El mercado organizado gasista, Mibgas, ha tomado impulso en las últimas semanas con la decisión del Gobierno de obligar a los operadores dominantes del sector -Gas Natural Fenosa y Endesa- a aportar gas natural y con el acuerdo suscrito con OMIClear para desarrollar el mercado de futuros.

El Mibgas, que empezó a funcionar en diciembre de 2015, negocia un pequeño porcentaje de la demanda de gas, un 3,7 %, aunque su peso va en aumento y llegó a suponer el 6,25 % en octubre. Además, su cotización sirve como referencia para fijar los precios de los contratos bilaterales de suministro, los más habituales en el sector gasista.

El precio del gas natural influye decisivamente en el recibo de la luz cuando baja la producción de las plantas hidroeléctricas y de los parques eólicos y es necesario recurrir a las centrales de ciclo combinado.

El último paso en el desarrollo de Mibgas -que se creó a través de la Ley 8/2015- fue la firma de un acuerdo de cooperación entre Mibgas Derivatives, filial de la sociedad que gestiona el mercado organizado gasista, y la cámara de compensación OMIClear.

Cambios a partir de enero

Mibgas Derivatives es la entidad encargada de negociar los derivados a plazo (futuros) del mercado gasista y también el GNL (gas natural licuado) almacenado en los tanques de las plantas de regasificación y el gas natural de los almacenamientos subterráneos. A partir de enero, Mibgas comenzará a negociar productos a plazo mensuales (con vencimiento superior al mes siguiente), trimestrales, semestrales y anuales, y OMIClear será quien se ocupe de la compensación y liquidación de las transacciones.

En la misma línea de dar más profundidad al Mibgas, el Consejo de Ministros acordó el 10 de noviembre que Gas Natural Fenosa y Endesa actúen como creadores de mercado, es decir, que ofrezcan gas de forma sistemática.

Esta es una de las medidas que anunció el pasado enero el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, en plena escalada de los precios de la electricidad en el mercado mayorista. En aquel momento -igual que sucede en la actualidad- la sequía y la falta de viento habían relegado a mínimos la producción hidroeléctrica y eólica, lo que obligaba a recurrir a otras tecnologías más caras, en concreto a las centrales de ciclo combinado, en las que se utiliza como combustible el gas natural.