La Policía de A Coruña explica cómo se prepara para sobrevivir a un tiroteo

La galería de tiro de la comisaría de Lonzas cuenta desde 2022 con un sistema interactivo que permite recrear enfrentamientos con criminales y terroristas en tiempo real

García y otro instructor muestran la simulación de un asalto.

Iago López

En la galería de tiro de la comisaría de Lonzas, una pantalla proyecta sobre una lámina de látex cómo un grupo de policías asaltan una vivienda con las armas preparadas. Algunos se desvían a la izquierda o a la derecha, hacia otras habitaciones El agente que está realizando la práctica, con un arma real en la mano, cubre un pasillo. Se abre una puerta, y aparece un asaltante con una escopeta: encañona al agente, y este dispara y lo abate antes de que pueda herirlo; ha reaccionado en un instante. El proyector, parte de un novedoso sistema de simulación, lanza la imagen del delincuente desplomándose. Se abre otra puerta y surge un terrorista con un chaleco explosivo y un detonador. La bala del agente impacta en su torso, y la pantalla se pone en rojo: ha hecho detonar al explosivo, y el policía ha muerto.

García acierta en el torso de un asaltante (zona amarilla) en una de las simulaciones.   | // IAGO LÓPEZ

García acierta en el torso de un asaltante (zona amarilla) en una de las simulaciones. | // IAGO LÓPEZ / Enrique Carballo

“Empezamos con siluetas de papel, luego pasamos a un proyector y ahora hemos pegado un salto formativo con el simulador”, interactivo explica el policía José Manuel García, ganador de varios premios de disparo y responsable de la Unidad de Armamento y Tiro en Lonzas. Se implantó en octubre de 2022 (A Coruña fue la primera Jefatura Superior del país en tener uno, aunque ahora ya existe en más sitios) y a mediados del año pasado, explica García, tuvieron que cambiar la plancha de látex que recibe los tiros, tras recibir unos 90.000 disparos. Por la galería de Lonzas pasan agentes de diversas unidades de la Policía Nacional (todos tienen que disparar 100 cartuchos al año como mínimo), de Vigilancia Aduanera y de las policías locales de A Coruña y Oleiros.

El sistema utiliza varias cámaras y un ordenador central. Los disparos impactan sobre la plancha de látex, y una cámara térmica detecta los rastros de calor de los balazos. Un ordenador situado en la galería de tiro coteja estos con el programa que se está proyectando, y los instructores, con una tablet, pueden ir “jugando”, según explica García, e introducir nuevos elementos en la simulación; también repetirla una vez que acaba, para ver los aciertos y errores. Otras tres cámaras permiten trabajar con láseres, registrando de forma diferenciada los disparos de más de un tirador “para ver quién ha acertado y quién ha fallado”, o recrear el haz de una linterna en una operación policial nocturna o en zonas cerradas.

El simulador permite trabajar con programas básicos, con blancos de tiro deportivo, platos o globos que se mueven o aparecen en la pantalla para hacer la práctica más interactiva que la silueta tradicional y que permiten practicar lo que es la “base del tiro”, según García: la precisión. “El agente tiene que saber que si hace un disparo, este va a entrar donde quiere que impacte: en un entorno urbano no podemos regalar los disparos, los proyectiles recorren quinientos metros y puedes provocar otros daños”.

Pero los ejercicios más espectaculares son las recreaciones de asaltos y tiroteos. Aunque la Policía Nacional está desarrollando algunos propios, por el momento emplean vídeos elaborados en Alemania. “Un escenario es una salida de emergencias de una vivienda”, explica García, “y podemos ir sacando a personas que salen de una puerta, de otra, que te atacan, que no, que sean víctimas y están escapando...” Si se tratase siempre de la misma secuencia, los agentes acabarían memorizándola, pero “no se repite nunca”. Con la tablet, los instructores pueden ir combinando posibilidades: el atacante que en una ocasión entra por la derecha puede hacerlo después por la izquierda, o realizar otro rol.

Estos ejercicios sirven para entrenar las reacciones rápidas en escenarios de estrés. “En pocos segundos tienes que hacer una valoración de juicio, determinar si una persona se está entregando, si porta un arma o no”, explica el responsable de la galería de tiro. Los blancos están muchas veces en movimiento, o se dan situaciones especiales, como que estén parapetándose detrás de rehenes, y el simulador tiene en cuenta la zona del cuerpo en la que el agente ha acertado: un disparo en la cabeza elimina a un oponente, pero se necesitan varios impactos en las piernas para conseguir el mismo objetivo. Cuando “se entiende que ha pasado el tiempo suficiente para que esa persona te hubiera alcanzado a ti”, apenas unos instantes, la pantalla se pone en rojo y acaba el ejercicio. Esto saca a los agentes de la situación “cómoda” de disparar sobre una silueta de papel fija.

Un instructor, tras uno de los parapetos de la galería.   | // IAGO LÓPEZ

Un instructor, tras uno de los parapetos de la galería. | // IAGO LÓPEZ / Enrique Carballo

Para diferentes unidades

Los especialistas en armamento, explica García, “valoramos cada trimestre los ejercicios que queremos entrenar” y organizan ejercicios específicos para, por ejemplo, cubrirse en un tiroteo. Para los agentes que hacen trabajos subterráneos se organizan escenarios en zonas cerradas, y con el Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) hacen “entradas de inmuebles en los que en cualquier momento sale alguien con un arma”, para trabajar la “reacción inmediata” que les es necesaria.

Esto no quiere decir que se descuide el entrenamiento de los agentes que patrullan, pues “son de las personas que están más expuestas, son los primeros que van a acudir a una llamada del 091”. En su caso, las simulaciones incluyen entornos urbanos, con más gente o vehículos, y “enseñamos que primero hay que cubrirse y luego buscar la precisión”. Hacen ejercicios de dos en dos, pues estos agentes trabajan en pareja, y les enseñan a comunicarse en medio de una situación estresante: “Que si se me ha encasquillado el arma lo indique, que mi compañero sepa lo que está pasando, que no me vea escondido y piense, le han alcanzado y tengo que buscar que lo evacúen antes de que muera”, pone como ejemplo García.

Los entrenamientos incluyen pistolas, subfusiles (metralletas) y escopetas. Además de las prácticas con munición real, la galería hace ejercicios con láseres y cuenta con armas recreadas de airsoft, que disparan unas pequeñas bolas cuyos impactos quedan de cualquier modo registrados por la cámara térmica. Se emplean sobre todo, explica García, para “trabajar con seguridad” en ejercicios en los que se trabaja con “cuatro, cinco, seis agentes”.

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