Riazor disfruta pese a López Parra

Por fin Riazor pudo disfrutar de una noche tranquila. Lo hizo a pesar de que volvió a asomar el enfado contra el árbitro que parecía olvidado en las últimas jornadas. El Deportivo trasladó a la Federación al comienzo de la temporada su malestar por una serie de decisiones que le perjudicaron. El equipo perdió a Yeremay varias semanas por una entrada durísima en Lugo que se quedó sin castigo, también a Mella por una fractura de nariz y entendía que se le había castigado en varias jugadas fronterizas, como el gol anulado a Lucas contra el Rayo Majadahonda por dudoso fuera de juego.

El club consideraba que existía una tendencia, pero las cosas resultan la mayoría de las veces mucho más sencillas. Sucede que las personas se equivocan. La prueba estuvo ayer en Riazor, que se pudo divertir más de lo que lo hizo con su equipo de no ser por una serie de decisiones cuestionables.

López Parra, árbitro cántabro, dejó claro desde el comienzo que encaja en esa categoría de colegiados que cuando visitan Riazor quieren demostrar personalidad y acaban haciendo todo lo contrario, como describió con tino Álex Bergantiños.

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Patinó en la expulsión de Davo porque antes Alba le pisa de manera intencionada y pasa por alto una de esas faltas que los colegiados que vienen al estadio coruñés a reivindicarse no suelen pitar. Ahí entra el asturiano, que después de su gol podía tener una noche para el recuerdo, y torpemente le suelta la pierna. No hubo decisión salomónica —amarilla a ambos o los dos expulsados— y la fiesta en Riazor quedó entre interrogantes.

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Ya era un viejo conocido López Parra. Había arbitrado al Dépor en cinco ocasiones y formó parte de aquella sucesión de árbitros cántabros que encadenó el equipo en la temporada 2021-22 en plena lucha por el ascenso con el Racing de Santander para desconcierto y resquemor del club blanquiazul.