La concentración bancaria se acercaría al nivel de alerta si se unen BBVA y Sabadell

El índice usado por las autoridades de la competencia para valorar los riesgos se aproximaría con la fusión a la cota alta, sin llegar a alarmante u La entidad espera tener las autorizaciones

Oficinas del Sabadell y el BBVA. |   // FERRAN NADEU

Oficinas del Sabadell y el BBVA. | // FERRAN NADEU / Pablo Allendesalazar

Pablo Allendesalazar

El fantasma de un oligopolio pende sobre el sistema bancario español desde hace años. La concentración en el sector se disparó tras el estallido de la gran crisis financiera en 2008, a medida que el número de entidades relevantes se reducía de 45 a 10 fruto de las nacionalizaciones y fusiones. Las autoridades bancarias, con todo, siguen sin ver alarmante la situación, en función de los indicadores que utilizan para analizar los riesgos a la competencia. Sin embargo, el semáforo que utilizan para medir el nivel de concentración en el mercado podría dar un salto en el tono crecientemente amarillo en que entró en el año 2018 y acercarse al nivel rojo si sale adelante la fusión del BBVA y el Sabadell.

El Banco Central Europeo (BCE) mide el nivel de concentración de la banca del continente a partir del índice Herfindahl e Hirschman, utilizado por los principales organismos de defensa de la competencia del mundo para analizar la situación de un mercado y aprobar o no operaciones de fusión. Se calcula elevando al cuadrado la cuota de mercado de cada empresa y sumando esas cantidades, con lo que se da más peso a las compañías más grandes. Un valor máximo de 10.000 implica un monopolio. Como regla general, el BCE estima que un nivel inferior a 1.000 supone una baja concentración, mientras que una cota de entre 1.000 y 1.800 la considera de concentración media, y por encima de 1.800 la ve de alta concentración.

En 1999, primer año del que el banco central ofrece datos, el sector financiero español presentaba una muy baja cota de 427, que apenas creció a 459 en 2007, el año previo al estallido de la gran crisis financiera. La consiguiente desaparición de decenas de entidades absorbidas por otras más fuertes provocó que el índice se disparase hasta superar la barrera de 1.000 en 2018, fruto en último término de la absorción del Popular por parte del Santander. Desde entonces, la integración de Bankia por parte de CaixaBank, y en menor medida de Liberbank por Unicaja, han llevado el índice a los 1.327 del cierre de 2022, último año con datos disponibles.

La hipotética absorción del Sabadell por el BBVA podría añadir al índice en torno a otros entre 200 y 250 enteros, según previsiones del mercado a las que ha tenido acceso este diario. Se trata de una estimación orientativa, ya que toda fusión supone una serie de ajustes que provocan que la nueva entidad tenga una cuota de mercado diferente a la pura suma de las cuotas de las entidades individuales. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los grandes bancos siguieron ganando cuota en 2023, con lo que cuando el BCE publique en junio el dato de ese año es más que probable que supere los 1.327 de 2022. De todo ello se desprende que el índice podría alcanzar tras la fusión BBVA-Sabadell niveles de en torno a los 1.600, más cerca de los 1.800 que marcan el inicio de la zona roja del semáforo.

Otra forma de medir el impacto que tendría la fusión en la competencia es a partir del otro indicador que sigue el BCE, la cuota de mercado de las cinco principales entidades de un país. También refleja la concentración que se ha producido en el sistema español en los últimos años: se ha disparado del 40,3% de 1999 al 69,59% de 2022.

¿Quiere eso decir que las autoridades prohibirán la operación por su efecto en el sector? Parece muy improbable. La normativa de competencia europea de 2004 entiende que un nivel inferior a 2.000 no es alarmante. Así, apunta que «es improbable que la Comisión encuentre problemas de competencia» en una fusión que dé lugar a un nivel de entre 1.000 y 2.000 con un incremento del índice inferior a 250, o de más de 2.000 con un aumento de menos de 150. Cosa distinta es los problemas de competencia que se pueden producir en algunas provincias, como las catalanas, donde las dos entidades tienen mucho negocio (en el caso del BBVA, fruto de la absorción de las nacionalizadas Unnim en 2012 y Catalunya Caixa en 2015).

En la fusión CaixaBank-Bankia, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) hizo un “análisis local identificando aquellos códigos postales en los que las partes solapan sus actividades, realizando un análisis de cuotas de mercado y número de competidores existentes en los entornos locales más afectados”. Se identificaron 86 códigos postales en los que la entidad resultante quedaba en una situación de “monopolio” o “duopolio expuesta a débil presión competitiva”.

Aviso sobre la brecha

La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings considera que la eventual compra del Sabadell por parte del BBVA supondría “ampliar considerablemente” la brecha existente entre los bancos principales y los domésticos.

A pesar de ello, las buenas perspectivas hacen suponer a Fitch Ratings que las entidades más pequeñas, incluso perdiendo cuota, tienen opciones de ganancias y que “no están bajo presión para tener que reforzar su rentabilidad a través de fusiones”. Agrega que la consolidación del sector bancario ha sido «más intensa» en España que en otros países de su entorno