Una temporada más el Deportivo no estuvo a la altura de su afición, dolida y hastiada por tantos años seguidos de decepciones, pero a la vez fiel al equipo coruñés. Lo demuestra el número de abonados con el que se cerró el curso, 22.364, un respaldo similar al de las campañas más recientes. 23.510 carnés se despacharon el año anterior, el del descenso a Segunda B, una tragedia histórica ante la que el deportivismo respondió mayoritariamente reafirmando su inquebrantable fidelidad al equipo blanquiazul.

Ni siquiera las restricciones por la pandemia —que obligaron a tener que disputar tres jornadas sin público en Riazor, ante Racing de Ferrol, Unionistas y Guijuelo, y las otras nueve con un aforo limitadísimo— provocaron un aluvión de bajas. Apenas mil abonados menos con respecto al ejercicio anterior, una nueva prueba de que el deportivismo no entiende de categorías y quiere apoyar siempre al equipo desde donde le toque en cada momento y situación.

Esos 22.364 abonados de la temporada recién acabada suman más que los que registró el Dépor en varias de sus últimas participaciones en Primera. Por ejemplo, durante el lustro que transcurrió desde la campaña 2006-07 (18.395 socios) —la segunda y última de Joaquín Caparrós en el banquillo blanquiazul— hasta el descenso de la 2010-11 (15.494) —con Miguel Ángel Lotina al frente— el club nunca alcanzó los 20.000, cantidad superada ahora con creces pese a competir dos categorías más abajo.

Números incomparables a los de los demás clubes de Segunda B y por encima también de muchos equipos de Segunda e incluso de Primera, como por ejemplo el Villarreal, flamante campeón de la Liga Europa con 18.000 socios, a los que premiará renovándoles gratis incluyendo la Champions del año que viene. El Deportivo trabaja ya en las líneas maestras de su nueva campaña de abonos, de momento sin fecha aproximada para su presentación.

Los 5.000 de la despedida de Riazor contra el Langreo, el techo de una temporada atípica

Las restricciones de aforo derivadas de la pandemia condicionaron el desarrollo de la temporada y afectaron especialmente a aquellos equipos con un respaldo masivo de aficionados, el Deportivo el primero. Aun así el aliento de los seguidores blanquiazules ayudó a los jugadores a sacar varios partidos adelante, empezando por el de la jornada inaugural frente al Salamanca (2-1), decidido con un cabezazo in extremis de Eneko Bóveda en el tiempo de descuento. “Quien nos hizo ganar el partido fueron estos 3.000 aficionados que estuvieron en Riazor”, resumió el entonces técnico blanquiazul, Fernando Vázquez, tras la apurada victoria. Después accedieron al estadio 150 seguidores contra el Coruxo, ninguno frente al Racing de Ferrol, 1.000 contra el Celta B, 500 ante el Compos, ninguno frente a Unionistas y Guijuelo, 500 contra Pontevedra, Zamora y Marino de Luanco, 1.000 ante el Numancia y 5.000 en el último compromiso en casa frente al Langreo. Sumando todos los aforos de Riazor a lo largo de los partidos de Segunda B que el Dépor disputó el pasado curso en casa se ocuparon en total 12.150 asientos a lo largo del campeonato. Es decir, poco más de un tercio de los aficionados que Riazor está capacitado para acoger en un solo encuentro.