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Normalizar la baja por maternidad

Cada vez más deportistas reemprenden su carrera tras dar a luz en contraposición a las cláusulas antiembarazo que se imponían en algunos contratos hace menos de una década

Melanie Serrano. |

Melanie Serrano. | / Inés Sánchez

Inés Sánchez

Hace siete años, algunos clubes de baloncesto todavía incluían cláusulas antiembarazo en sus contratos. Cláusulas que aparecían en el apartado de falta de profesionalidad y que permitían a los equipos echar a sus jugadoras con la misma facilidad que si hubieran dado positivo en los test antidopaje. El deporte era el único oficio en el que no regían las leyes laborales.

Ana Peleteiro.

Ana Peleteiro. / Inés Sánchez

Pero ahora la realidad es muy distinta. Y las mujeres comienzan a tener los derechos que les corresponden por ser trabajadoras. La tenista Margaret Court, que fue precursora en la cuestión, ha dado el relevo a Ana Peleteiro, Serena Williams, Maialen Chourraut, Jessica Ennis-Hill, Alex Morgan, Maria Alharilla, Tianna Hawkins, Magali Mendy, Marta Corredera o Sara Björk, algunas de las deportistas que se han negado a escoger entre su profesión y la maternidad. Y abren una brecha de normalización como madres y deportistas.

Ona Carbonell.

Ona Carbonell. / Inés Sánchez

La primera en regresar

María Alharilla, capitana del Levante, se convirtió en noviembre en la primera jugadora de la liga española en volver a jugar tras quedarse embarazada. La futbolista no puede reprochar nada al Levante. Todo lo contrario. El club le renovó su contrato por dos años —uno más de lo que obliga el convenio— y formó a sus profesionales para su recuperación. “Era una situación nueva para fisios, médicos, readaptadores y preparadores físicos. Pero en ningún momento me he sentido sola”, afirma la jugadora a El Periódico, publicación de Prensa Ibérica, editora de LA OPINIÓN. “Con el tiempo se normalizará. El fútbol es nuestro trabajo y las demás empresas sí saben cómo actuar. Queremos lo mismo”, sentencia.

Alharilla ha gestado a su segundo hijo, ya que el primero lo tuvo su pareja. “Ahora los clubes nos tienen más en cuenta en todos los sentidos. Hay mucha gente en el staff más cualificada y me sentía más segura de volver”, explica. “Nunca sentí miedo, pero sí dudé. Cualquiera hubiera dudado. Sabía que el Levante me iba a apoyar pero me sorprendió su cercanía. Quico, el presidente, me llamaba para preguntarme por mi embarazo”, añade Alharilla, que entrenó hasta 15 días antes del parto. “Cuando volví a jugar no fui consciente de lo que había conseguido hasta que llegué a casa. Estaba en las nubes”, confiesa Alharilla, que jugó sus primeros minutos ante el Sporting de Huelva a principios del mes de noviembre. Y admite: “Si una jugadora quiere ser madre lo será con el apoyo del club o no. Es un derecho que tenemos y que no nos pueden negar”.

El reto de volver a competir

Muchas deportistas han demostrado que pueden volver al mismo estado de forma tras ser madres. Silvia Domínguez se alzó con el bronce en el Eurobasket tres meses después de dar a luz. Paula Radcliffe ganó su segundo maratón de Nueva York solo un año después de ser madre. Ona Carbonell entrenó 10 horas diarias para los Juegos de Tokio un mes y medio después de tener a su primer hijo. Y Alex Morgan debutó con el Tottenham seis meses después. Alharilla comenzó a entrenar seis semanas después de tener a su segundo hijo. “A mí todo me ha ido genial y no hemos tenido ningún contratiempo. Estuve 50 días sin entrenar porque cicatrizaba más lenta pero lo demás fue sobre ruedas. Tuve que parar un poco por molestias en las articulaciones, pero es lo normal al estar tanto tiempo sin entrenar”, explica. “Esta temporada me propongo llegar al nivel con el que me quedé embarazada. Es cuestión de minutos. Estoy genial y lo voy a conseguir”, añade.

Ana Peleteiro parece seguir los pasos de Alharilla, Morgan y Carbonell. “Hoy hace seis semanas desde que di a luz. Seis semanas que por falta de información pensaba que el hecho de dar a luz mediante una cesárea me alejaría de las pistas durante mucho más tiempo. Hoy, seis semanas más tarde, a pesar de las dudas, de los miedos y de las inseguridades, puedo decir que estamos en el proceso y muy cerca de estar al 100% recuperada. Y sí ¡he vuelto a correr! Sin dolor, sin molestias, sin tirantez y sobre todo sin miedo y con más seguridad que nunca”, ha escrito esta semana en Instagram.

El caso de Serena Williams fue más complicado. No estaba en las condiciones óptimas pese a que ganó el Abierto de Australia estando embarazada, se plantó en la final de Wimbledon seis meses después de tener a su hija y conquistó el torneo de Auckland en 2020. “Pasé de una cesárea a una segunda tromboembolia pulmonar, y luego a una final de Grand Slam. Jugué mientras amamantaba. Jugué mientras sufría de depresión posparto. Pero no pude lograrlo”, confiesa.

Menos de dos meses después del regreso de Alharilla fue María Pry, la entrenadora del Madrid CFF, quien hizo historia como la primera técnica en coger la baja por cuidado de un menor, conocida como la de maternidad.

Junto a su pareja, Ana Llamas, segunda entrenadora del equipo, fueron madres de trillizos el 31 de diciembre. “Cada vez somos más mujeres entrenando y tenemos derecho a quedarnos embarazadas. Hay que darle la más absoluta normalidad como en cualquier otro trabajo. Tienen que respetar esas necesidades, porque cada embarazo y nacimiento es distinto”, explica.

Igual que en el resto de trabajos, lo que futbolistas y entrenadoras piden es la normalización. No tener que escoger. “El fútbol está cambiando, como la sociedad. Tenemos que ser conscientes de que podemos crear nuestra familia. Tenemos que normalizar una situación que ya se ha producido en otros trabajos”, afirma. “Intentamos compaginar nuestra profesión y vida personal y todas las partes tenemos que trabajar para ello, clubs, instituciones, trabajadores y las propias jugadoras y entrenadoras”, añade María Pry.

En el caso de las futbolistas, les ampara el convenio colectivo. A ellas, el derecho laboral. “A finales de diciembre me reuní con el club. Nuestra situación es atípica, por ser trillizos y porque podían ser prematuros. Tanto el club como nosotras teníamos que tener esta prevención e informamos que yo cogería la baja por cuidado de un menor. Estoy muy agradecida al club por respetar nuestra decisión”.

Pero no todos los clubes muestran la profesionalidad del Levante o el Madrid CFF. El Olympique de Lyon le negó a Sara Björk el sueldo. Y ahora deberá indemnizarla con 82.000 euros. La lucha de Bjork ejemplifica que la evolución del fútbol femenino aún está incompleta. “Quiero asegurarme de que nadie tenga que pasar por lo que yo pasé. Y quiero que el Lyon sepa que esto no está bien. Se trata de mis derechos como trabajadora, como mujer y como ser humano”, escribió la futbolista en The Players Tribune. “Tengo muchas esperanzas en el fútbol. ¿Las instalaciones? ¿La inversión? ¿El nivel? ¿La afición llenando el estadio? Hemos llegado tan lejos. Pero la realidad es que, cuando se trata de la cultura en general, hay mucho más trabajo por hacer. Nos merecemos algo mejor”, sentenció la futbolista. La lucha continúa para que ninguna deportista tenga que volver a elegir.