Entrevista

Coque Malla: "Hay que combatir esta onda puritana que está atacando al mundo del arte"

El que fuera cantante de Los Ronaldos regresa a Murcia en los primeros compases de la gira de presentación de ‘Aunque estemos muertos’, su nuevo disco y uno de sus "favoritos". Además, está de celebración, pues acaba de recibir el Premio Ondas

El cantante madrileño Coque Malla.

El cantante madrileño Coque Malla. / ELISENDA PONS

Ángel H. Sopena

Coque Malla, que acaba de recibir el Premio Ondas a su trayectoria, regresaba hace unos días a los escenarios con nuevo álbum, el duodécimo: Aunque estemos muertos (2023), viaje existencial, con la muerte como protagonista, bajo la premisa de la experimentación, pero con los elementos básicos confesos de una banda de rock como The Smile (proyecto paralelo de algunos ‘radioheads’). El álbum nombra la muerte con insistencia: eso significa que habla de la vida en –según Elvira Lindo– "una celebración desacomplejada de la madurez", y se presenta con una gira que llega este viernes a Murcia. Lo hará, eso sí, con una bota ortopédica, después de haberse roto un hueso del pie. Aun así, los médicos le han permitido seguir adelante sin cancelar nada y él, en redes, asegura que, aunque tenga que estar sentado, se dejará el alma, una actitud tan vital como la que derrama su nuevo disco.

Felicidades por el Ondas. ¿Cómo te supo recibir este premio?

Muy bien. Intentamos hacernos los bohemios diciendo que los premios no importan, pero claro que nos importan. Es un premio con un prestigio que en los últimos años ha crecido. Recuerdo, hace unos años, que Los Ronaldos íbamos a la gala de los premios Ondas y no daba esa sensación de premio con prestigio, o quizás yo no la tenía, y era muy joven, pero ahora lo tienen, y es incuestionable el efecto mediático. Es un premio además que viene de la profesión, y que los compañeros te den una palmadita en el hombro sienta muy bien, para qué nos vamos a engañar.

A ti te lo han dado por tu trayectoria, y a unos paisanos nuestros, Arde Bogotá, por grupo emergente.

Está muy bien que haya grupos de rock ahí triunfando, con guitarras.

¿Qué ha hecho que reflexiones sobre un tema como la muerte?

El paso del tiempo te hace calcular de otra manera: lo que queda, lo que ha pasado. Supongo que la muerte de mis padres y al mismo tiempo la paternidad te coloca en otro lugar del tablero existencial y te hace ver las cosas desde otro sitio. La pandemia también nos puso la muerte y un sentido de fragilidad muy fuerte. Y luego, a partir de determinada edad, uno empieza a ver la muerte como una sombra que se acerca, y se plantean otras cosas, lo que pasa es que paradójicamente ha dado un disco como resultado con una vitalidad muy fuerte. Cuando uno se plantea la muerte, la única huida posible (si es que uno quiere huir de ella; en mi caso, por supuesto) es hacia la vida, y hacia plantarse vivir las cosas de una manera más profunda y más intensa.

Un canto a la vida, a la muerte incluso.

No sé si un canto a la vida; suena a Viva la gente

O a Julio Iglesias.

O a Julio Iglesias. No sé si es eso el disco... Es una reflexión, y como resultado da un disco con mucha energía, mucha vitalidad, pero no sé si definiría este disco como un canto a la vida.

"Me dejo caer en un mundo donde nada existe y bailo con los muertos". ¿Cómo hay que tomarse la muerte? ¿Cómo te la tomas tú? ¿Cómo Woody Allen en La última noche de Boris Gruschenko o los Monty Python en El sentido de la vida?

En eso está la humanidad: lleva desde que es humanidad intentando gestionar la muerte. Posiblemente sea el asunto filosófico, psicológico y emocional más complejo de gestionar; esto se acaba algún día. Yo qué sé cómo hay que tomarse la muerte, es complejísimo. Lo que he descubierto reflexionando sobre ello es que con mucha filosofía, o con mucha religión el que sea religioso, con mucho trabajo personal, uno puede llegar a colocar la muerte de uno mismo en un sitio que no le moleste demasiado, pero no hay filosofía, religión, trabajo personal que te haga colocar la muerte de los seres queridos. Eso no hay budista que lo lleve con alegría. Es imposible. No hay manera de gestionarlo más que pasando por la tragedia.

"No hay manera de gestionar la muerte de un ser querido más que pasando por la tragedia"

En la música la han tratado autores próximos a ti, como Lou Reed (Magical lost) tras la muerte de dos amigos cercanos, uno de ellos Doc Pomus; también Nick Cave y sus Bad Seeds; Los Enemigos con La otra orilla y La vuelta atrás, o Sean McGowan, que trató el tema en Paddy Rolling Stone. Si eres bueno, tus canciones sobre la muerte suelen ser también poderosas canciones sobre la vida. ¿Por qué estos músicos, como tú mismo, deciden publicarlas y cantarlas?

El disco habla de otras cosas, no solo de la muerte. Está ahí como muerte corpórea y física, pero también como metáfora de otras muchas cosas: etapas que se acaban, fragilidad… ¿Por qué lo han hecho otros artistas? No lo sé, pero no es algo nuevo ni revolucionario ni puntual. Es más, me atrevería a decir que en toda obra con un mínimo de interés la muerte está presente, de una u otra manera, más literal, más simbólica… Es el gran asunto. ¿Qué ocurre después de esto? En el top 10 de las obsesiones y de los misterios que se plantea el ser humano, la muerte es el gran rey de los misterios. Ha estado presente en toda la historia del arte, no he inventado nada.

¿Has tenido en cuenta alguno de esos autores u otros para enfocar el disco?

No, porque tampoco es que me planteara hacer una tesis. Las canciones fueron saliendo, y yo decía: «¡Guau! Esto parece que va por aquí». Al final, cuando acabas la composición se te pone delante más o menos cuál es el concepto del álbum; es ahí cuando lo descubres. Pero, insisto, no es un disco que solo hable de la muerte. La muerte planea, pero va sobre el fin de las cosas, la fragilidad, el miedo…

¿La madurez?

No. Como dice Keith Richards, maduraré cuando tenga dos metros de tierra encima. Nunca he creído mucho en lo de la madurez.

Tiene 80 años, y fíjate qué maduro es. ¿Te has planeado el disco como una película o un viaje?

En todos mis discos siempre me preocupo mucho por el ritmo narrativo. Nunca consigo casi –a veces tengo ganas de hacer un disco ligero en ese sentido– que simplemente sea una colección de canciones una detrás de otra. Siempre acabo con la idea, con el concepto, con el ritmo, con la narrativa… Y supongo que mi otra pasión, que es el cine, se hace presente; y el teatro: la influencia de mis padres, esa narrativa casi escénica, acaba apareciendo, y en este disco más que ninguno, ya que es un viaje con una introducción, un desarrollo… Noto además que es en el que más lo he conseguido porque la gente lo dice. Muchas veces yo lo creo porque lo tengo en mi cabeza y lo proyecto sobre la obra, pero la gente no lo pilla, pero esta vez sí le llega a la gente, porque es muy claro. La narrativa que tiene el disco, el tempo, el ritmo, el orden de las canciones es claramente como una narración con un principio y un final. Hay un riff que metimos casi un poco de casualidad al final de la última canción que repite el de la primera y cierra el círculo. Otras veces hemos dejado detalles así en los discos, y la gente no lo ha pillado.

¿Qué máximas te impusiste de cara a la grabación? ¿Dejaste que fluyera?

Sí, era una de las premisas del disco. Detenerme a mí mismo antes de querer controlar todo, que a veces yo peco un poco de eso. Es una manera de trabajar y da unos resultados concretos, y otra manera es dejar que las cosas fluyan, y se obtienen otros resultados diferentes. Eso a mí me tiene muy orgulloso, porque he conseguido sujetar los caballos y mi ímpetu controlador, y ha dado otros resultados diferentes, que es precisamente lo que yo quería: llegar a sitios diferentes que nunca había llegado, y perder un poco el control de la situación, no sentir que estaba seguro haciendo lo que estaba haciendo, sino que pisaba terreno frágil y desconocido para mí. El resultado ha significado espectacular. Soy muy fan de este disco; es mi favorito.

Decía Bowie que a la creatividad nunca hay que ponerle límites.

Por supuesto, pero controlar el proceso creativo no es poner límites a la creatividad. Eso es otra cosa. Nunca le he puesto límites a la creatividad. Nunca ha ocurrido algo creativo en el proceso de un disco y lo he amputado, pero sí que he controlado el proceso para llegar a donde yo quería llegar. Esta vez lo que he hecho es dejarme llevar, y que la obra y el proceso me llevasen a un sitio nuevo que yo no sabía, no había planeado. Son cosas diferentes; eso no es cortar el proceso creativo, que por supuesto no hay que hacerlo nunca jamás.

"No le he puesto límites a la creatividad, pero sí que he controlado el proceso para llegar a donde yo quería llegar"

¿Qué papel jugó el productor José Nortes? El sonido parece especialmente noventero, con una influencia de Radiohead o de Smile, el grupo paralelo de Thom Yorke y Johnny Greenwood.

Eso ha sido una obsesión, porque a mí el proyecto de Thom Yorke y Johnny Greenwood me voló especialmente la cabeza, y se ha notado en las composiciones, en el trabajo en el local de ensayo..., y José Nortes ha entendido perfectamente que eso estaba ocurriendo y ha sabido arroparlo primero en la grabación, aportando ideas y generando un clima que nos llevase a eso, y luego en las mezclas: han sido espectaculares; las más bonitas que ha hecho. Normalmente acaba el proceso de grabación, yo me voy a casa y dejo a José solo trabajando. Él empieza a mezclar y me envía su propuesta. Es de las veces que menos le he corregido, porque, según llegaban las mezclas, me volaban la cabeza.

Siempre se dice que el arte surge como una reacción a algo. ¿Aunque estemos muertos es también una reacción al mundo en que vivimos?

Toda obra de arte es una reacción al mundo en que vivimos y a cómo lo interpretas tú. De hecho, acabas de dar la que para mí es la definición del arte y del proceso creativo.

En Bla, bla, bla cantas: "Y morirán la poesía y la ciencia ficción y brillarán los policías". ¿Qué ocurriría si muere la poesía?

Es una metáfora, una fantasía pesadillesca. Yo creo que nunca morirá, pero si insistimos en entrar como elefante en cacharrería en el mundo de la ficción, de la creación, del arte, con normas éticas y morales que rigen nuestra vida civil, corremos el riesgo de cargarnos gran parte del arte, de la espontaneidad y de eso de no poner límites a la creatividad, y mucho menos límites morales y éticos. Esta onda moralista y puritana que ataca al arte peligrosamente hay que combatirla. La censura en determinados ámbitos a la libertad de expresión puede llegar a ser comprensible, incluso necesaria. Si un juez, un político o un profesor de universidad no puede decir lo que le dé la gana, yo creo que en el arte, en la ficción, hay que ser absolutamente talibán en la defensa de la libertad de expresión total, sin límites. En el arte se puede decir y hacer lo que a uno le dé la gana, porque es el mundo de la ficción, de lo abstracto, de lo no literal. Censurar el arte es la cosa más medieval y absurda que existe, y hay que combatirlo.

"Censurar el arte es la cosa más medieval y absurda que existe, y hay que combatirlo"

En la canción titular cantas: «Huye de los días sin sentido». ¿A dónde huyes tú?

Huyo padentro muchas veces, abstrayéndome de lo que tengo alrededor, o me aturde, o me aburre, o no lo entiendo y no encuentro la manera de formar parte de ello. Y a veces huyo a nuestro rincón secreto, pero, como es secreto, no te lo digo.

¿Te descubres en este disco y en Buscando a Coque, la película que se estrena el próximo mes de febrero?

No es documental . Salió un documental, Jorge, que ya se estrenó y tuvo su recorrido, y ahora se estrena Buscando a Coque, una comedia protagonizada por Hugo Silva y Alexandra Jiménez, y yo hago de hilo conductor de una historia de pareja, pero no cuento mucho más. Yo creo que me descubro de una u otra manera en todos mis discos, y en todo lo que hago, porque no soy un cronista, ni tampoco un novelista de canciones. No invento historias, cuentecitos, ni hago crónica social, o muy poco; suelo verter en mis canciones muchas de mis obsesiones personales. Me descubro mucho en casi todo lo que he hecho.

¿Cómo te planteas trasladar este diálogo entre vida y muerte a los escenarios?

Ha sido complicado, pero ya lo tenemos, y yo me he quitado como 10 años de encima, porque estaba preocupado: no conseguíamos dar con el ritmo del show. Vamos a hacer una primera parte muy centrados en el disco, en el clímax, vamos a sumergir a la gente en ese viaje submarino que es el disco, y luego habrá una segunda parte más luminosa con todos los hits, Los Ronaldos, fiesta, las luces encendidas y arriba... Pero me apetece mucho dedicarle una primera parte al disco. Lo hemos probado ya, y funciona muy potente.