La alimentación ha ido cediendo terreno en el presupuesto familiar en Galicia en los últimos años. Hay dos razones. La vivienda y los suministros básicos „agua, electricidad, gas y el resto de combustibles„ se encarecieron tanto que, con el bolsillo condicionado por la merma salarial y el empleo precario, no queda otro remedio que quitar de otros lados para pagar los recibos. La segunda es el enésimo efecto colateral del invierno demográfico en la comunidad: a menos población, menor consumo, que, además, suele ser más flojo a medida que avanza la edad. Ninguna de las dos causas, por tanto, tiene que ver con el abaratamiento de la cesta de la compra. Todo lo contrario. La constante subida de los precios está provocando que los gallegos paguen mucho más pese a que consumen bastante menos.

El gasto medio por persona en Galicia para alimentarse durante el primer semestre de 2007 ascendió a 650 euros. En aquel momento el volumen de comida rozó las 990.500 toneladas. Durante ese mismo periodo de 2018, el consumo se redujo un 10,2%, hasta las 889.140 toneladas, pero el desembolso por habitante se disparó un 20,2%, por encima de los 781 euros. ¿Cuál es la diferencia a lo largo de esa década? Que el kilogramo de alimentos hace diez años rondaba los 2,13 euros y el pasado ejercicio se situó en 2,43 euros, un máximo histórico, según el balance del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El coste medio por kilo acumula en este tiempo un alza del 14% y encaja como un guante con la variación recogida para el capítulo de la alimentación en Galicia por el Índice de Precios al Consumo (IPC).

Aquí el kilo de comida se cotiza por encima de la media estatal (2,46 euros) y también el encarecimiento en la comunidad fue superior al del conjunto del país (11,3%). Por eso Galicia pasa del quinto lugar que ocupó en 2017 en el ranking autonómico del gasto alimentario al cuarto. A la cabeza está el País Vasco, con 883 euros per cápita en la primera mitad del pasado año, seguido de Cataluña (855,7 euros) y Asturias (781,4). Sobre la media están también Baleares (769 euros), Cantabria (767,8), Aragón (761,2) y Madrid (750,4). Las comunidades con menor gasto alimentario fueron Castilla-La Mancha (661,6 euros), Andalucía (654,6) y Extremadura (571).

Dos de cada diez euros para la cesta de la compra en Galicia se van en carne. Entre enero y junio de 2018, como recogen los datos recién actualizados por el ministerio, fueron unos 162 euros por persona. El gasto baja un 2,3% a pesar de que el consumo se redujo más de un 4%. La clave, sí, apunta al precio: un 2,1% más alto.

Sin salir de la carne está uno de los muchos ejemplos del impacto que los precios tienen en el consumo. La ternera subió un 6,6% en Galicia y el consumo se desplomó un 15%. El kilo alcanzaba los 9 euros. El de cerdo, 5,6 euros. En su caso el encarecimiento fue de solo el 1% y catapultó un 29% las compras.

Los gallegos gastaron 110 euros en productos pesqueros. Es el segundo alimento más demandado, aunque tampoco se libra de las bajadas: del 2,1%. El principal pescado es la merluza, que no varió su precio (7,06 euros/kilo), pero sí la demanda, con un retroceso del 7,3%. El bacalao, el segundo más adquirido, se abarató un 4% y disparó la demanda un 10%.

El desembolso en frutas frescas, que aglutinan el 10% del presupuesto en alimentación en Galicia, bajó un 1,6% a consecuencia de un alza de precios del 5,2% y un recorte del consumo del 6,3%. Las naranjas, lo más consumido, sufrieron un encarecimiento del 2,2%. Un 16,5% lo hicieron las manzanas, provocando otra fuerte reacción en las compras del artículo: descendieron un 7,2%. En hortalizas frescas, el gasto medio alcanzó los 41,64 euros. Disminuyó cerca del 5% porque cayó el consumo (1,9%) y también el coste (2,7%).

El pan sigue su propia tendencia. La que viene mostrando en los últimos años. Aunque su precio se mantuvo muy estable „el kilo únicamente se encareció un 0,4%„, el consumo volvió a bajar un 6,8% y el gasto se situó en 51,92 euros por gallego, un 6,3% menos que un año antes.