El fin del largo idilio entre Galicia y el carbón como fuente de energía era un secreto a voces. Mucho antes de que el nuevo Ministerio para la Transición Ecológica revolucionase la agenda medioambiental con el borrador de la ley de cambio climático que prevé una economía libre de combustibles fósiles a partir de 2050, las autoridades comunitarias ya pusieron coto a la actividad de las grandes instalaciones de combustión. Hace justo ocho años que entró en vigor la directiva de emisiones industriales y sus restricciones al dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y las partículas, con la posibilidad de que los estados miembros faciliten el cumplimiento de los nuevos límites a los gases de efecto invernadero mediante un plan nacional transitorio entre el 1 de enero de 2016 y el 30 de junio de 2020. Esa es la fecha tope para adaptarse o morir. Aquí la gran incógnita apuntaba a las térmicas. ¿Lo harían? Endesa inició en marzo las obras necesarias para reducir un 80% sus emisiones a la atmósfera. Costarán más de 200 millones de euros. Naturgy no. A estas alturas todavía no desveló su decisión oficialmente, aunque el Gobierno da por hecho que no lo hará y echará el cierre en año y medio como mucho.

Con la información que maneja, el secretario de Estado de Energía adelantó ayer que solo cinco de las catorce centrales que usan carbón para producir electricidad en España seguirán funcionando más allá de mediados de 2020. Son las de EDP en Aboño y Soto de Ribera, ambas en Asturias; Los Barrios, en Cádiz, propiedad de Viesgo; y dos de Endesa en Litoral (Almería) y As Pontes, la otra gallega. Pero incluso para estas hay caducidad a la vista. Ninguna, según estima José Domínguez, continuará abierta después de 2030.

"Lo que nosotros creemos que va a ocurrir, pero no lo estamos imponiendo, es que van a cerrar entre 2020 y 2030 todas -aseguró durante un acto organizado por el periódico Expansión-. En 2030 no habrá ninguna central de carbón, pero mi vaticinio es que van a acerar bastante antes de una manera natural, y no porque las cerremos".

La adhesión al periodo transitorio es voluntaria. De hecho, la primera idea de la entonces Gas Natural Fenosa (ahora Naturgy) fue acometer los trabajos en Meirama para disminuir hasta un 60% sus emisiones y alargar, por tanto, la vida útil de la planta. El anterior plan estratégico, presentado en mayo de 2016, preveía la reforma entre sus "acciones clave" , con una inversión de 100 millones de euros.

El discurso fue matizándose a medida que aumentaba la polémica por la supervivencia del carbón en España y el cambio de cúpula en la compañía acabó por dejar el proyecto en el aire. "No haremos ninguna inversión que no se pueda recuperar", respondía el nuevo presidente, Francisco Reynés, preguntado directamente por el futuro de su térmica gallega en la comparecencia previa a la junta de accionistas del pasado junio. En el nuevo plan estratégico que recoge todas las inversiones de la compañía hasta 2022 no hay ni rastro de Meirama. El nuevo negocio en Galicia serán los 200 MW de eólica que desarrollará aquí de la cosecha conseguida en las subastas de renovables.

El Boletín Oficial del Estado (BOE) acaba de publicar las instalaciones que, hasta el momento, han dicho sí a seguir funcionando después de junio de 2020. Y efectivamente aparece As Pontes y no Meirama. A pesar de las declaraciones del secretario de Estado y de la confirmación vía BOE, desde Naturgy prefieren no hacer comentarios y aseguran que la decisión no está tomada. Los 200 trabajadores de la central llevan meses temiéndose lo peor e incluso hablan de una supuesta reunión entre la empresa y la Xunta donde se confirmó el cierre. "Sabemos que si no hay obras cerrará en 2020, pero aún estamos a tiempo si la empresa decide invertir", asegura el presidente del comité de Meirama, Bautista Vega, quien defiende que es "una de las centrales de carbón más rentables".

El presidente Alberto Núñez Feijóo aseguró ayer que el cierre de ambas centrales dejaría a Galicia como "deficitaria" en electricidad. "Yo no sé si eso es una decisión definitiva o no -apuntó tras el Consello de la Xunta-, pero es una muy mala noticia".