Rueda retiene con holgura la Xunta y Pontón se erige en alternativa con un PSOE hundido

El PP solo pierde dos escaños en una jornada de movilización máxima, en la que votaron el 67% de los gallegos

El Bloque firma el mejor resultado de su historia con 25 escaños, seis más, sobre todo a costa de los socialistas

Besteiro registra el peor dato del PSdeG, con cinco diputados menos, y DO entra en la Cámara

Alfonso Rueda celebra, abrazado a Paula Prado, su mayoría absoluta.

Alfonso Rueda celebra, abrazado a Paula Prado, su mayoría absoluta. / Antonio Hernández

Irene Bascoy

No había pulsión de cambio en unas elecciones con una movilización máxima, del 67% de los gallegos acudiendo a las urnas. Al menos no la suficiente para que Galicia tuviera una presidenta nacionalista. Y es que el PP tenía mucho colchón (cinco escaños de margen para perder la absoluta) y mucho partido. Es decir una gran organización que blindó y con holgura la primera mayoría absoluta de Alfonso Rueda, y que permite a los populares seguir gobernando cuatro años más, después de 15 al frente de la Xunta. La primera victoria de Rueda se traduce en 40 escaños, dos menos que Feijóo en 2020, pero pendientes del recuento del voto emigrante.

El BNG se reafirma como la alternativa al PP, y el PSdeG se hunde, al perder cinco escaños, y pasar de 14 a 9. Al final, una vez más, funcionaron los vasos comunicantes en la izquierda. Imperó el voto estratégico o útil, que se concentró entorno a los nacionalistas, y también dejó fuera del Parlamento gallego a Sumar y Podemos. Los nacionalistas se hacen con seis escaños y llegan a los 25. Cinco los pierde el PSdeG, y otro el PP. El otro se lo lleva Democracia Ourensana. Vox continúa siendo una fuerza irrelevante en Galicia, con el dos por ciento de los votos.

Estas elecciones también tiene una lectura en clave estatal. Por ser los primeros comicios desde las generales de 2023 y porque tanto PP como PSOE se empeñaron en españolizar la campaña. Pedro Sánchez quería una derrota de Alfonso Rueda para hacer tambalear el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo en el PP. Y el propio líder de los populares deseaba una victoria para coger oxígeno ante propios y ajenos.

Sánchez ha fracasado en su intento, y eso que ha sacrificado a su partido en Galicia, y parte de la derrota le es imputable. La marca PSOE está en horas bajas y por eso no se entiende el desembarco del presidente y los ministros en Galicia. ¡Acaso pensaban que sumaban votos!

Feijóo se lleva una gran victoria para Madrid, pese a él, y los suyos lo saben aquí y en Madrid. Con su caravana propia, españolizando la campaña y con el error de la segunda semana con los indultos y la amnistía, es difícil que Feijóo ayudara a apuntalar los 40 escaños que ha logrado su sucesor Rueda. 

PPdeG

La primera mayoría absoluta de Alfonso Rueda se traduce en 40 escaños, dos más de la absoluta raspada y dos menos que Feijóo en 2020. Pero no ha perdido votos. Ha sumado apoyos, porque también creció la participación en los comicos. El temor que algunas encuestas apuntaban a que podían ser desalojados de la Xunta movilizaron a los electores de la derecha, igual que la esperanza de cambio animó a los progresitas a ir a votar y sobre todo a concentrar el voto entorno al BNG.

El éxito de Rueda es mayor porque supera las expectativas que los sondeos marcaban y porque la campaña, no bien enfocada, les puso nerviosos. La cerraron dándose por satisfechos con 38 o 39 escaños. Lograron 40 diputados. 

Bloque

El BNG no desembarca en la Xunta, pero ha hecho historia. Ha logrado el mejor resultado de la formación nacionalista. Por primera vez en quince años, asustó al PPdeG, que empezó la campaña confiado y luego vio que se le podía escapar el poder y de manos de los nacionalistas, cuando pensaban que el enemigo a batir era el PSOE. Y la gran artífice de este éxito, que se ha quedado a medias, ha sido Ana Pontón, una candidata que era la tercera vez que se presentaba a los comicios. De hecho, era la veterana frente a Alfonso Rueda y Jose Ramón Gómez Besteiro, pero logró reiventarse, que la ciudadanía la viera como la cabeza de cartel que aportaba ilusión, novedad y esperanza de cambio. Un diez para su campaña.

En 2016 Ana Pontón logró frenar el descalabro de la formación frentista, frente al avance de las Mareas (la coalición de Podemos con Esquerda Unida y los nacionalistas escindidos del BNG) y cuando las encuestas pronosticaban que no serían capaces ni de tener grupo parlamentario, perdió un solo diputado y conservó seis. En 2020 sumó trece escaños más, pasando de seis a 19. Ahora gana seis diputados, pero la victoria es histórica porque vuelve a superar su techo y gana tal distancia con el PSdeG, que ya no hay dudas de que la alternancia al PP pasa por el BNG.

Pontón consigue los mismos escaños que el socialista Emilio Pérez Touriño logró en 2005 y le permitió hacerse con la presidencia de la Xunta. 

Las próximas elecciones autonómicas serían las cuartas de Ana Pontón como cabeza de cartel. Pocas veces, un partido deja a un candidato intentarlo tantas veces, pero Pontón se ha ganado el poder decidir ella su destino. Es más, ¿tiene la formación frentista alguien mejor que ella?

Pontón ha modernizado al BNG, ha logrado ensanchar su base electoral, pero no lo suficiente para ser ya la primera presidenta nacionalista de la Xunta. Tiene que entrar aún más en el caledero del PPdeG, no le basta solo con absorver el voto socialista. Debe apaciguar los temores de muchos votantes. En esta campaña, supimos las propuestas de Pontón para mejorar los servicios sociales y de paso la vida de la gente, pero escondió su ideario nacionalista. ¿Hasta dónde está dispuesta a ir al BNG para que el autogobierno de Galicia dé un impulso? ¿Y cómo logrará una Xunta nacionalista que los niños salgan de los colegios hablando gallego? Pontón no lo explicó en campaña, pero estas y otras preguntas se las hicieron los electores, porque el PPdeG en la última semana de la campaña puso el foco en estas cuestiones.

PSdeG

Los socialistas arrancaron la campaña, pensando que podían liderar el cambio en Galicia y dar el ‘sorpasso’ al BNG, si los casi 480.000 gallegos que en julio del año pasado votaron al PSOE volvían a coger una papeleta socialista. Se quedaron muy lejos con poco más de 203. 000 papeletas. En las autonómicas de 2020, fueron algo más de 252.000 papeletas. Es una derrota histórica. Nunca el PSdeG recabó tan pocos apoyos en la comunidad. Buscará culpables externos, pero no debería. El BNG lo hizo mucho mejor, y ellos, mal. Así de simple. Tenían un candidato, José Ramón Gómez Besteiro, con madera y potencialidades, pero llegó muy tarde a la contienda, y además no renunció a su escaño en Madrid, lo que alimentó las dudas de su continuidad. La campaña fue errónea y en la recta final Ferraz dio la orden a su entorno mediático de apostar por Ana Pontón.

El desembarco de Pedro Sánchez y los ministros fue tal, que parecía que no venían a arropar al cabeza de cartel, sino a taparlo. La presencia de los dirigentes de Madrid ayudó a remarcar la imagen del PSdeG como una mera sucursal del PSOE. Y además en un momento en que la marca socialista está a la baja por el rechazo que suscita el precio que está dispuesto a pagar Pedro Sánchez a cambio del apoyo de los independentistas catalanes.

Y luego el problema de raíz de siempre: los socialistas gallegos llevan años sin un proyecto y un líder que encarne ese proyecto para Galicia. Son la suma de alcaldes de éxito, pero poco más. Ana Pontón se ha presentado a sus terceras elecciones y ha estado con el pico y la pala doce años para forjar su carisma y vender su Galicia de cambio. Los socialistas llevan cuatro candidatos en cuatro citas consecutivas. En 2028, ¿habrá un nuevo cabeza de cartel? 

Sumar

La vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz se lleva un varapalo en su tierra en la primera cita con las urnas desde las generales y tras el divorcio formal con Podemos. Ha sido la víctima de la apelación al voto útil del BNG. Quería base territorial para afianzar su proyecto, pero se ha quedado sin él. No aplaca las dudas sobre si es factible un partido fuerte a la izquierda del PSOE. Cierto también que su antiguo socio, Podemos, fue a la contra y dividió el voto más alternativo en la izquierda con su candidatura. Y lo hizo a sabiendas de que no tenía opciones de éxito. El único objetivo era el fracaso de Yolanda Díaz. Y a ello contribuyó. El cainismo en las filas progresistas de nuevo hizo acto de presencia. En julio de 2020, su antecesora en las urnas, Galicia en Común, obtuvo 51.212 votos, casi el 4% de las papeletas. En las generales de 2023, logró 175.815 papeletas. Este domingo, solo 27.500 votos.

Vox

La formación de Santiago Abascal vuelve a cosechar una sonora derrota en Galicia. Un fracaso que ahonda en la crisis que el partido vive a nivel nacional. Ni el error del PP con el indulto y la amnistía ha permitido a Vox abrirle un boquete a los populares en Galicia. En 2020, sumó 26.474 papeletas. El 2%. Este domingo, se acercó a los 32.000.

Democracia Ourensana

Hace cuatro años el partido de Gonzalo Pérez Jácome no se presentó a los comicios autonómicos, así lo había pactado Manuel Baltar, entonces presidente provincial del PP, a cambio de amarrar a la alcaldía de Ourense. Sin campaña, y con un candidato desconocido, entran en la Cámara gallega con casi 15.000 votos.