La mayor trama de almeja furtiva que llegó a Galicia desde Portugal se nutría de la inmigración ilegal

Jorge Garnelo

La mayor red de almeja furtiva de Portugal cayó hace de días, a comienzos de abril, en el marco de la operación KING, desarrollada en Lisboa y Setúbal por la Unidade Central de Investigação Criminal (UCIC) de la Polícia Marítima en colaboración con la Unidad Adscrita en Galicia del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Se incautaron casi 12 toneladas de la especie japónica como parte de un dispositivo que se saldó con la detención de los dos presuntos cabecillas de la banda y siete implicados investigados. La trama, cuyo producto “tenía como destino España e Italia”, introducía buena parte del bivalvo ilegal en la comunidad, cuando éste tenía como destino final distintos clientes del territorio nacional. En una entrevista a los responsables de la operación, canalizada a través de la Autoridade Marítima, las autoridades lusas confirman que la “base” de la organización residía en los numerosos inmigrantes, “muchos de ellos ilegales”, que usaba diariamente para recolectar estos moluscos del río Tajo.

“Estamos hablando de cientos de personas”, apuntan las fuentes consultadas. Mano de obra en su mayoría tailandesa y nepalesa que, “a través de condiciones laborales precarias, coacciones y amenazas”, alimentaba esta cadena que llevaba bajo el punto de mira de los investigadores desde 2012, momento en el que operaba vincuada a otros distribuidores. Lo que hizo saltar las alarmas fue la elevada cantidad de producto que progresivamente comenzó a exportar este receptador, “que con los años se convirtió en el principal exportador al mercado español, francés e italiano”. En 2020, en plen pandemia, se detectó que “se había vuelto autónomo”, con recursos, organización y jerarquía propia.

“Se trata de organizaciones que se aprovechan de las debilidades de la emigración. Cada vez más sofisticadas en los mecanismos que utilizan para engañar a las autoridades y darle apariencia de legalidad a este negocio. Por lo general, compran a los mariscadores a precios muy bajos, utilizando intermediarios que van a la orilla del río a comprar cuando los mariscadores están saliendo del agua. Desde estos puntos, la almeja japónica es transportada en coches, en condiciones insalubres, hasta los almacenes de los receptadores, donde es pesada y envasada para su exportación”, explican los investigadores.

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