Primer triunfo de la Generación Barro

Riazor se llena cada fin de semana de miles de jóvenes que, hasta ahora, no habían visto ganar a su equipo

El ascenso es su primera alegría tras muchos fracasos

aficionados del Dépor ante el Sabadell

aficionados del Dépor ante el Sabadell / Carlos Pardellas

Xane Silveira

Xane Silveira

Muchos se preguntarán por qué son del Dépor si no habían visto ganar nunca a su equipo. Y, sin embargo, han sido tan fieles en las malas como quienes vivieron los años dorados. Su sangre, a fin de cuentas, es blanquiazul. Son la generación del barro, y por fin, tras muchas agonías, tristezas, derrotas y dificultades, vivieron una alegría. Su triunfo. 

El Deportivo aumenta su masa social más joven a ritmos imposibles de alcanzar en otros clubes. Las previas se llenan de niños y niñas, adolescentes y pequeños que escuchan leyendas sobre grandes gestas europeas, sobre conquistas nacionales. Pero todas las hazañas tenían una fecha pasada. Hasta ahora. 

PARTIDO DE FUTBOL DE PRIMERA RFEF FEDERACION DEPORTIVO - NASTIC DISPUTADO EN EL ESTADIO DE RIAZOR (A CORUÑA).

PARTIDO DE FUTBOL DE PRIMERA RFEF FEDERACION DEPORTIVO - NASTIC DISPUTADO EN EL ESTADIO DE RIAZOR (A CORUÑA). / LOC

El sentimiento de pertenencia es máximo. Han vivido cuatro años de pesares. Lejos de derrumbarse, se han multiplicado. “Es un orgullo seguir al Deportivo en el peor momento de su historia”, reza una frase que muchos jóvenes se han tatuado a fuego en el pecho. Son del Deportivo por herencia, por sus padres, quienes sí vivieron las tardes más felices; o sus abuelos, que les llevaron por primera vez al estadio. Su arraigo ha sido inculcado en casa. Han recogido un patrimonio que les hace únicos y lo portan con tanta fe ciega como orgullo.

aficionados jóvenes en Riazor

aficionados jóvenes en Riazor / LOC

“No es lo mismo estar en Primera que ser de Primera”, cita un eslogan surgido de las palabras de Lucas Pérez. A eso se ha aferrado una generación que nunca había visto ganar a su equipo. Sus recuerdos los formaban los descensos, los días tristes, las derrotas ante Valencia o Real Sociedad, el cabezazo de Pablo Marí en Mallorca o la inexplicable tarde del Fuenlagate. Albacete, Castellón... Las desgracias les persiguieron toda su vida. Pero ellos no se rindieron. La llama del deportivismo prendió con mayor fuerza en el peor momento de la historia. Cuando más tumbos dio la entidad, su gente no falló. Y sus jóvenes, que cada vez son más, por fin presenciaron una conquista.