Diego Gómez y Rubén López, los zurdos que quieren derribar la puerta de Riazor

Llegaron casi juntos y “siempre conectaron” | “Uno ve el fútbol, el otro inventa”

Diego Gómez y Rubén López chocan sus puños esta semana en Abegondo. // Carlos Pardellas

Diego Gómez y Rubén López chocan sus puños esta semana en Abegondo. // Carlos Pardellas

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Diego Gómez es la avanzadilla, Rubén López pisa fuerte. Hay mucho más que los goles de Martín Ochoa en esa camada de 2004 que creció a rebufo de la generación de oro de 2003. Son juveniles, pero ya reclaman protagonismo. Los dos últimos seísmos llegaron en Abegondo ante el Atlético y en Vila-Real, ahora los ecos se dejan sentir en el primer equipo con la llamada a Diego Gómez.

“Diego ya se entrenaba con el Celta y llegó un día y dijo: ‘Me voy para Coruña’. El Dépor le quería. Le comentamos: ‘Mira, que Vigo está más cerca, piénsalo bien’. Lo tuvo claro”

María José Pérez

— Madre de Diego Gómez

Diego ya se entrenaba con el Celta y llegó un día y dijo: ‘Me voy para Coruña’. El Dépor le quería. Le comentamos: ‘Mira, que Vigo está más cerca, piénsalo bien’. Lo tuvo claro”. María José Pérez aún recuerda el día en la casa de Amoeiro (Ourense) que su hijo, que había pasado por el Santa Teresita y el Pabellón, tomó la primera gran decisión de su carrera. A su llegada a Abegondo, sin pruebas, le acogió Nacho Lourido, jefe del departamento de Big Data y por entonces técnico del cadete. Le había echado el ojo hace tiempo y ahora lo tenía con él. Reconoce lo que es hoy Diego en lo que se encontró hace cuatro años. “Es un futbolista de la calle, canchero, de potrero, como se les llama ahora”, radiografía. “Se nota que lleva en su vida muchas horas con la pelota encima. Tiene descaro, personalidad, lleva siempre el balón pegado al pie. Hace todo a mucha velocidad. Desmarque, gol. El Celta tiene convenio con el Pabellón, pero él nos eligió a nosotros”, admite.

Diego, con el S. Teresita. |  // CEDIDA

Diego, con el S. Teresita. | // CEDIDA / Carlos Miranda

Meses más tarde, llegó a la residencia del Dépor otro zurdo. Este era de Silleda, aunque sus últimos pasos los había modelado Iván Carril en el Compos. A Rubén López le costó decidirse. “Tuvo un dilema. Es que cuando se encuentra a gusto en un sitio...”, asegura su madre Ana Durán. “Nos llamaban y él no terminaba de tomar la decisión. Hasta que un día nos pidieron que se pusiese él al teléfono y lo convencieron para ir a entrenarse unos días sin compromiso”, admite, aunque aún con dudas. “Estuvo un tiempo en los dos equipos y le dijimos que tenía que escoger. El día de su cumpleaños decidió que probaría en el Deportivo”, relata.

"Da igual al nivel que lo pongas que siempre va a competir. Sube la categoría y él sigue igual o mejor"

Nacho Lourido sobre Rubén López

— Entrenador de ambos en etapa cadete

En A Coruña conectó, de inmediato, con la gente, pero a nivel deportivo “le costó adaptarse”, incluso en detalles secundarios como el césped natural. “Al principio, se resbalaba bastante, bromeábamos con él”, admite Lourido. Eso sí, en cuanto se hizo con la situación empezó a demostrar esa exuberancia que desprende hoy en día en su juego. “Su despliegue físico es increíble. Es que ya no es solo cómo juega, es cómo se entrena. Nunca se concede un día de descanso. Yo ya le decía que parase, que me cansaba solo de verlo”, hace un guiño y cuenta una anécdota. “Los partidillos de espacios reducidos me los descompensaba, tenía que ir cambiándolo, porque siempre ganaba el equipo en el que él estaba. Trabajaba por todos”. Esfuerzo y ese primer pase y esa competitividad que le convierten ahora en superior, como en Vila-Real. “Da igual al nivel que lo pongas que siempre va a competir. Sube la categoría y él sigue igual o mejor. Ya no es que gane todas las disputas, es que asegura siempre el primer pase. Tiene criterio, disparo, transita bien. En la Copa se comió la media”, se maravilla quien por momentos le encuentra similitudes con Villares.

Rubén defiende a Diego. |   // CEDIDA

Rubén defiende a Diego. | // CEDIDA / Carlos Miranda

Rubén no es tan jugón como Diego, pero entiende mejor el fútbol”. Lourido establece las diferencias y pone las cantidades para la mezcla. “Cuando juegan, se juntan el hambre con las ganas de comer. Uno ve el fútbol y el otro siempre inventa algo”, apunta verbalizando lo que se apreció en Copa. Este año Diego es titular con el Fabril y Rubén gana peso en el juvenil, aunque trabaja con Gilsanz. El torneo del KO los volvió a juntar y fue como si nunca se hubiesen separado. “Llegaron casi juntos a la residencia, siempre conectaron a todos los niveles”, apunta Lourido y añade la madre de Rubén: “Eran tres. Ellos dos y Martín Ochoa; se llevan muy bien”. La progenitora de Diego recuerda fines de semana con “los tres” en su casa de Ourense. Feeling dentro y fuera del terreno de juego.

Rubén, con el E. Lalín. |   // CEDIDA

Rubén, con el E. Lalín. | // CEDIDA / Carlos Miranda

Lejos quedan aquellos tiempos en los que Diego se criaba entre “balones que aparecían enterrados en la finca” y Rubén vivía pegado a una pelota junto a su hermano. Han pasado los años para estos dos hijos de futbolistas. Diego ya estará sentado el domingo en el banquillo de los mayores, el primero que lo hace de la generación de 2004. Rubén López quiere seguir sus pasos. Listos todos para derribar la puerta de Riazor.

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