Fútbol - Liga Europa

El Sevilla sigue siendo el rey

Montiel marca el último tanto

El sevillista Bono celebra el triunfo tras el último penalti. |  // ANNEGRET HILSE

El sevillista Bono celebra el triunfo tras el último penalti. | // ANNEGRET HILSE / Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Dicen que nunca se rinde y es cierto. Toda relación amorosa requiere de pequeños reveses para forzar que la tenacidad se sume al sentimiento y el vínculo se robustezca. Eso le sucede al Sevilla con la Europa League, siete matrimonios ya, los cuatro últimos sellados con el desliz de iniciar la final con el marcador en contra. Y ni José Mourinho, tan inmaculado hasta ahora en finales europeas como el propio Sevilla, logró que el romance se quebrara, volviendo el conjunto hispalense, casi 150 minutos de juegos y tanda de penaltis mediante, adonde siempre acaba regresando, al altar divino de la Europa League.

Gerardo Montiel, el hombre que dio a Argentina el Mundial, fue el héroe del Sevilla, autor del penalti definitivo que lleva la Séptima a las vitrinas del Sánchez-Pizjuán. Y que, de paso, concede billete al equipo para la próxima Champions, un premio extra que pasa desapercibido ahora que el champán sigue disparando espuma, pero cuya importancia es capital para el club, en lo económico y también en lo emocional.

La Roma buscaba una mínima oportunidad para morder y la encontró en una pérdida de Rakitic en el centro del campo. Mancini apareció para quedarse con el balón y servírselo a un Paulo Dybala que llegaba presuntamente tocado a la final. Control orientado y disparo cruzado para salvar la salida de Bono. Pura magia de La Joya.

Despertó el Sevilla antes del descanso a base de colgar balones al área y buscar segundas jugadas. Rakitic llegó a estrellar un balón en la base del poste, rozando un empate que en absoluto habría sido injusto, pero el Sevilla se fue a vestuarios en inferioridad. La mejora en esos minutos no llevó a engaños a Mendilibar, que decidió arrancar la segunda parte con Lamela y Suso en el campo.

El gol del empate llegó en el minuto 55 desde los pies de Jesús Navas, eterno él, quien puso un centro en el área tan envenenado que Mancini ya lo había metido en su propia portería cuando quiso calcular su trayectoria. Las cosas mejoraron aún más para el Sevilla cuando el cuerpo Dybala levantó la bandera blanca y se encaminó hacia el banquillo en el minuto 68, pues era el argentino quien dinamizaba a la Roma, a través de balones al área. Rozó incluso el éxtasis el equipo de Mendilibar a 15 minutos del final, pero el árbitro corrigió en el monitor su decisión inicial de sancionar como penalti una acción de Ibáñez sobre Ocampos. No lo era.

Fue bastante mejor el Sevilla en la prórroga, aunque sin ocasiones verdaderamente claras, mientras iban apareciendo los calambres en las piernas de los futbolistas. Especialmente, y de forma sospechosa, en las de Matic, perro viejo. Y después de que Smalling estampara un balón en el larguero, ¡tras 12 minutos de descuento!, llegaron los penaltis que encumbraron a Montiel. Otra vez. Qué año el suyo. Qué siglo el del Sevilla.