"La porca celta está preñada de futuro". Después de unos años críticos en los que el cerdo autóctono de Galicia a punto estuvo de desaparecer para siempre, el porcino gallego pasa por uno de sus mejores momentos. "Por fortuna, ahora existe más demanda que oferta. Hace unos años sólo se sacrificaba el cerdo entre los meses de octubre a marzo, mientras que ahora se demanda todo el año y eso supone un revulsivo para el sector", asegura José Antonio Toño Carril, gerente de la Asociación de Criadores de Porco Celta (Asoprocel).

El porcino celta gallego es todo un manjar de dioses que puede degustarse, explica Toño Carril, "en los mejores restaurantes, en casas de turismo rural y en tiendas de delicatessen".

La pareja formada por Carlos Puga y Mónica Ferreirós llevaban un tiempo dándole vueltas a la idea de hacerse con una pareja de porquiños celtas, hasta que el año pasado se decidieron. A pesar de que sus respectivas actividades profesionales poco tienen que ver con la cría de ganado, el amor por el ganado autóctona les venció.

Querían hacerlo bien desde el primer momento. En Mondariz (Pontevedra) compraron a Isolina y a Blanquita, las dos hembras con que cuentan en la actualidad, mientras que el macho, Calcetines, lo fueron a buscar a Foz (Lugo). Para no errar en los cuidados que requiere la cría de esta especie autóctona, se pusieron en contacto con Asoprocel, donde les explicaron cuál es la mejor manera de sacar adelante a estos animales.

Para cuando nació su primera camada, en octubre, ya lo sabían todo sobre esta raza y es normal verlos ir a buscar manzanas y "todo tipo de verduras y legumbres naturales" con que alimentar a las cinco crías. "No las alimentamos con piensos compuestos, sino que les damos cereales, millo y cebada, y muchas verduras", aclara Mónica, que alimenta a las crías de porco con el mismo mimo con que se ocupa de su propia hija.

"El porco celta crece mucho más lentamente que el cerdo blanco. Además, como no los tenemos encerrados en la cuadra, sino que andan sueltos libremente por el campo, el engorde todavía es más lento", puntualiza Carlos. A las crías no les ponen nombre. No quieren encariñarse con unos animales a los que han ayudado a nacer y que alimentarán, al menos durante un año, como si se tratase de sus propios vástagos. "Lo normal es que las crías se maten cuando tienen entre 12 y 16 meses", explica Carlos.

Una cría de porco jamás puede sacrificarse si pesa menos de 100 kilos, del mismo modo que se desaconseja matarla si no ha cumplido el año. Así lo recomiendan en Asoprocel, en su apuesta por defender (y mantener) la calidad del producto. De igual modo, son ellos los que asesoran a los criadores sobre los precios medios de venta que oscila entre los 5,5 euros el kilo de cerdo en canal (si se adquiere el animal entero) y los seis euros, si sólo se adquiere medio. "El porco celta es una riqueza y un tesoro para Galicia que está revalorizándose y que está trayendo vida al campo gallego; contribuye a fijar población en el rural y, además, minimiza el impacto de los incendios", señala Toño Carril.

Las provincias de A Coruña, Lugo y Ourense acumulan el grueso de los criadores gallegos. Componen un sector que el año pasado generó un volumen de negocio próximo a los 400.000 euros; ganaderos e industrias alimentarias percibieron en torno a los 180.000 euros.

"El perfil de criador de porco celta es dispar; la gente joven tiene visión de negocio, supone un complemento alternativo a sus ingresos, es una manera de diversificar riesgos", mantiene Carril.

El boom en el que se haya inmerso la raza autóctona gallega de cerdo celta se ha recuperado en los últimos diez años tras varias décadas al borde de la desaparición. En los años 50, según el censo del Ministerio de Agricultura, había cerca de 400.000 cerdos de esta raza. En 1999, cuando nació Asoprocel, apenas quedaba un centenar de estos animales: 70 madres y 30 sementales. Las hambrunas posteriores a la guerra civil y la proliferación de las razas foráneas hicieron peligrar al cerdo celta.

En estos momentos, en la asociación suman 289 socios y cuentan que la cifra de cerdos celtas existentes en Galicia roza los 4.000 ejemplares -entre madres y crías de engorde-, lo que permite vislumbrar un futuro esperanzador para una raza que en apenas una década ha invertido la tendencia, especialmente en Lugo, A Coruña y Pontevedra. "En la provincia de A Coruña es donde más tradición hay de criar porco celta; especialmente en A Costa da Morte, en Vimianzo y en Zas. Incluso hay una variedad de cerdo propia de Carballo que se le llama carballiño", explica Carril.

El viernes pasado, Asoporcel firmó un convenio con la Consellería de Medio Rural que reportará a la asociación 70.000 euros anuales, durante los próximos cuatro años, para desarrollar y conservar esta raza porcina típicamente galega. "Es necesario el apoyo de la Xunta para que podamos seguir desarrollando y conservando la raza", dice.

Una conservación a la que contribuyen Carlos y Mónica, que siguen criando con el mismo amor de los padres primerizos a sus cinco crías de porco celta, cuya venta ya tienen apalabrada; la experiencia está siendo tan "enriquecedora" quque ya cuentan con ampliar el número de hembras para el próximo invierno. Mientras, hacen degustaciones del exquisito manjar en su furancho, en Vilanova de Arousa. Y, para ver cómo crecen los porcos, nada mejor que asomarse a la ventana que es su blog (acasavelladoporcocelta.blogspot.com). Un verdadero placer de dioses. Celtas.