Era una bomba de relojería y finalmente ha explotado. La relación pesquera entre la Unión Europea y Noruega, que pese a las tiranteces anuales se ha venido manteniendo, salta por los aires. El país nórdico se ha autoasignado una cuota de caballa de 298.299 toneladas para este año, lo que supone apropiarse de un 35% del total, incrementando en un 55% sus posibilidades de captura. Lo hace, alegan, en vistas de la falta de acuerdo con el bloque comunitario, Islas Feroe y el nuevo país que desde finales del año pasado forma parte de la ecuación: Reino Unido.

Según el ministro de Pesca del país, Odd Emil Ingebrigtsen, “no fue posible continuar con el acuerdo” como consecuencia de la decisión de Londres de convertirse “en un estado costero independiente” con el Brexit. La situación de la caballa se une a la disputa por el bacalao en la zona de Svalbard, en la que Noruega también adoptó decisiones unilaterales que provocaron la reacción airada de los bacaladeros e inquietaron a Bruselas. Ahora, el sector urge medidas. “Lo de la caballa atenta contra la sostenibilidad del stock y contra esto solo se puede tomar medidas sancionadoras”, reclama el director general de la patronal pesquera europea, Europêche, el gallego Daniel Voces, que recuerda que lo que suceda en este punto de las conversaciones entre todas las partes “va a ser definitivo”.

La caballa es una especie que se extiende desde el norte del Atlántico hasta el sur europeo.