Sucesión en el Emporio de los Sándwiches

Manuel Cuñarro se jubila y deja el emblemático establecimiento en manos de su hijo Valentín, tercera generación del negocio

Rebeca Caridad y Valentín Cuñarro, nuevos responsables del Emporio, junto a Manuel Cuñarro y María Romeu, al frente hasta ahora.   | // MIGUEL MIRAMONTES

Rebeca Caridad y Valentín Cuñarro, nuevos responsables del Emporio, junto a Manuel Cuñarro y María Romeu, al frente hasta ahora. | // MIGUEL MIRAMONTES / marta otero mayán

“No me importaría morir aquí de pie, pero toca jubilarse”, asegura Manuel Cuñarro, que afronta los últimos días en el negocio que ha sido su hogar durante 53 años. A los 17 entró a trabajar en el Emporio de los Sándwiches, uno de esos establecimientos que se ha ganado el apellido de “mítico” por parte de su numerosa clientela, y a los 70 lo deja en manos de su hijo Valentín, tercera generación al frente de un negocio único en su especie. “Creo que la jubilación es un poco por presión familiar”, dice Valentín Cuñarro, que junto a su mujer, Rebeca Caridad, encara la sucesión en el Emporio estos días. “La vida tiene sus tiempos y hay que respetarlos. Toca pasar algo de tiempo con la familia, estar con los nietos y con mi mujer, ir a la aldea y descansar”, resume el padre.

Manuel Cuñarro edificó durante décadas el negocio del que su padre puso los cimientos en el 1971, que ahora a Valentín le tocará apuntalar. Lo hará, avanza, sin cambiar la esencia del Emporio de los Sándwiches, al gusto de sus muchos comensales, que se siguen arremolinando en la puerta cada día, esperando pacientemente su turno. Ni los años ni las crisis han hecho mella en un modelo de hostelería cuyo éxito reside, precisamente, en que no ha variado sus maneras ni su dedicación al oficio.

“Un negocio como este es algo muy esclavo, pero tengo una vocación total. Me gusta la gente, el ambiente del bar. En A Coruña todavía gusta el salir a comer fuera, más que quedarse en casa”, cuenta Valentín, que avanza, no obstante, que el Emporio sí vivirá una evolución hacia el formato take away, que gestionará su hermana desde otro local. “Mi hermana está preparando otro sitio para empezar a hacer envíos a domicilio, para expandirnos un poco. Aquí no hacemos para llevar, porque no damos abasto. Solo ayer teníamos 20 o 25 mesas esperando, y dentro todas ocupadas. Parecería esto un pub”, cuenta el nuevo responsable del negocio.

La historia del local, alma de la plaza del Comercio desde 1971, puede seguirse a través de las fotografías en blanco y negro que ocupan un lugar de honor en la pared. La más antigua retrotrae al día de su fundación, que tuvo acento uruguayo. Manuel señala con el dedo a un hombre en el centro de la imagen, joven, bien parecido, con gafas de sol. “Este era un uruguayo hijo de gallegos con mucho don de gentes. Dijo que en Montevideo había un Emporio de los Sándwiches, que montaron unos catalanes que huyeron de la guerra, y le dio la idea a mi padre. Entonces nadie quería un bajo en este barrio, todo eran edificaciones nuevas, hechas al mismo tiempo”, cuenta Manuel. Adentrarse en la trayectoria de un negocio de toda la vida como el Emporio de los Sándwiches es hacerlo de lleno en la historia de la propia ciudad y de su desarrollo a finales del siglo pasado. También en las coyunturas de la emigración, que construyeron la identidad de un país: la del uruguayo que dio la idea, la de los catalanes que la implementaron en el exilio y la del padre del propio Manuel, que emigró de A Baña a Venezuela para buscarse la vida y regresó para instalarse con su familia en A Coruña.

“Le conocí con 11 años, cuando volvió. Emigró cuando yo tenía diez meses. Antes era así”, resume Manuel. La idea original, confiesa, era especializarse en sándwiches de miga fríos, tan populares en las Américas, pero pronto se impuso la idiosincrasia gastronómica gallega y prosperó la modalidad en caliente. “Se consolidó, y así llevamos 53 años”, comenta Manuel, a quien no cuesta hacer números de su imparable producción: “A cuatro moldes de pan al día, que dan 28 sándwiches cada uno... pues más de 100 al día”, explica. Multiplíquese eso por 53 años.

Ahora Valentín y Rebeca toman el relevo sin introducir cambios sustanciales en lo esencial: el pan seguirá siendo artesano y siempre del día, el queso irá gratinado siempre por encima y la atención será siempre la mejor. Mientras tanto, ya se gesta la cuarta generación del Emporio. “Tenemos un sobrino con desparpajo que ya apunta maneras”, adelanta Valentín.

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