Ascenso Deportivo

El año redondo de Diego Villares

El curso que ascendió a capitán, se convirtió en una figura indiscutible en el medio

Diego Villares celebra en el Johan Cruyff uno de los cuatro goles que anotó esta temporada.

Diego Villares celebra en el Johan Cruyff uno de los cuatro goles que anotó esta temporada. / LOF

Xane Silveira

Xane Silveira

La historia de Diego Villares en el Deportivo es una de esas que reconcilian con el fútbol. Un chico de explosión tardía, que no entraba por el ojo en las ciudades deportivas, y no lucía tanto como otros compañeros. Ese que, a base de repetir esfuerzos y trabajar en silencio, se ha convertido en una figura indiscutible en un club como el coruñés. Capitán, voz autorizada en el vestuario a lo Álex Bergantiños, sin necesidad de decir demasiado, y después de erigirse en uno de los ojitos derechos de la grada. Cualquier halago se queda corto para el pulpo. Sobre todo, tras un curso en el que ha estado sobresaliente.

La tercera campaña completa de Diego Villares, el único jugador que ha vivido las cuatro temporadas en el barro, es también la más redonda para el villalbés. Nunca antes había disputado tantos minutos, tantos partidos, ni había acumulado tantas titularidades. El de Samarugo lo ha jugado todo, excepto en León por unas molestias musculares. Idiakez confió en él desde el primer día, aunque en distintos roles, hasta el punto de llegar a jugar de delantero. En total, 35 partidos de inicio. Ni las tarjetas amarillas frenaron a un Diego Villares que aguantó sobre el alambre desde la fecha 29 en marzo, cuando vio la cuarta.

Pero, además, sus números también han crecido en consonancia. El centrocampista ha anotado cuatro goles y ha dado otras cuatro asistencias. Nunca antes como deportivista había producido tantas cifras. En la campaña 21-22 fue un gol; en la 22-23 se destapó como llegador con cuatro tantos y una asistencia. Esta vez perforó la portería y asistió en ocho ocasiones, su mayor número de participaciones.

Si alguien merecía esta subida, ese era, precisamente, Diego Villares, presente en las tristezas más recientes. Y lo hizo en un curso en el que se convirtió en uno de los capitanes a principio de año, junto a Mackay, Lucas, Balenziaga y Pablo Martínez.

Esta temporada, el pulpo se consagró como centrocampista total al lado de José Ángel, formando una pareja que terminó por ser intocable para Imanol Idiakez. Mucho antes, el vilalbés tuvo que pasar por otras zonas del campo, compartir trivote con Salva Sevilla o delantera con Lucas Pérez. Se sacrificó por el grupo en busca de una fórmula que nunca llegó. Hasta que obtuvo su oportunidad en la sala de máquinas. En un 4-4-2 inamovible._Estaba más que preparado para ser el 8 deportivista. El doble pivote que formó con el andaluz pasó a ser el que más solidez y seguridad aportó al equipo. Dos futbolistas que se entienden a la perfección dentro y fuera del campo. Dos perfiles que buscarán repetir la fórmula el próximo año en Segunda.

Diego Villares se estrenará en unos meses en la categoría de plata con 27 años. Se lo ha ganado más que nadie. Y su techo, en realidad, es imposible de calcular.