Entrevista | Concejal de Servicios Sociales entre 2007 y 2011, periodo en el que se desalojó el poblado chabolista de Penamoa

Silvia Longueira: “Lo imprescindible en los casos de desalojos de poblados es que no haya ruido”

“As Rañas y O Portiño son modelos diferentes, pero habrá que actuar ahí”

Silvia Longueira.   | // LOC

Silvia Longueira. | // LOC / Ana Carro

Silvia Longueira era la concejala de Servicios Sociales en el Gobierno municipal socialista de Javier Losada entre 2007 y 2011. Ya existía entonces el poblado chabolista de A Pasaxe que se vació esta semana, pero también As Rañas y Penamoa. Con ella al frente de la concejalía se logró poner fin a este último asentamiento. La diputada del PSdeG en el Parlamento gallego recuerda cómo fue aquella intervención, qué supone el adiós del poblado de la Conservera Celta y cuáles son los retos pendientes de cara al futuro. Ante todo, avisa que hay que recordar que “se está trabajando con personas” y por ello hay que evitar el ruido mediático.

¿Cómo era la situación cuando estaba al frente de la concejalía de Servicios Sociales?

Cuando yo llego en 2007 a Servicios Sociales, ya hay un trabajo previo de conocer exactamente la situación. En el caso de Penamoa, de conocer el territorio y a las familias, ya que muchas ya trabajaban con nosotros en temas de escolarización y alfabetización de adultos. También se venía de una experiencia previa que había realizado Mar Barcón, que fue el realojo de los arcones de Orillamar. Aquella experiencia fue clave para que supiésemos cómo actuar en los otros poblados que había a la ciudad. Fue muy importante para lo que vino después y para saber qué se podía hacer, aunque era un modelo diferente, pues cada uno obedece a su momento y a su época. El modelo de Orillamar no tuvo nada que ver con lo que se hizo en Penamoa, como no ha tenido nada que ver con lo de Conservera Celta. Son realidades diferentes. En cualquier caso, cuando se trata de intervenir en la vida cotidiana de las personas, uno tiene que saber que va a poder llegar al final. Eso fue el pulso que dio Orillamar.

¿Cómo fue la intervención en Penamoa?

En aquel momento había Penamoa, As Rañas y Conservera Celta, además de pequeños núcleos de infravivienda que habían sido solucionados a lo largo del tiempo y no presentaban gran concentración. Cuando afrontamos Penamoa, lo hicimos al mismo que alguna intervención en As Rañas y un trabajo de campo en Conservera Celta y, además, lo hicimos con buena parte del equipo que ahora ha desalojado A Pasaxe y, sobre todo, con muchísimo bagaje. Lo que necesitan este tipo de trabajos es un histórico. Yo creo que no es exitoso llegar a hacer una intervención en una zona si no hay un trabajo previo. Hay que conocer muy bien las características de las personas con las que vamos a trabajar, cuáles son las expectativas y cuáles son los objetivos que podemos alcanzar porque a lo mejor no hay que poner unos objetivos muy altos. Lo imprescindible en los casos de desalojos es que no haya ruido porque trabajamos con personas. A nadie le gusta que su vida esté en el foco, como aquella época terrible de Penamoa.

En aquel caso, ¿se encontraron también con alguna negativa por parte de las familias como la que han retrasado el desalojo de A Pasaxe? ¿Es difícil llegar a un acuerdo?

Siempre hay rechazo. Lo decía Unamuno, amamos lo que conocemos. Cuando estás en tu zona de confort, sea buena, mala o regular, el hecho de cambiar el modo de vida y de relacionarse, cuesta. Cambiar significa caras nuevas y lugares nuevos y eso, aunque lo más seguro es que sea una situación de mejor calidad, no es fácil. Y luego cada uno tiene sus características.

¿Qué supone el fin del poblado chabolista de A Pasaxe?

Yo creo que, en primer lugar, habrá un acompañamiento por parte de Servicios Sociales. Ese sí que es un modelo que se perpetúa en el tiempo, como sucedió en Orillamar y también en Penamoa. Cambiamos el sistema de vida de las personas y tiene que haber ajustes. De pronto, casi 20 familias han cambiado su forma de vida o, al menos, están en camino de hacerlo. Se trata también ahora de mirar que no resurjan nuevos núcleos y que las infraviviendas que pueda haber en la ciudad estén más controladas y se puedan ofrecer lugares mejores. Supongo que, además, la Xunta hará ofertas de vivienda pública. Se ha solucionado desde el Ayuntamiento algo que está en las normas básicas de la convivencia, que es que alguien pueda vivir de una manera digna. Eso es un éxito por sí mismo.

Quedan en A Coruña los poblados chabolistas de As Rañas y O Portiño. ¿Cómo se debería actuar ahora?

Son modelos diferentes, pero habrá que actuar ahí. Esto es trabajo de muchos años. O Portiño es un asentamiento con viviendas más normalizadas aunque de baja calidad. As Rañas es un poblado que está muy circunscrito, con un terreno que es de su propiedad, y ahí hay que hacer otro tipo de actuación. Se ha intentado en algún momento la autoconstrucción. Fue en el mandato 2007-2011 y hasta donde pudimos llegar esa autoconstrucción, se llevó a cabo. Ahora son los dos lugares en los que hay que trabajar, como se está haciendo, porque nunca se deja de trabajar en ellos, pero ahora habrá que darles una nueva atención. Bien es verdad que hay cuestiones que a veces son aleatorias pero que influyen decisivamente.

¿A qué se refiere?

A Penamoa le influyó la tercera ronda. Era una pulsión urbanística. Siempre pienso que eso es una bendición porque pone en el disparadero que esa situación tiene que arreglarse y se centran todos los focos en ello. Ahora había otra pulsión urbanística, quizá de menos envergadura, pero la hay. Ya en el mandato 2007-2011 dejamos cosas encaminadas en Conservera Celta, incluso actuaciones planteadas, pero faltaba el trabajo que se hizo ahora, que es lo gordo. En Penamoa era la tercera ronda y en A Pasaxe hay una franja litoral que hay que recuperar. En O Portiño y As Rañas, las condiciones de vida siguen siendo muy bajas y necesitan una actuación, pero no llegaban a un poblado como Penamoa o Conservera Celta. Pero ahora sí habrá que atender a esa infravivienda. Son también comunidades que tienen una autogestión muy férrea y con mucha solidaridad entre ellos. Supongo que es a donde tienen que dirigirse las miradas para seguir tratando el tema de la infravivienda en la ciudad.

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