Especial Ascenso Deportivo

El Fabril se engancha a Segunda RFEF

Se salvó en la última jornada apoyado en las generaciones de 2003, 2004 y 2005

Los jugadores del Fabril celebran su salvación en El Requexón de Oviedo.

Los jugadores del Fabril celebran su salvación en El Requexón de Oviedo. / Inma Collín

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Si al Deportivo le fueron las emociones fuertes esta temporada, el Fabril no quiso ser menos. Con todo, contra todos. A más de uno aún le entra un escalofrío cuando recuerda ese gol del Pontevedra en el descuento en Abegondo cuando ya estaba salvado o ese tanto del Oviedo Vetusta en la última jornada en O Requexón que le enfilaba al descenso. Pero sobrevivió, se repuso, salió a flote para acabar eludiendo incluso el play out en una categoría de tan solo 18 equipos, con cinco bajadas y play off de ascenso. Una locura inaguantable para cualquier equipo, más para un grupo de imberbes.

El once del Fabril en el duelo en Abegondo ante la Gimnástica de Torrelavega.

El once del Fabril en el duelo en Abegondo ante la Gimnástica de Torrelavega. / Íñigo Rolán /Roller Agencia

El filial, después de una temporada en la que reinó en Tercera y acabó subiendo en O Barco, se estrenaba en Segunda RFEF con un equipo muy joven, sin experiencia en la categoría y al que el primer equipo le fue robando cada vez más y más jugadores. Es el sino del penúltimo escalón de la formación. Pero en este caso fue extremo porque ya casi en verano se les quedó pequeña la Segunda RFEF a David Mella, Rubén López e incluso a Martín Ochoa. Hasta promocionaron hacia Riazor a Iano Simao, su futbolista más determinante, en el mercado de invierno. Del primero no tuvo prácticamente noticias Gilsanz, los otros dos aparecieron a cuentagotas sin poder ser pilares y el futbolista de Guinea-Bisáu dejó un agujero imposible de cubrir en el lateral izquierdo de un equipo que se mantuvo con los futbolistas de la base y unos pocos refuerzos. Resiliencia para curtirse camino del primer equipo.

Iano Simao festeja, junto a Somolinos, un tanto marcado esta temporada al Cayón.

Iano Simao festeja, junto a Somolinos, un tanto marcado esta temporada al Cayón. / Iago López

De los ocho fichajes que llegaron entre verano e invierno (Marotías, Mati Castillo, Vilán, Santamaría, Somolinos, Bala, Alfaro y Martínez Sola), solo tres consiguieron ser importantes. Marotías fue un fijo en la defensa y acabó acostado en el lateral, Mati Castillo se movió entre el banquillo y la titularidad con goles primordiales para la salvación y Alfaro fue el líder de la media tras su llegada en el mercado de invierno del Alzira, previo pago de un traspaso. Vilán, cedido del Atlético, jugó mucho, pero no marcó la diferencia como se esperaba. Santamaría, Somolinos, Bala y Martínez tuvieron, en mayor o menor medida, un papel secundario.

Fue perdiendo a Mella, Rubén, Martín Ochoa e incluso a Iano Simao

Pero no se puede entender este Fabril sin la camada exitosa de 2003 y sus sucesoras de 2004 y 2005. Desde la alternancia de Brais o Hugo en la portería, al liderazgo de Brais Val en la media o la calidad de Jairo Noriega en la mediapunta, al desequilibrio de Diego Gómez o Nájera y el gol de Kevin. Todos de la casa, todos con potencial. Casi todos renovados, con perspectivas de primer equipo. El burgalés, aún en edad juvenil, acabó como pichichi del grupo con ocho tantos marcados.

Con mucho empate, vaivenes, pagando su endeblez atrás y su falta de pegada arriba, el Fabril fue sobreviviendo y sacando la cabeza. Ganó incluso en campos importantes como el del Zamora. Y tuvo tiempo para hacer debutar a una recua de juveniles como Mardones, Carreira, Domínguez, Adrián Guerrero, Manu Berrocal, Vilela, Rubén Fernández, Amin, Carletto, Villaverde o Manu Ferreiro.