La OCDE saca a Galicia de la cola de la productividad, pero avisa de la brecha con las autonomías ricas

Fue la segunda comunidad con mayor incremento del indicador entre 2000 y 2019, alrededor de un 1% de media cada año

Julio Pérez

Aunque la expansión de la productividad pisa el freno también en otros muchos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la ralentización en España se notó antes, desde mediados de los años noventa del siglo pasado, y es más acusada. Ni siquiera así, los sueldos han seguido el mismo ritmo, provocando un crecimiento “menos integrador”. “No solo se han reducido los aumentos de la productividad, sino que también ha disminuido la parte transmitida a los trabajadores, lo que se ha traducido en un estancamiento de los salarios reales”, señala el organismo en un monográfico presentado ayer sobre la atonía en la evolución de la productividad en el país, el reflejo “en gran medida” de “la dificultad de los trabajadores, las empresas y el mercado laboral en general para adaptarse al cambio estructural y, más recientemente, también la larga sombra proyectada por la crisis financiera mundial”.

La productividad en España avanzó de media el 0,5% al año entre 2011 y 2021, una de las tasas más bajas de la OCDE y menos de un tercio que el ascenso total de los 38 países integrados en el organismo. La variación es cada vez más dispersa entre empresas. El 5% de las más productivas, las “punteras”, presentan un incremento claramente “saludable” con alzas de alrededor del 2% por ejercicio. Las que arrastran más problemas de productividad, “rezagadas” en argot de la OCDE, se mantienen a la cola —1% en el caso del sector industrial y 0,5% en los servicios— ante la “creciente dificultad” para “pasar de una economía basa en la producción a otra basada en las ideas”. “A medida que las tecnologías se vuelven más complejas y su uso depende cada vez más de la disponibilidad del capital humano y organizativo, esto puede haber ralentizado la difusión de nuevas tecnologías de las empresas de frontera a las rezagadas”.

La OCDE apunta como otra razón posible el aumento de las barreras de entrada “y la disminución de la contestabilidad de los mercados”. “Esto se ve respaldado por pruebas que sugieren que la divergencia en el crecimiento de la productividad es más pronunciada en los mercado de productos más estrictamente regulados”, indica.

Lo mismo sucede entre las diferentes comunidades. Las disparidades en el incremento de la productividad son “significativas y tienden a aumentar”. A la cabeza de las subidas entre 2000 y 2019 aparecen Baleares, por encima del 1% anual; y Galicia, con algo menos de un punto de crecimiento. Ambas duplican la tasa nacional. Les siguen Cataluña, con el 0,8%; y País Vasco y Madrid, en el entorno del 0,7%. En Canarias y Melilla, en cambio, la productividad mermó. “No hay indicios de que las comunidades autónomas atrasadas estén alcanzando a las de mayor productividad”, alerta la OCDE.

Justo lo contrario. El crecimiento de la productividad “tiende a ser menor en las comunidades autónomas con bajos niveles de productividad, de modo que las disparidades entre comunidades autónomas se están ampliando”. Galicia partía de los últimos escalones. En 2011 era la cuarta con menor volumen de Producto Interior Bruto (PIB) por ocupado. Ahora se coloca en la parte media del ranking, pero todavía muy por debajo de las locomotoras del país: un 16,8% inferior a País Vasco, el 14,7% de distancia con Madrid y alrededor del 11% menos que Navarra y Cataluña.

El think tank de los grupos más desarrollados del mundo valora el aumento “significativo” del salario mínimo y el refuerzo de la negociación colectiva “para promover un reparto más amplio de las ganancias de productividad con los trabajadores, “especialmente aquellos con salarios bajos”. En el caso del SMI, convertido en “una parte importante del conjunto de medidas políticas”, fue especialmente relevante la subida del 22% de 2019 y la evaluación de la OCDE constata una mejora evidente de los más precarios “sin causar pérdidas sustanciales de empleo”. Durante la presentación ayer del análisis junto a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE, Stefano Scarpetta, defendió la posibilidad de reducir la jornada sin un golpe también a la ocupación recurriendo precisamente a la negociación con patronal y sindicatos.