“La afición del Deportivo es un caso único, parece británica o alemana”

Entre los pitos de León, los llenos de Riazor y los desplazamientos masivos, el deportivismo ha demostrado en las últimas semanas estar más vivo que nunca y no sentir el desgaste de tres años en Primera Federación

Un niño despliega su bufanda del Deportivo en Riazor durante la celebración del duelo ante el Castilla. |  // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Un niño despliega su bufanda del Deportivo en Riazor durante la celebración del duelo ante el Castilla. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Carlos Miranda

Carlos Miranda

Carlos Miranda

La afición del Dépor, soliviantada a la par que incondicional, ha vivido días intensos en los que mostró su descontento en León, mientras exhibía músculo agotando el papel ante el Castilla, devorando las entradas disponibles a domicilio frente a Cultural y Unionistas, y despachando billetes a un ritmo vertiginoso para el duelo ante el Celta B. Tres años fuera del fútbol profesional y no cesan los reveses, pero el deportivismo está más fuerte y vivo que nunca, una muestra de fidelidad que no para de asombrar. “Es un caso único en el fútbol español”, avanza el coruñés y deportivista Manuel González Ramallal, doctor en Sociología por la Universidade da Coruña, especialista en el ámbito deportivo, y profesor en la Universidad de La Laguna. “Aquí hay una fractura entre la categoría deportiva y el seguimiento de la afición, que es mucho más elevado. Casi de Champions. ¿Cuáles son las explicaciones? No es fácil decirlo porque es aislado. Ya si nos vamos a otra cultura como la británica y la alemana o la centroeuropea, ahí sí encontraríamos episodios similares, pero no por aquí. En otras ciudades de España la mayoría no siguen al club local y se identifican con los grandes , con el Madrid, el Barcelona o el Atlético. No es el caso de A Coruña”, asegura.

Una bandera ondea en el fondo de Marathón. |  // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Una bandera ondea en el fondo de Marathón. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Carlos Miranda

De “padres a hijos” y un proyecto de “vida”. Toda esa fidelidad, ese fenómeno sociológico acaba bajo la lupa y, sobre todo, invita a indagar en el por qué. González Ramallal lo explica desde una doble vertiente, la familiar y la social. “Hay un arraigo identitario, un vínculo muy fuerte comparado con el resto de equipos, un proceso de socialización en el deportivismo que probablemente no exista en otros lugares”, avanza y amplía. “Muchos de los jóvenes son los hijos e hijas de los padres que vivieron los mayores éxitos del club hace dos décadas. Hay un relato muy vivo por parte de nosotros hacia ellos y, además, hoy en día, a diferencia de nosotros entonces, pueden vivirlo y recrearlo fácilmente gracias a Youtube y otras vías. No es solo historia oral, también hay una digital muy viva”, contextualiza.

Es lo que le transmiten al bebé deportivista desde que tiene uso de razón y es lo que comparte años más tarde con sus amigos y sus compañeros de grada y de sentimiento. “Antes podía ser más minoritario, pero ahora seguir al Dépor, más allá de la categoría, se ha convertido en mayoritario, en un acto social y relacional”, cuenta. “Te encuentras con otros aficionados, amigos y amigas que comparten sentimientos similares, con los que se desarrollan actividades más allá de los 90 minutos que estás en la cancha animando. Conectas presencialmente y a través de las redes. Hace un papel importante entre los jóvenes y no jóvenes el llamado twitter Dépor, que es la arena donde se pulsan estados de ánimo y donde se complementa la información tradicional. Un espacio de debate y de impresión”, razona. Al final, son expresiones de un “deportivismo” que “está enormemente activo, que no está muerto”. Genera, además, “un seguimiento que no entiende categorías", ya que el Dépor se percibe “como un acto social, de encuentro y de vida deportiva y hasta de ciudadanía”, concluye el sociólogo.

Un sentimiento que pervive y sobrevive a los golpes, aunque también cuenta con sus “asideros” emocionales, como el efecto Lucas Pérez, que “se ha ido apagando”, y en los últimos tiempos el recurrente debate sobre la cantera. “Hay un seguimiento inusitado de los más jóvenes, un vínculo con ellos y una corriente importante que pide que ponga a más gente de la casa. Es un modelo exitoso que tiene su techo de cristal”, razona.

¿Fecha de caducidad?

Nadie duda de los síntomas de vitalidad que ofrece la llama blanquiazul, pero dado el innegable desgaste, surgen otras disquisiciones. “La pregunta que nos hacemos todos es hasta cuándo va a durar esta pasión si no hay éxitos deportivos, si nos enquistamos en las categorías más bajas del fútbol español”, se cuestiona y responde. “Es difícil de saber también porque la adhesión es muy fuerte, es un elemento de identidad, es central para los coruñeses y el entorno. Pero la lógica nos invita a pensar que una carencia continuada de logros deportivos acabará por desanimar a buena parte de la gente, que podría perfectamente orientar sus preferencias a espacios de ocio de menos sufrimiento o, por lo menos, no de seguimiento al Dépor. Es que cuando juega fuera de casa esas dos horas son de verdadera angustia por juego y resultados”, reconoce.

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