fútbol - Deportivo

Riazor, el primer amor de Svensson

El delantero barcelonés vuelve al lugar donde creció y maduró futbolísticamente

Max Svensson celebra un gol en Riazor. |  // CASTELEIRO / ROLLER AGENCIA

Max Svensson celebra un gol en Riazor. | // CASTELEIRO / ROLLER AGENCIA / xane silveira

Xane Silveira

Xane Silveira

Llegó a última hora como un total desconocido y un año después regresa a un estadio que le guarda todo su cariño. Su edad, cifras y la fórmula en forma de cesión pusieron en duda una operación que nadie cuestionó a final de temporada. De extraño a ojito derecho de la grada. Se ganó un hueco en el corazón de una tribuna que le aguarda con los brazos abiertos. Max Svensson vuelve al lugar que le vio crecer y madurar, reconvertido en un jugador más completo y amenazante tras una temporada en la que se ganó a pulso la etiqueta de un dos nosos.

La única referencia que se conocía de él, cuando el Deportivo anunció su fichaje, era el pasado dorado de su padre en el balonmano. Tardó en entrar al terreno de juego, pero pronto disipó las dudas que rodeaban a su figura. No fue titular hasta la octava jornada, pero pasó de remedio de última hora a solución permanente. Su temporada en A Coruña fue un ejercicio de resiliencia y carácter hasta convertirse en un fijo para Óscar Cano y, al final, también para De La Barrera.

Se despidió “con la conciencia tranquila”, como él mismo compartió, y ahora regresa, meses después, con el afán y la ruta clara para escalar al fútbol de élite. Su físico sigue siendo su gran seña de identidad. Aquel que levantó a Riazor con sus presiones, sus esfuerzos incontestables y su enérgico corazón. Aquel que compensó presiones y otorgó a la grada todo lo que pide a los suyos cuando visten la blanquiazul: lucha, esfuerzo y pasión.

Estrenó su casillero ante el Algeciras y esperó hasta diciembre para escuchar a Riazor corear su nombre. Aquel día, ante el Racing de Ferrol, acabó “reventado”, como explicó en el postpartido. Ese muchacho que se explicaba con monosílabos y jugaba a los bolos por las tardes dio paso a un delantero mucho más maduro y hecho.

Amenaza para los Pablos

Este domingo Max Svensson regresa a Riazor como rival. En frente, tendrá a la sólida pareja que ha construido los cimientos del nuevo Deportivo: Pablo Vázquez y Pablo Martínez. Al galo, con el que se fajó en multitud de entrenamientos, ya lo conoce, mientras que ante el de Gandía será su primera vez. Su punto de partida delimitará hacia donde prestar mayor atención.

El paso de los meses le han convertido en un jugador más completo. A la intensidad descontrolada le ha dotado de cabeza y dirección. Su desarrollo a pasos agigantados y su potencia de carrera y golpeo continúan siendo su gran distintivo. La seña de un jugador que prueba suerte desde cualquier ángulo. Este curso suma dos goles y tres tarjetas amarillas. Comenzó jugando en banda y ahora alterna la delantera con un costado. El barcelonés, con una cesión de dos temporadas y opción de compra, se ha convertido en un fijo.

Su voracidad será algo a lo que atender en el verde. Riazor le conoce mejor que nadie, pero él, que se motivaba con cada aliento de la grada, también sabe cómo lidiar con el feudo blanquiazul y una presión que siempre le motivó.

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