Especial Ascenso Deportivo

Lucas, el triunfo del eterno luchador

El delantero corona su regreso al club como líder del ascenso tras una carrera marcada por el esfuerzo y los sacrificios

Lucas

Lucas / Santy

Marcos Otero

Marcos Otero

El regreso de Lucas Pérez al club de su corazón a comienzos de 2023 para rescatarlo de las tinieblas tenía todos los ingredientes para convertirse en una de esas historias hollywoodienses con final feliz. Lo iba a tener, aunque habría que esperar. No fue a la primera intentona ni algo sencillo, porque los cuentos de hadas también tienen episodios tristes. A Lucas, el héroe que renunció a una millonada y pagó de su bolsillo su propia libertad para volver al equipo de sus amores, le tocó vivirlo en sus carnes para recordarle que en la vida no todo es de color rosa. Nadie como él lo sabe tan bien y de primera mano.

A Lucas lo criaron sus abuelos, Manuel y Manuela, en el barrio de Monelos. Lo salvaron de acabar en el orfanato y le dieron la oportunidad de criarse en un hogar. “Ojalá les pudiera devolver solo un 1% de lo que me dieron”, reconoció emocionado a comienzos de esta temporada en un acto organizado por Cruz Roja en el que recordó sus orígenes. Resulta poco común ver a un deportista de élite abrirse de esa manera, mostrarse vulnerable en situaciones que no suelen ser habituales para él, pero si algo ha demostrado Lucas es que es alguien que escapa de lo corriente.

Mezcla de carisma de barrio y una personalidad exuberante que le ha jugado alguna que otra mala pasada, lo mismo renuncia a un contrato en Primera División que recoge el guante de la alcaldesa, Inés Rey, para acompañarla a los bailes para mayores que organiza el Ayuntamiento en los centros cívicos. Después de una carrera de fondo en la que alcanzó aquellos sueños del niño que no encontró una oportunidad en las categorías inferiores del club de su vida, de llegar a Primera División y de jugar la Liga de Campeones, solo le quedó el lunar de la selección. Nada le hubiera gustado más. Y estuvo cerca.

Lucas

Lucas / Santy

La rozó en 2016 tras una espléndida temporada en el Dépor que le valió un contrato con el Arsenal y más tarde en el Alavés, de vuelta a España, cuando sus goles hicieron al Barcelona plantearse su fichaje. Hubiera sido otro capítulo más de la carrera de un futbolista hecho a sí mismo, que desde pequeño entendió que casi nada es sencillo. Formado en la inagotable cantera del Victoria, probó fortuna en la del Alavés, el Atlético y el Rayo Vallecano en esa búsqueda incansable por convertirse en futbolista profesional. Se marchó a Ucrania y las pasó canutas. Luego a Grecia, donde encontró el contexto perfecto para crecer y ganarse por fin la oportunidad de vestir la camiseta del Deportivo.

Porque la carrera de Lucas estará siempre unida a su relación con el Dépor. Ahora nadie duda de su amor por el club, pero hubo una época en la que algunos sectores sí lo hicieron. Tampoco su paso por el equipo fue siempre sencillo. Su primer regreso, en 2017 tras marcharse rumbo al Arsenal, también se presentó como un cuento de hadas, pero acabó en pesadilla. Aquel descenso de 2018 impidió que allí comenzara una nueva historia, quién sabe cómo de duradera, y el muchacho de Monelos tuvo que volver a empezar señalado por una parte de la afición y entre reproches.

Encontró equipos siempre en la élite, primero en el West Ham y luego en Alavés, Elche y Cádiz, siempre con el deseo cada vez mayor por algún día poder regresar al Deportivo. Lo hizo en las peores circunstancias de la historia del club, después de pagar casi medio millón de euros de su bolsillo y de renunciar al salario de un jugador de Primera División. “Me llamaron loco”, recordó después de conseguir el ascenso contra el Barça Atlètic.

Por unas semanas el planeta fútbol asistió atónito a la historia de ese tipo que bajó dos categorías renunciando a una montaña de dinero para jugar en el equipo de su vida. “Yo no vengo a Primera RFEF, vengo al Deportivo”, proclamó recién aterrizado en aquel enero de 2023 que ahora parece lejano. Porque en el Dépor un año vale por tres. Él lo sabe bien. Sufrió la debacle de Castellón y un inicio de temporada gris para convertirse en el guía del ascenso con 12 goles y 17 asistencias. “Ojalá me hubiese visto mi abuela”, proclamó el eterno luchador.