La Unión Europea quiere afianzar el modelo creado con el acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA), que ayer entró en vigor de forma provisional, para que sirva de base para su futura política comercial, a pesar de que su legalidad aún está bajo lupa. Tras siete años de negociaciones, el pasado 30 de octubre la UE y Canadá firmaron el acuerdo, considerado por ambas partes como el más ambicioso que hayan alcanzado nunca.

Desde ayer, se eliminan los derechos aplicados al 98 % de los productos que la UE comercia con Canadá y da protección en su territorio a 143 indicaciones geográficas, alimentos y bebidas europeos de alta calidad.