Fútbol - Liga de Campeones

El Real Madrid hace los deberes en Múnich

Dos goles de Vinicius para afrontar la vuelta de la semifinal en el Bernabéu con garantías

Vinicius festeja uno de los dos goles conseguidos ayer ante el Bayern Múnich. |  // CH. BRUNA

Vinicius festeja uno de los dos goles conseguidos ayer ante el Bayern Múnich. | // CH. BRUNA / Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Se anunció como lo que era, un partido mayúsculo. Dos pesos pesados frente a frente por 27ª vez en Europa. El Bayern aferrado a la única competición que puede evitar una hecatombe, quedarse en blanco por primera vez en doce años. Enfrente un Real Madrid “en transición” a la espera de Mbappé capaz de mutar para competir en busca de otra Champions imposible. Dos trasatlánticos que se citaron en un escenario deslumbrante, probablemente el mejor estadio de Europa, si no del mundo en estos momentos. Y el espectáculo cumplió las expectativas...

El ruido es ensordecedor, la Curva Sur alemana brama enaltecida por el inicio de partido de los suyos. Ellos parecen el Real Madrid Ancelotti pasea como un león enjaulado por la zona técnica mientras sus defensas abusan de los pelotazos a un Vinicius que ha dejado a Rodrygo la banda. El Bayern asfixia a Kroos y cortocircuita al Madrid. Todo el banquillo visitante pide calma tras la enésima pérdida en otro pelotazo sin sentido. Los alemanes se anticipan a los delanteros blancos en cada balón y así es muy complicado. El púbico lleva en volandas al Bayern, pero con el paso de los minutos la figura de Kroos se va agigantando. Toni es la chispa que enciende el fuego eterno de este Madrid, el que enfría el infierno muniqués con su pausa.

Y entonces ocurre. Kroos recibe en el medio y Vini viene a buscarla a la corta, el coreano Kim pica y le sigue buscando anticiparse. Cuando se da cuenta de que es una trampa ya es demasiado tarde. Está muerto. El brasileño lanza entonces un desmarque a su espalda y Kroos saca el Stradivarius para regalarle medio gol en un pase con música al que Vinicius le pone el lazo. Minuto 24. Cero a uno. El Madrid no amaga, siempre pega.

Amanece una segunda parte de otro partido. Los inagotables cánticos de la hinchada local no prenden en su equipo, que persigue sombras ante un Madrid que estira el campo o lo convierte en un embudo a conveniencia. Ahora el dilema para Tuchel es si jugar pensando en el partido o disputarlo con la eliminatoria en la cabeza. La respuesta es un ajuste táctico que lo cambia todo; cambia a los extremos de banda. Sané celebra su cambio de banda entrando en diagonal para clavar un zurdazo en la red sin que Mendy pueda hacer nada. El gol inflama el ambiente en el césped y en la grada. Y tres minutos después es Musiala, el otro puñal, quien prueba otra diagonal, esta vez desde la izquierda, recortando a Lucas, que mete la pierna y le trastabilla. Penalti. Kane enciende de nuevo el infierno rojo al transformar el gol. El Madrid se desploma en cuatro minutos y Ancelotti recurre al músculo retrasando a Tchouameni y dando entrada a Camavinga en el medio. Son los momentos más complicados para el Madrid . Toca tomar riesgos. Modric y Brahim al campo con veinte minutos por delante. Kroos y Bellingham fuera. Carlo retira del césped el terciopelo para buscar un fútbol más abrasivo y vertical.

Es momento de recurrir al peso de la camiseta. Vinicius recibe una pelota rodeado de rivales, caracolea y da un pase a Rodrygo, ese delantero al que el fútbol sala afiló su repertorio, quien se revuelve y es derribado por Kim. Otro penalti. Vinicius vuelve a batir a Neuer. El orgullo bávaro empata con la inquebrantable fe madridista. La semifinal se decidirá en el Santiago Bernabéu. Justo empate. Batalla descomunal.