué disfruta más, el teatro o la televisión?

Cada cosa tiene su gracia. En el teatro, por ejemplo, vivo cómo cada día la función es diferente porque el público es diferente. En un plató de televisión lo que me ocurre es que me vuelco y me paso tres pueblos. Pero lo disfruto mucho. Me entrego a saco y vivo mis curros como si fueran la última vez.

Será por eso que el espectador también recuerda a algunos de sus personajes con un cariño especial.

Sí, como la Niña de Shrek. Qué locura es esa. ¿Y sabes una cosa que me pasaba muchas veces? Que cuando acababa de hacer un sketch en el programa de Andreu, por ejemplo, yo no era consciente de lo que había pasado. Lo vivo con tanta intensidad y me sumerjo tanto que pierdo un poco la noción de la realidad.

En el capítulo Soy feminista, pero no me preguntéis demasiado habla sobre cambiar de opinión. ¿Le ocurre mucho?

Sí, y desde que estoy metacíclica, que no menopáusica, me ocurre más. Cambiar de opinión o cambiar de humor... Estoy con unas idas y venidas que ni yo me reconozco a veces. Pero me encanta, me da una libertad de decir “pues esto es lo que soy ahora”. Que de eso también hablo con el libro, de aprender a aceptarnos con estas idas y venidas en las que vivimos sumidas las mujeres en este momento de nuestras vidas. Es una nueva etapa.

En el Encuentro Mundial de Humorismo presenta su libro, pero también participa, una vez más, en el espectáculo Humoris Causa. Nunca falla. ¿Es este festival ya como un campamento de cómicos en A Coruña?

Sí, es así. Yo creo que el EMHU se ha convertido, sin ser consciente Luis Piedrahita [director artístico], en un punto de encuentro para intercambio de ideas y para pegarnos unos días de fiestas y de conexión con compañeros con los que cuesta quedar. Son unos días de campamento. Es la definición perfecta. Si Luis me sigue invitando, yo no pienso fallar nunca.

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