La Opinión de A Coruña

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María de Valdés, de la plata europea al quirófano

La nadadora del Liceo vuelve a empezar tras su segunda operación de hombro, pero trabaja para alcanzar su mejor versión y clasificarse para los Juegos Olímpicos de París 2024

María de Valdés, en la piscina del centro Liceo La Paz. | // VÍCTOR ECHAVE

María de Valdés cerró el pasado verano la mejor temporada de su carrera deportiva, por lo menos en cuanto a resultados se refiere, con la guinda de la medalla de plata en el Campeonato de Europa de aguas abiertas. Pero cuando participó en Roma ya sabía que unas semanas después iba a pasar por quirófano. La decisión ya estaba tomada y no la iba a cambiar porque necesitaba solucionar sus problemas de hombro, pensando sobre todo en un futuro que incluye, a largo plazo, los Juegos de París 2024. Así que en poco tiempo pasó del subidón del podio continental a verse obligada a empezar de cero mientras el resto de sus rivales sigue con la preparación de los retos de la presente temporada. Le toca de nuevo luchar, superar todas las adversidades. A principios de noviembre, dos meses después de la intervención, volvió a ponerse el bañador y a, poco a poco, ir recuperando sensaciones en el agua. Incluso no regatea a la hora de fijarse objetivos. “Quiero llegar al Mundial del próximo verano en Fukuoka”, desvela. Porque allí se repartirán las tres primeras plazas olímpicas —para las integrantes del podio— y quiere dejar su billete cerrado cuanto antes para que no le pase lo de Tokio.

La malagueña, que afronta la que será su sexta temporada desde que decidió trasladarse a A Coruña para entrenar, está acostumbrada a vivir en una montaña rusa. La temporada pasada ya lo fue. La inició con el sinsabor de haberse quedado fuera de los Juegos y el desánimo posterior, con una primera parte del año sin cumplir objetivos. Pero a De Valdés, que nunca se rinde, le acompaña una característica felina: tiene más vidas que un gato. Se marchó a una concentración en altura. Y a la vuelta todo empezó a fluir para acabar el curso de una forma arrasadora. Se colgó las medallas de oro nacionales en todas las distancias desde los 400 metros hasta los 10 kilómetros. Fue quinta y décima en el Campeonato del Mundo de aguas abiertas. Y plata en el Europeo.

Pero los éxitos no ocultaron que físicamente algo no iba bien. “No creía que fuera a hacerlo tan bien en el Europeo porque hubo muchos entrenamientos previos que no puede hacer. Estaba con mucho dolor en el hombro. Y ya no solo me estaba afectando en el deporte, sino en mi vida normal, incluso el brazo se me quedaba dormido. No podía aguantar mucho más”, recuerda la nadadora del Liceo. Así que junto a su equipo —médicos, fisios, psicóloga y entrenador Jesús de la Fuente— tomaron la decisión de que era el momento de operarse por segunda vez. La primera fue en 2016 por una fractura en el cartílago labrum. Esta segunda implicaba al bíceps. “Me lo tuvieron que cortar y ponérmelo fuera del hombro”, resume.

“Fue una decisión muy difícil porque además de que ya sabía a lo que me enfrentaba, estaba en mi mejor momento... y ahora digamos que en el peor”, continúa. “Ahora estoy en baja forma, todos mis compañeros están entrenando, mis rivales... y cuando lo pienso a veces me vengo abajo, pero es cuestión de seguir centrada en la recuperación”, dice. Fue como empezar de cero. El 2 de septiembre pasó por quirófano. A los pocos días ya estaba en la clínica Assistens para la movilización del brazo, que permaneció tres semanas en cabestrillo. “Los fisios han tenido una paciencia conmigo... hicieron mucho trabajo psicológico porque había días que creía que no iba a poder. Fue una recuperación lenta y que me costó mucho”, admite. Y con altos y bajos. Incluso sin querer ver noticias de natación. “Aún hace poco lo pasé mal porque pensaba que me había quedado estancada. Pero después volví a dar un salto enorme en la recuperación”. Toca paciencia. Pero la vuelta al agua siempre es una motivación para una sirena. De la mano de los fisios tuvo que volver a familiarizarse con el medio porque el único recuerdo que tenía era “entrenar con dolor”. Ahora ya con Jesús de la Fuente empieza a acumular metros, pero con mucha cautela: “Trabajamos técnica, virajes, piernas... las sensaciones son buenas”.

Para la recuperación le ayuda el hecho de fijar su atención en un objetivo ambicioso. “Estamos trabajando para llegar al Mundial de julio, que es en Fukuoka, y eso es lo que me da la motivación cada vez que me levanto. No sé qué pasará, si me saldrá bien o mal, pero espero que bien y en febrero o en marzo ya estar bien”, indica. En el Mundial habrá mucho en juego porque arranca la carrera hacia París. Las tres primeras obtendrán plaza y el resto tendrá que jugárselo en un campeonato clasificatorio previsto para febrero de 2024, que repartirá otros trece billetes. Y después todavía habrá una última repesca de cinco por continente. “Prefiero tener un objetivo ambicioso que me ayude en el día a día”. Nunca mirar abajo, al vacío. Solo al frente.

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