Ceuta-Deportivo

Dos regalos y un premio gordo por Navidad

El Dépor aprovechó los errores del Ceuta para encarrilar la victoria pronto con los goles de Quiles y Villares pero luego se achicó y salió vivo de milagro en un partido muy flojo de los coruñeses, mermados por un virus

Los futbolistas del Deportivo celebran uno de sus dos goles de ayer en Ceuta. |  // LOF

Los futbolistas del Deportivo celebran uno de sus dos goles de ayer en Ceuta. | // LOF / Eugenio Cobas

Dos regalos de Navidad anticipados facilitaron al Deportivo un triunfo en Ceuta que le permite afianzarse en la zona de play off y situarse a solo cuatro puntos de los colíderes, Córdoba y Alcorcón, pero que no sirve para endulzar en exceso las uvas por las malas sensaciones que transmitió el equipo coruñés durante gran parte del encuentro, más de una hora a merced del colista. De milagro salió vivo del Alfonso Murube, porque lo más justo hubiese sido arañar un empate, como mucho. El Ceuta tuvo ocasiones de sobra como para haber remontado, pero le faltó esa pizca de suerte que sí tuvo esta vez el Dépor, mermado en su desempeño por un virus que, según Óscar Cano, afectó a varios de sus jugadores. Al final, tres puntos valiosísimos para seguir acercándose a la cabeza, cargarse de confianza y autoestima para lo que vendrá después del parón, y también para escribir con buena letra una carta a los Reyes Magos de imprescindible cumplimiento. Hacen falta fichajes. Y varios, no solo Lucas Pérez.

En todo caso, el resultado en Ceuta inyecta ilusión y esperanza al Deportivo, que llega al paréntesis liguero en línea ascendente, salvo por el borrón de la desastrosa visita a Badajoz. Ese episodio negativo tan reciente debería haber servido de lección para que no se repitieran los mismos errores, pero en el Alfonso Murube el equipo coruñés sufrió un auténtico tormento, sometido ante un rival que manejó la pelota a su antojo y generó numerosas ocasiones. Con o sin virus, al Dépor le faltó personalidad para saber defender con el balón y valentía para irse hacia arriba en busca de un tercer tanto con el que cerrar el partido. Se jugó única y exclusivamente a lo que quiso el Ceuta, el farorillo rojo del grupo, casi desahuciado en su carrera por la salvación, pero que fue capaz de empequeñecer a un Dépor sin alma y falto de intensidad, a años luz del equipo redondo y compacto que venía de ganar con solvencia en Riazor a todo un rival directo por el ascenso como el Racing de Ferrol.

En Ceuta se le puso el partido de cara muy pronto, poco después de que los locales estuvieran a punto de adelantarse con un lanzamiento cruzado de Macías que no se convirtió en gol por muy poco. En ese arranque frenético de encuentro, casi alocado, Quiles robó la pelota en medio campo para cabalgar con ella hacia la portería ceutí. Le faltó poco para regatear al portero y anotar el primero, que sí firmaría acto seguido, en el minuto 5, al transformar un penalti infantil cometido sobre Svensson.

Casi sin querer el Dépor ya tenía el partido donde quería, con ventaja en el marcador, para crecer en confianza con el paso de lo minutos sin echarse atrás de manera descarada. Ayudó aún más el 0-2 de Villares, calcado al que el vilalbés le hizo al Racing en la anterior jornada. Presionó con fe y energía a la defensa rival y forzó otro error grave del Ceuta que aprovechó para firmar el segundo batiendo por bajo a Montagud. Era el minuto 24. Ahí se acabó el Dépor y también los regalos del Ceuta, que a partir de ese momento convirtió el encuentro en un monólogo ofensivo, un vendaval continuo sobre la meta visitante. Ya mereció recortar distancias antes del descanso con un arreón poderoso, que el conjunto de Óscar Cano contuvo como buenamente pudo, a base de oficio y brega, pero también con dosis de fortuna.

Solo así se explica que no entrara el zapatazo de falta de Reina que botó sobre la línea tras hacer temblar el larguero. El mismo futbolista, de nuevo de lanzamiento directo, volvió a acariciar el gol justo antes del intermedio pero se encontró con una mano salvadora de Mackay para conservar ese increíble 0-2 al término de los primeros 45 minutos. Marcador inmerecido para el Dépor, una caricatura de equipo, totalmente superado con y sin balón.

Tras la reanudación el campo se inclinó aún más hacia el área visitante y un disparo de Rodri a la madera fue el anticipo de todo lo que vendría después, empezando por el gol de Adri Cuevas en el 57 tras culminar una jugada que nació de un error defensivo de Raúl Carnero. Con tanto tiempo por delante, más de media hora larga, parecía una temeridad dedicarse solo a defender, pero eso fue lo que se limitó a hacer el Deportivo. Renunció a la pelota y se atrincheró rezando para no recibir más goles. Solo el infortunio del Ceuta y su falta de puntería evitaron que llegara el empate, porque el colista las tuvo de todos los colores. Se hartó de colgar balones y de lanzar faltas y saques de esquina, pero no encontró el premio a su incesante acoso. Pablo Martínez evitó el 2-2 bajo palos y Mackay también hizo alguna parada más de las suyas mientras los minutos iban pasando muy despacio para el Dépor, despacísimo.

El Ceuta no bajó nunca los brazos. Siguió intentándolo con todas sus fuerzas y explorando diferentes vías para generar peligro, sobre todo por las bandas. El equipo coruñés, superado, apenas fue capaz de estirarse para pisar campo contrario. Solo un par de contras, la más clara una lanzada por Gorka Santamaría. El vasco sigue con su cuenta goleadora a cero, igual que Kuki Zalazar, otro de los que entraron desde el banquillo para ayudar a conservar el 1-2. Testimoniales los dos.

Salvo fútbol e intensidad por parte visitante, el partido tuvo de todo: emoción, ocasiones —casi todas del Ceuta— y también polémica, en especial cuando la afición local reclamó un posible penalti por un derribo dentro del área de Narro, que en la acción siguiente vio la tarjera roja directa por una entrada por detrás. Mucho lío dentro y también fuera, con varias expulsiones a miembros de ambos banquillos. El sufrimiento para el Dépor se hizo interminable. Duró hasta el 104. Un tormento con final feliz. Premio gordo por Navidad.

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