Mide 211 centímetros, pesa 110 kilos, tiene un cuerpo musculoso de jugador de baloncesto profesional y se alimenta solo a base de vegetales. Gary McGhee, pívot estadounidense del Leyma, se describe en su perfil de Twitter como vegetariano. Y lo escribe con orgullo porque es algo que recientemente ha cambiado su vida y, de paso, su juego. Tomó la decisión el pasado mes de julio, en principio por un mes, y ya no ha abandonado este tipo de alimentación. “Ha ayudado muchísimo a mi cuerpo. Tengo más energía y además me siento mejor en la cancha”, asegura. Sus números lo reflejan. McGhee, que llegó ya iniciado el curso, ha pasado por un proceso acelerado de adaptación a un equipo nuevo —y este, confeccionado para Blackwell, a él— ya es uno de los hombres más influyentes en la pintura de la liga, tercero en las estadísticas de rebotes.

¿Cómo puede un gigante conseguir energía sin ingerir carne? “Intento comer muchas habas negras, huevos, yogures y avena. Y cuando me toca comer fuera de casa suelo pedir tofu”, enumera sobre los ingredientes principales de su dieta habitual, que consta de tres comidas diarias y un pequeño aperitivo, además de sueros de proteínas después de cada entrenamiento o sesión de musculación. “También tomo suplementos vitamínicos para ayudarme con la energía”, añade. Con 32 años el cuerpo necesita mimos y somos lo que comemos. Una de las razones que explican que su rendimiento no haya bajado ni un poco con respecto a hace diez años.

“El entrenador quiere de mí simplemente que haga mi juego, que es ser un jugador fuerte defensivamente, buen reboteador y anotar bajo canasta”, dice sobre su rol dentro de la pista, aunque también tiene otro fuera de ella: “Soy uno de los veteranos del equipo, así que se me pide que haga un poco de líder”. Sus actuaciones han ido de menos a más y se empieza a intuir una conexión especial con Zach Monaghan, prácticamente el yin y yang del equipo. “En los últimos meses empezamos a construir una buena química en los entrenamientos y estamos empezando a trasladarlo a los partidos. Es un buen jugador en el pick and roll y eso es una parte clave de mi juego. Nos complementamos en la pista”, analiza.

Así, el Leyma se reafirma con sus dos últimas victorias, en Valladolid y en Lugo, que le mantienen segundo y como uno de los favoritos al ascenso. “La ACB por supuesto que es un objetivo y queremos luchar por esa oportunidad, pero solo estamos es la primera parte del campeonato y el entrenador nos deja claro que tenemos que ir día a día y partido a partido”, indica. “Es una buena filosofía para no ir nunca por delante. Tenemos que continuar mejorando cada día para que cuando vengan los play offs podamos ir a por el objetivo de ser campeones”, añade. Entre lo que tienen que mejorar, está el ataque: “Tenemos que estar más unidos y ser más productivos. También somos uno de los mejores equipos de la liga a nivel defensivo y a nivel reboteador y por eso es algo en lo que tenemos que seguir trabajando”.

McGhee llegó a A Coruña después de que el equipo sufriera un gafe con sus jugadores interiores. Primero, con una decisión personal de Perris Blackwell, que se marchó a su país para cuidar de su padre. Después con la lesión de gravedad de Mouha Barro. Sin olvidarse de los problemas musculares de Abdou Thiam. Para el norteamericano, acostumbrado a los cambios —pasó por Turquía, Alemania, Francia, Polonia, Kosovo, Grecia y Portugal—, se trata de “una experiencia y objetivos nuevos”, pero sí que es un año especial por todo lo que le rodea en el contexto generado por la pandemia. “Es la primera vez que estoy tanto tiempo lejos de mi familia, mi mujer y mi hija de dos años”, comenta a la vez que reconoce que está siendo duro porque cada vez está es más complicado conseguir permisos para familiares.

Igualmente sigue de cerca la actualidad en su país, que pasa por el ataque de la semana pasada al Capitolio. “Es muy triste y preocupante ver a gente enfadada por los resultados de unas elecciones a la presidencia y que eso se convierta en violencia y terrorismo hace quedar en mal lugar a mi país. Espero que todos los involucrados sean acusados y procesados”, zanja sobre lo ocurrido y reflexiona en voz alta lo que muchos piensan: “Si esa gente se hubiese parecido a mí y fuesen negros, les hubiesen disparado o arrestado allí mismo. Una muestra de los prejuicios y el racismo que existen en América”.