Ha volado Lionel Messi del Camp Nou para aterrizar en París junto a su amigo Neymar. Kylian Mbappé, el tercer delantero del PSG, escucha los millones de seducción de Florentino Pérez para intentar escapar hacia el Madrid. Cristiano Ronaldo ya se evadió de Turín para regresar al Manchester United después de tontear con el City, que antes había adquirido a Jack Grealish por 117 millones de euros y pujaba con 100 más por Harry Kane. El Barça es un espectador de todo este trasiego, condenado a mirar y a no tocar.

“Entiendo que el aficionado del Barça esté frustrado, por un lado. Pero, por otro, hay que ser realista. Económicamente, el club no puede competir con los mejores del mundo”, reflexionaba ayer Ronald Koeman, el primero que sufre la carestía de recursos, pese a que ha recibido cuatro fichajes (Sergio Agüero, Memphis Depay, Emerson Royal y Eric García). Tres a coste cero y nueve millones por el lateral brasileño. Y si no puede competir a nivel económico, no podrá competir en el plano deportivo habiendo perdido, además, a Messi, el mejor futbolista de todos. “Si el Madrid tiene el dinero, que fiche a Mbappé. Es de los mejores del mundo y yo también quiero tenerlo en mi equipo”, asumía Koeman con frialdad, con envidia sana, aunque le parecían un disparate, “absurdas”, las cifras que se gastan hoy en día por un futbolista ante la crisis general provocada por la pandemia, no solo en el fútbol, sino en el planeta. Koeman tiene asimilado que a él le toca manejar un Barça precario, aún más en este inicio de temporada con lesionados “que serían titulares”.

De las ocho bajas que contaba esta semana, ha recuperado tres piezas. Ronald Koeman deslizó el técnico la necesidad de hacerse fuerte en casa.