Se ha jubilado un grande, ¡un señor! Andrea Dovizioso (Forlimpopoli, Italia, 23 de marzo de 1986), campeón de 125cc, dos veces subcampeón de 250cc y tres veces subcampeón de MotoGP, siempre detrás de Marc Márquez, deja el motociclismo tras 20 años de impartir clases y 346 grandes premios consecutivos.

Ya está. Ya no es piloto. Empieza una nueva vida. ¿Con qué cosas se queda de todo lo vivido?

He vivido en Misano un tsunami de felicidad hacia mi persona y, sí, tal vez, hacia el reconocimiento de mi. Y todo eso te produce un enorme placer y orgullo. No sé, me voy con la sensación y, ciertamente, es maravillosa de que, en estos 20 años, algo dejo, algo he transmitido a la afición, en algo he contribuido a la grandeza de este deporte.

¿Qué le han aportado las motos, el Mundial de motociclismo, a Andrea Dovizioso?

Me ha permitido vivir un sueño. Me ha hecho crecer y madurar muy rápidamente, casi de niño. He vivido la vida que he querido. Sí, con mucho riesgo, mucho sacrificio, pero tú te levantas cada mañana con un objetivo claro: mejorar, correr, ser competitivo, ser el mejor, ganar. No todo el mundo tiene la suerte de tener un objetivo en la vida. Y si esa pasión la descubres a los cuatro años, entonces es toda una vida dedicado a lo que amas.

Y por eso maduró tan joven.

Vivimos rodeados de gente mayor que nosotros, pues empezamos siendo niños. Si te quedas en casa, si vives una vida normal, no tienes la posibilidad de relacionarte con personas mayores, que son continuamente tu referente y te ayudan a crecer antes de tiempo.

Y el crecimiento es total, rápido.

Si eres un piloto que gana muchas carreras, títulos, famoso, popular vives en un mundo aparte, en una burbuja y ciertas dinámicas de la vida te las pierdes. No sé, no puedes ir al cine, conocer chicas, salir con los amigos o... vale, sí, puedes, pero es muy complicado. Pero, por otro lado, eso te ayuda a madurar rápidamente, de niño, de joven, porque debes tomar decisiones continuamente. Y, además, te conviertes en un ejemplo y debes vigilar. En ese sentido, vivir rodeado de gente mayor, te ayuda crecer y tomar esas decisiones. Viajar, conocer países y sociedades, gentes, diversas también te ayuda a valorar lo que tienes.

¿Qué ha aportado Dovi al Mundial, al mundo de las carreras?

La pasión de mi padre, un loco, un apasionado, del motocross y esa pasión me la ha transmitido en una pista de motocross.

¿Existe el piloto perfecto?

He tenido la fortuna y, claro, la dificultad, de enfrentarme a auténticos campeones de este deporte como Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, Valentino Rossi, Casey Stoner y Marc Márquez. Todos muy distintos y, por lo tanto, de todos aprendes. También aprendí de los que no ganaban. Cómo afrontaban el fin de semana, la quali, las curvas, las frenadas, estilo de pilotaje, cómo tratan los neumáticos... siempre hay algo que el otro hace mejor que tú.

Siempre pegadito a Márquez.

¿Cómo haces para no mirar a Marc? Marc siempre encuentra soluciones a todo. Yo le vi, yo era el único que lo sabía: Marc ganó el año pasado tres carreras con el húmero que se le movía en el interior de su brazo derecho 30 grados. ¡Por favor! Todo lo que le he visto hacer a Marc es pazzesco (locura, de locos, increíble, inalcanzable, alucinante). Su fuerza física, la intensidad con la que vive y corre, su pasión, la sensibilidad del límite, su conocimiento del límite… Marc ha traído muchas cosas a MotoGP, pero lo que más admiración ha provocado en nosotros es jugar con el límite sin preocuparse.

Explíqueme esa sensación.

Antes de llegar Marc, todos buscábamos llegar al límite en la pista pero, cuando lo sentías cerca, levantabas el gas. Marc, sin embargo, sabe vivir por encima del límite o justo sobre él. Es como si surfease sobre el límite, juega con él. Y eso ha obligado a los demás a buscar esa sensación. El acercamiento al error ha cambiado. Marc ha demostrado que se puede jugar con el límite. No hablo de lucha, hablo de pilotaje. Puedes entenderlo, pero es imposible de copiar.

¿Cree que volverá a ganar?

¿Qué si volverá ganar? Ya está aquí. ¡Claro que volverá a ganar! ¿A ser el mejor? Lo tengo claro. Le mueve la pasión por correr, por hacer disfrutar a los demás.