La Opinión de A Coruña

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Deportivo

El Dépor llega tarde al Cerro

Reaccionó con el partido demasiado avanzado después de una primera parte infame y le faltó pegada para culminar el arreón final con un gol - Se deja otros dos puntos ante un flojo Rayo, que por algo es penúltimo

Kuki Zalazar se lamenta tras una ocasión fallada frente al Rayo Majadahonda. | // LOF

Los partidos se ganan en 90 minutos, no en 45, ni en los 20 finales. En el Cerro del Espino el Deportivo regaló toda la primera parte, llegó tarde al partido y lo acabó pagando con un empate que suma muy poco ante un rival flojo, flojísimo, que por algo es penúltimo en la tabla. El Rayo Majadahonda solo sufrió en la recta final, cuando de verdad el Dépor se fue adelante con todo en busca del gol. Ahí sí generó llegadas y ocasiones. Algunas claras, puede que suficientes para que hubiera acabado llevándose el partido, pero su falta de pegada y las manos de Lucho García le privaron de una victoria imprescindible para engancharse a la zona alta. Otros dos puntos que se pierden por el camino. Demasiados para que las cuentas salgan, por mucho que la temporada todavía esté en su fase inicial.

Hasta el descanso el Deportivo se dedicó a progresar con el balón hasta perderlo en tres cuartos de campo. Dominó la posesión de la pelota para nada, solo para estrellarse una y otra vez contra un rival al que le bastó con no perder el orden para contener los ataques coruñeses. Mucho fútbol por dentro lejos de la portería contraria, sin ninguna profundidad. Un tuya mía fácil de defender para el Rayo Majadahonda, que dejó jugar al Dépor en zonas intrascendentes hasta recuperar la posesión sin renunciar a estirarse a la contra. Poco se asomaron en ataque los majariegos, pero por lo menos fueron capaces de rematar entre los tres palos antes del descanso, cosa que el Dépor no hizo. La tuvo David Rodríguez en el 42 al aprovechar un error defensivo en cadena del rival. Su remate, casi sin ángulo, lo rechazó Edu Sousa, muy eficaz y fiable las pocas veces que tuvo que intervenir. De lo poco salvable, junto a Yeremay, que volvió a agitar el ataque saliendo desde el banquillo.

El portero gallego fue una de las principales novedades en el once de Borja Jiménez, que optó nuevamente por centrar la posición de Alberto Quiles, donde menos daño suele hacer el andaluz. Kuki y Narro, partiendo desde las bandas, completaron el trío ofensivo, por delante de tres centrocampistas: Villares, Rubén Díez y Mario Soriano. El madrileño entró bastante en juego pero casi siempre muy lejos de la portería contraria. Lo echó en falta el equipo más cerca del área, en esas zonas en las que de verdad puede desequilibrar. La de Quiles está en la banda. No es un delantero de estar, sino de aparecer, y suma otra jornada más desquiciado y sin gol. Mala noticia, malísima, cuando debería ser uno de los buques insignia de este Dépor.

Ni él ni nadie consiguió desequilibrar en una primera mitad verdaderamente infame, impropia del principal candidato a dominar la categoría. Muchas imprecisiones y un ritmo bajísimo, casi de pretemporada. Poquísimos argumentos en campo contrario. La nada más absoluta, colectiva e individualmente. Ni un destello, ni un chispazo. Solo mediocridad e impotencia. Normal que se llegara al descanso con 0-0. Ninguno mereció más. Ni el Rayo, que no estaba para excesos después de haber sumado un solo punto en las anteriores seis jornadas, ni tampoco el Dépor, con muchísima posesión, pero inofensivo.

Los majariegos trataron de iniciar los ataques progresando desde atrás, sin abusar de los pelotazos. Es el fútbol que propone su nuevo técnico, Alfredo Santaelena. Buena ocasión para que el Dépor planteara una presión muy adelantada en busca de robar el balón lo más cerca posible de la portería contraria. Poquitas veces lo logró el equipo coruñés, incapaz de encontrar otros caminos por los que sorprender a la ordenada defensa local.

Un lanzamiento fuera de Kuki Zalazar fue todo el balance ofensivo de los visitantes en toda la primera parte. Ni un solo disparo entre los tres palos. Deberes pendientes para la segunda mitad, en la que el Deportivo dio un paso al frente y poco a poco fue ganando terreno, sin desmelenarse en ataque pero sí obligando al Rayo a tener que defender cada vez más cerca de su portería.

Kuki tuvo algunas ocasiones para anotar, la más clara un cabezazo al poste en el 69. Fue el pistoletazo de salida para el arreón final del Deportivo, que creció gracias al desborde de Yeremay. Buenos minutos del canario, igual que en la anterior jornada contra el San Fernando. Es un futbolista distinto. Por lo menos, cuando recibe la pelota da la sensación de que puede pasar algo, y eso es noticia en este Dépor. Pide paso en este equipo hasta el momento tan justo de desequilibrio.

No lo aportó Ibai, otra de las soluciones que Borja Jiménez buscó en el banquillo. El vasco sigue lejos de ofrecer el nivel que se le presuponía para una categoría como la Primera RFEF. Difícil encontrar alguien en el Dépor que ande realmente bien. Tampoco Rubén Díez pese a su mejoría en la segunda parte para jugar y hacer jugar a sus compañeros. Supo ensanchar el campo mandando balones a los costados e incluso se animó a probar suerte en el disparo, pero sin acabar de echarse al equipo a sus espaldas.

Solo en los últimos 20 minutos el acoso del Dépor fue total, con llegadas constantes y centros al área que no siempre encontraron rematador. A base de insistencia llegaron las ocasiones. Tres tuvo Yeremay. Primero un disparo potente que salvó Lucho, luego otro fuera que casi acabó en gol y ya en el descuento la más clara, un lanzamiento ajustado al que el portero colombiano volvió a responder con otra mano salvadora. Hasta Gorka tuvo la suya, un cabezazo en el 94 que se perdió por la línea de fondo lamiendo el poste en el único centro decente que le pusieron. Otra semana más sin goles de los delanteros. La sequía de los puntas ya es alarmante después de siete jornadas sin ver puerta, pero el verdadero problema del Dépor no es solo de gol, es de fútbol.

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