El Leyma Coruña pasa esta temporada por un calvario de lesiones. La última, la rotura del tendón de Aquiles de Augustas Peciukevicius. Al base lituano le queda una larga recuperación por delante. Pero si hay alguien que sepa lo que le espera ese es su compañero y compatriota Gediminas Zyle. Al ala pívot le recorrió un escalofrío al ver a su amigo sobre la pista, agarrándose el pie izquierdo con ese gesto inconfundible de dolor. Demasiados recuerdos. En mayo de 2019 le pasó lo mismo con la rodilla. Después de 19 meses de trabajo, muchos días buenos y otros tantos malos, dos operaciones de por medio, regresó a las pistas en diciembre vistiendo la camiseta naranja, con evidente falta de ritmo, pero con todo el derroche del mundo. Solo dos meses después, el sábado firmó su mejor actuación: 18 puntos, 4 rebotes y 19 de valoración. “Siempre tienes que estar optimista y nunca tienes que dejar de trabajar duro porque si lo haces, lo consigues”. Es la lección positiva de un tiempo muy duro.

“Estar lesionado tiene más cosas malas que buenas, claro”, dice el lituano, de 32 años. Más cuando este tiempo no parece tener fin. “Para mí el peor momento fue cuando me dijeron que me tenía que volver a operar. Cada vez que intentaba volver, algo iba mal”, reconoce. También que todas las posibilidades pasaron por su cabeza. ¿Volvería a vestirse de corto? ¿Tendría que retirarse? Se tenía que sentar en las gradas del Palacio de los Deportes de Riazor como un espectador más. “Tenía muchas ganas de jugar, ver a toda la gente disfrutando la verdad es que se hacía duro. Pero cada vez que venía a A Coruña quería ir a ver a los amigos y apoyar al Leyma, aunque lo pasara mal”, recuerda. Pero siempre intentaba ser positivo. “Es lo mejor que he sacado de todo esto”, admite.

Si volvió fue primero por su esfuerzo. Después, por el apoyo de Gustavo Gago, preparador físico naranja con el que vivió todo el proceso. Y tercero, porque tanto el club como el entrenador esperaron por él y supieron tener paciencia, además de que se dio el momento con tanta plaga de lesiones, sobre todo en el juego interior, del Leyma. “La recuperación es mucho más dura físicamente que los entrenamientos. Tienes que hacer más trabajo. Piscina, fisio y pista con Gus. Tres entrenamientos al día. Y muchas más visitas al gimnasio”, relata y se ríe sobre un comentario en redes sociales en el que un aficionado le dice que ya tiene más brazo que Rafa Nadal. “Poco a poco haciendo más pista, sin contacto, con contacto... aunque también hay que vencer al miedo”, advierte. Pero sí que hay un final feliz: “El miedo en la pista se olvida. Además la rodilla está respondiendo muy bien. Me faltaba un poco de ritmo de competición pero lo estoy ya cogiendo”, indica.

El sábado hizo su mejor partido tras el regreso, quizás espoleado por lo que en el segundo cuarto le ocurrió a Peciukevicius. “Fue un golpe muy duro para todos. Ver a tu amigo sufriendo de dolor... y yo ya pasé por esto y sé lo que le espera”, se lamenta Zyle, que le receta lo que a él, mentalmente, le funcionó: “Yo le aconsejo que sea optimista, que trabaje cada día, que se cuide, que coma bien. Va a tener días buenos y días malos, pero tiene que seguir con la cabeza bien arriba y trabajando”. Para el resto del equipo, la palabra clave es unión. “Todos tenemos que dar un paso adelante. Pecius es muy importante, por lo que generaba en la pista y por lo que había en el vestuario. Cubrir esa baja es muy complicado, pero tenemos que hacerlo entre todos”, reflexiona.

El sábado toca último partido de la primera fase en Oviedo y después los naranjas tendrán que afrontar otro parón de la competición antes de iniciar la segunda. “Por un lado nos viene bien para integrar al nuevo —Lottana Nwogno y si llega un repuesto para Pecius— y entrenar más. Lo malo. es que estamos jugando dos partidos, parando dos semanas. Jugando tres, volviendo a parar... es muy difícil pero contra esta situación no podemos hacer nada”, aporta. A él precisamente no le viene bien parar. Solo quiere jugar, jugar y jugar y encontrarse cada día mejor. En la posición que le pida el entrenador. “Yo estoy más cómodo de 4, pero si tengo que hacer de 5, lo haré, lo que me pidan”, señala. Dice, que tiene mucho que agradecer: “Al club y al entrenador por la paciencia. A Gustavo que estuvo cada día conmigo. A los fisios Bruno y Edu. Y a mi novia. Sufrió mucho conmigo. Le di mucho trabajo”. Mover 210 centímetros... Seguro que ella también esta tan fuerte como Nadal.